El día que Reagan prohibió Rusia, los poderes mentales de Steve Jobs y la ironía de los radares de tráfico

28 de diciembre de 2015
28 de diciembre de 2015
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Tras el atracón navideño de la semana pasada, y ahora que la fiebre intergaláctica ha bajado por fin de los cuarenta grados, volvemos a colarnos por las rendijas más recónditas de la enciclopedia online más famosa en busca de historias rocambolescas, anécdotas poco conocidas y curiosidades de todo tipo. Si parpadeas, te lo pierdes.

La ironía de los radares de tráfico

Maus Gatsonides. Quédate con este nombre porque ya tienes a quien culpar cuando te quiten puntos del carné por conducir más deprisa de la cuenta. Tendrás que admitir que la vida está llena de contradicciones fascinantes, porque este holandés fue, además del padre del radar de tráfico, uno de los primeros pilotos profesionales de carreras, célebre por alzarse a lo más alto del podio en el Rally de Montecarlo de 1953. Inventó el artilugio en tiempos de la Segunda Guerra Mundial con la intención de mejorar sus marcas (es decir, para correr más), pero más tarde se dio cuenta de que también podría salvar vidas haciendo que corramos menos. Una aportación magnífica, aunque a veces nos pese.

El día que Reagan prohibió Rusia

Fue una broma, sí, pero de muy mal gusto y en plena Guerra Fría. En 1984, el entonces presidente de los Estados Unidos probaba su micrófono antes de una intervención radiofónica pronunciando las siguientes palabras: «Compatriotas americanos, me complace anunciar hoy que he firmado una ley que prohibirá Rusia para siempre. Comenzaremos a bombardear en cinco minutos». La grabación trascendió, aunque afortunadamente no llegó a emitirse, y en Moscú no hizo mucha gracia. A veces las palabras son tan peligrosas como las armas.

La primera máquina expendedora vendía agua bendita

primera_expendedoraBendita para los politeístas de la antigua Grecia, eso sí, no como el agua consagrada que encuentras en la pila de una iglesia de hoy en día. Así de remota es la primera referencia histórica a las máquinas de vending, que ahora tienen de todo, desde condones en el transporte público hasta coches recién hechos en cadena al otro lado del charco. El ingeniero y matemático Herón de Alejandría, inventor prolífico donde los haya, fue el primero que pensó en un mecanismo para introducir una moneda y recibir a cambio lo que sea. En este caso, un chorrito de agua bendecida.

Los poderes mentales de Steve Jobs

Para convencer a los padawans que trabajaban en el proyecto Macintosh, el maestro Jobs tiraba de un carisma único que a los trabajadores de Apple de la época les parecía cosa de magia. No eran esos trucos mentales de jedis que tan de moda están ahora que la Fuerza ha despertado en la gran pantalla, sino algo más sacado de Star Trek: un «campo de distorsión de la realidad» (RDF por sus siglas en inglés) como el que usaban los extraterrestres de la saga para construir un mundo a su medida. Así lo describió el desarrollador Bud Tribble, autor del término que pasaría a la posteridad.

Un arma ‘pop’ contra Kim Jong Un

En uno de los arrebatos del pulso que mantienen las dos Coreas, el Ministerio de Defensa del bando sur decidió desplegar una serie de pantallas gigantes por toda la frontera. Su objetivo era retransmitir actuaciones de los grupos femeninos más famosos del K-pop, la corriente musical surcoreana que te sonará por Psy y el Gangnam Style. Las atractivas intérpretes y sus atuendos provocativos librarían una suerte de «guerrilla psicológica» contra el régimen de Kim Jong Un, aunque sus soldados tendrían los fusiles más limpios que nunca…

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Los eternos secundarios

Los griegos de antaño, los que inventaron la democracia y la máquina expendedora, tenían palabras para casi todo. Lo más curioso es que hemos heredado buena parte de su vocabulario y, sin embargo, nos devanamos los sesos tratando de explicar conceptos que un solo término podría resumir perfectamente. Si al personaje principal de un libro, película u obra de teatro lo llamamos protagonista, ¿por qué no usar también deuteragonista para designar al segundo en importancia? El siguiente en la cola es el tritagonista, aunque este no aparece en la obra cumbre de la RAE.

Los juicios por combate no son cosa de Juego de tronos

Si aún recuerdas con horror el duelo con más decibelios por grito cuadrado de Juego de tronos (no pinches en este enlace si eres alérgico a los spoilers), te asustará saber que los juicios por combate no son un invento de George R. R. Martin. Fueron un método común de resolver desavenencias con la justicia durante la Edad Media. Aunque desaparecieron progresivamente a partir del siglo XVI, su aplicación aún es válida, al menos en teoría, en algunos estados norteamericanos. Hace solo unos meses, de hecho, un abogado bastante friki y ansioso de publicidad quiso resolver un caso al estilo de Poniente. A juzgar por las imágenes, iba a necesitar un campeón.

Richard-Luthmann

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Foto principal: jamjar en Flickr

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