¿Es posible que nos hayamos equivocado al rechazar de pleno la energía nuclear? ¿Y si hemos temido a nuestro mayor aliado y en realidad fuera una opción energética óptima (o la menos mala)? Robert Stone, un respetado autor de documentales, se lo plantea y da argumentos durante casi hora y media en Pandora’s Promise. En ese tiempo lanza cuestiones que a muchos les ha hecho pensar dos veces.
El estadounidense ha seleccionado a un grupo de acérrimos y reconocidos antinucleares que llevan años retrocediendo en sus posturas y ha recopilado una cantidad de datos que invitan a la duda. El calentamiento global es la principal razón de ese cambio de opinión generalizado. A medida que el problema medioambiental se ha convertido en primordial para nuestra supervivencia muchos de ellos han replanteado su posición: La nuclear es la única fuente de energía capaz de abastecer por sí sola a este planeta hambriento y al mismo tiempo no generar gases que provoquen el efecto invernadero, dicen.
Incluso la hidroeléctrica tiene limitaciones que no puede superar, defienden. Para el espectador suspicaz, sus responsables aseguran que el documental no trata de defender a ultranza una opción u otra y solo pretende que se analice la opción nuclear en el contexto adecuado, algo que consideran no se ha hecho hasta ahora.
En realidad el primer converso de esta película proyectada en el Festival de Cine de Reikiavik es el propio Stone, teniendo en cuenta que se consagró en los ochenta con el documental Radio Bikini, donde denunciaba pruebas nucleares que había realizado el gobierno de su país.
Al margen del barbárico uso que hemos hecho de ella creando armas de destrucción masiva, una de las razones por las que lo nuclear ha tenido tan mala fama, dice Stone en su película, es por el modo en que se presentó en su día. Los anuncios de los años 50 y 60 vendían su uso algo así como un modo de «energía boutique» para gente bien, de la que juega al golf en el club de campo.
La escritora Gwyneth Cravens, autora en el pasado de numerosos libros en contra de ella, tiene recuerdos de infancia en los que la televisión de la época promocionaba lo nuclear con películas al estilo Disney. El resultado era algo perverso y en consecuencia también generaba cierto rechazo. Nuestra opinión también pudo forjarse como resultado de una mera batalla de mercado, dice la autora. Muchos de los anuncios en prensa que apoyaban la energía solar estaban financiados por empresas petroleras, para así eliminar a su verdadera competencia. Una pequeña porción de uranio genera la misma energía que cientos de barriles de petróleo.
Otro converso es Michael Shellenberger, quien fue en su día considerado por TIME Magazine como un héroe de la lucha por el bienestar del planeta Tierra. Tras años de investigación se declara ahora decepcionado con la aproximación tradicional en torno al cambio climático de los medioambientalistas. Entona el mea culpa por la parte que le toca y admite que las energías renovables jamás podrán abastecer al planeta por sí solas. Además aporta un dato que le dio que pensar: en los estudios anuales se refleja que la energía solar es responsable directa de más muertes que la nuclear -crear paneles solares es terriblemente tóxico, añade-. ¿Por qué exigir entonces que se aumente el uso de la primera y se disminuya el de la segunda?
Robert Stone y el activista Mark Lynas pasean por el mundo con un medidor de radiación a mano y nos dan alguna que otra sorpresa. El análisis lanza aún más preguntas al aire. Si tanto nos preocupa estar expuestos a la radiación, ¿por qué nadie hace nada con respecto a las playas brasileñas de Guarapari, a las que la gente acude en masa para aliviar sus problemas de huesos, cuando su arena cuenta con mucha más radiación que Fukushima? Es solo un ejemplo de los que aparecen a lo largo de Pandora’s Promise con un aparato que da mucho juego y mucho miedo también.
Las inevitables reacciones contrarias han llegado en forma de reseña cinematográfica y en un estudio formado por Beyond Nuclear titulado Pandora’s Falses Promises, que cuenta con su propia web y que se niega a considerar a las personas que aparecen en él como defensoras del medioambiente -exdefensoras en todo caso, dice-.
La película también critica las limitaciones de la energía eólica, pero Beyond Nuclear no está de acuerdo y menciona además la energía geotérmica como una opción que se obvia en el metraje, además de calificar el argumento que define a la energia nuclear como única opción ante el cambio climático como «desfasado». En definitiva considera que Stone omite deliberadamente datos clave para hacer su planteamiento más veraz.