Tú también puedes ser un Yes Man

Son un inquebrantable dúo, pero lo de The Yes Men exige más que dos personas. Es puro trabajo en equipo. Buena parte de la valía de estos activistas con mucho de «hombre espectáculo» en sus venas se basa en su talento multimedia y en su capacidad para liderar un complejo trabajo en equipo. Así suplantan a representantes de lobbys y grandes empresas y boicotean con mucho sentido del humor actos públicos y conferencias internacionales. Andy Bichlbaum y Mike Bonanno son inspiradores, pero ¿sirven sus originales actos de protesta realmente para algo? Ellos creen que sí y lo argumentan con su nueva plataforma de protestas online y con un documental.
Su última idea para cambiar el mundo a mejor, aunque sea un poco, lleva apenas unas semanas funcionando en la Red. Se llama Action Switchboard y ya empieza a generar conexiones entre activistas de todo el mundo. En esta plataforma online se puede añadir libremente una propuesta de campaña, explicar qué problema se desea combatir -¿El cambio climático, la explotación laboral, el precario estado de la sanidad?- y especificar dónde y cómo se va a realizar la protesta, además de cuántos voluntarios son necesarios.
«La web funciona también como un laboratorio de ideas -explica Bichlbaum a Yorokobu desde Berlín-. Invitamos a que la gente recoja el testigo y que lance ideas, encuentre formas de combinar recursos y, si alguna de esas acciones nos convence, allí estaremos para sumarnos a la causa. Creemos que es un nuevo modo de desarrollar la cultura de la resistencia. Uno más accesible y que llega a una audiencia mucho más amplia, a gente que puede comprobar si el activismo es capaz de cambiar las cosas, una duda que hace que muchos no se animen a tomar parte de la acción».
 
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En el festival de cine de la ciudad acaban de presentar su próxima película, «The Yes Men are Revolting», que dirigen junto a la documentalista Laura Nix. La cinta es algo más que un compendio de sus disparatadas aventuras.
«Quisimos que por primera vez cuente nuestras luchas personales», dice Bichlbaum. Las de los los verdaderos Igor Vamos y Jacques Servin. «Cuando ocurrió Occupy Wall Street sentimos que ese movimiento era parte de nosotros y de todo lo que habíamos estado haciendo hasta entonces. Y que nosotros éramos parte de él», recuerda el estadounidense. Defiende como muchos que sin la primavera árabe no se hubiera llegado a ese punto en Nueva York. Ahora cree que sin ese movimiento de ocupación no se podrían hacer realidad muchos de los proyectos que van a florecer en Action Switchboard.
https://www.youtube.com/watch?v=LqjYjiCZSUw
Con esta iniciativa online buscan que la gente repita por su cuenta éxitos como el del la casa okupa holandesa que lograron salvar durante años a través de yeslab.org, que es algo así como la «hermana mayor» de esta web. The Yes Men recibieron una petición de ayuda de los habitantes del edificio y tras apenas un par de horas de brainstorming dieron con una idea exitosa, insiste ahora Bichlbaum.
La compañía que había abandonado durante años el lugar exigía el desalojo de este edificio situado en las afueras de Ámsterdam. Las personas que lo ocupaban, que lo habían convertido en un centro cultural, imprimieron miles de copias de un periódico falso y las distribuyeron entre los vecindarios cercanos.
Anunciaban que se iba a  proceder al acto de entrega oficial del edificio. En el día señalado se colocó un gigante lazo azul de regalo que rodeaba toda la casa y se escenificó una falsa ceremonia de entrega con ficticios representantes del gobierno local. Y llamaron lo suficiente la atención como para evitar el desalojo. «En el caso de YesLab nos encargábamos de buena parte de su gestión, así que pensamos en crear una plataforma con la que otras personas pudieran desarrollar sus buenas ideas sin necesidad de que nosotros tuviéramos que estar a cargo de ellas», cuentan los Yes Men.
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Tras muchos años convocando falsas ruedas de prensa, invadiendo convenciones institucionales y haciéndose pasar por altos cargos de empresas y organizaciones, ya no les sorprende comprobar que muchas de las personas que trabajan para los grandes lobbys se muestran a la mínima más que dispuestos a aceptar un cambio en sus políticas.

«Es una sensación que hemos tenido desde hace mucho. Detrás de muchas de estas personas hay un salario muy abultado, pero no un gran entusiasmo ni convicción por lo que hacen». Quién sabe si alguno de ellos organiza una protesta a través de Action Switchboard contra su compañía aprovechando el anonimato de Internet.

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