40 razones para cumplir 40 tacos con ganas de otros 40

Ya estรก. Me despido de los ยซtreinta y algoยป. Caduca cualquier excusa estilo ยซes que aรบn tengo treinta yโ€ฆยป. Se evapora la primera mitad de mi vida (siendo optimistas, claro). Paso a ser, oficialmente, un cuarentรณn. Y con tantas cosas grisรกceas pasando por el mundo, necesitado de lanzarme a por los siguientes cuarenta con ganas de luz, me decido a perpetrar el primer artรญculo de auto-autoayuda del mundo, para mรญ mismo. Para levantarme maรฑana con mรกs sonrisas que miedos. Allรก voy.
1) Saber que el mundo estรก lleno de gente que piensa que el mundo se va a la mierda. Esto, que parecerรญa malo, es bueno: de toda esa gente, hay mucha con ganas de cambiarlo. O intentarlo. Peor serรญa que el mundo se fuera a la mierda y todos pensรกramos que no lo hace.
2) El innegable hecho de que aรบn no he conseguido tocarme los dedos de los pies al agacharme con las piernas rectas. Porque soรฑar con llegar a hacerlo, algรบn dรญa, aunque sea en la dรฉcada de los cincuenta, mola.
3) Poder hacer yoga a diario, cuando y como me dรฉ la gana y sudar y ducharme y quedarme como Dios.
4) Tener la mayor y mรกs extensa biblioteca que ha existido jamรกs, a dos clicks de distancia. Conocimiento puro. En vena. Basta un poco de curiosidad para no aburrirse nunca.
5) Parรญs. O, como dice Woody Allen, que exista Parรญs. Que en un universo gigante y raro haya acabando existiendo. O Barcelona. O el cafรฉ del Real, en Madrid, chiquitito, acogedor, cรกlido. Algo infinitamente bueno tiene que haber en este mundo como para que hayan podido generarse cosas como estas.
6) Elegir, cuando me dรฉ la gana, por mal que parezca ir todo, que en realidad todo va de puta madre. Asรญ, a golpe de talonario emocional: decirse a uno mismo, cuando sea, que todo estรก yendo bien. Que de todo se aprende. Que hoy, ahora, es el mejor momento para estar aquรญ.
7) Los libros que tuve, los que tengo y los que tendrรฉ. Cada uno, con un micromundo en su interior.
8) Las ideas. Las dubitativas, pequeรฑas, frรกgiles y soรฑadoras ideas que, como semillas, una noche vas y las plantas y se convierten en รกrboles gordos como robles, sรณlidos, potentes. Que luego generan mรกs ideas.
9) Mis manos. Con sus cinco dedos cada una. Que a veces hacen cosas que me flipan. Que tocan. Que manosean. Que escriben. Mis manos (y las tuyas) son la leche.
10) Esos dรญas nublados, en los que parece que no va a salir el sol nunca, y de repente van y viran a maรฑana soleada, pasadas las diez, con su rayazo de sol gigantesco que te golpea la cara y te dice ยซยกToma ya, negacionista, ahรญ va trozo de solano en toda la frente!ยป y es imposible no alegrarse un poco.
11) Saber que, lo normal, es no haber vivido o ya haberlo hecho. Pero que estar vivo, hoy (yo escribiendo, tรบ leyendo) es como habitar en ese momento mรกgico, corto, entre la lenta subida y el rรกpido descenso de una gigantesca montaรฑa rusa, en que te asomas a la cumbre, miras alrededor, respiras hondo y flipas con lo que ves.
12) Todos los peores virus, enfermedades y dolencias del mundo mundial, juntas, amenazantes, pero que aรบn no me han atacado. Que quizรกs no me ataquen nunca, dejรกndome en paz durante los aรฑos venideros.
13) Las naranjas. Dulces. Fresquitas. Salidas de la nevera. Comidas a mordiscos jugosos. Ensuciรกndome las manos y la boca. Joder, poder seguir comiendo naranjas.
14) Bueno, y las neveras, ese milagro. Mรกquinas de frรญo enlatado para dรญas calurosos de las cuales salen mil maravillas venidas de continentes lejanos (y cercanos), listas para ser devoradas.
15) El cafรฉ con hielo, en verano. Y el hielo. Y el azรบcar moreno. Todo junto, a media maรฑana, entre una cosa y la otra, en silencio, idealmente con algo de sol tocรกndome el flequillo. Solo por eso ya valdrรญa la pena seguir levantรกndose.
16) Esa canciรณn de Serrat, Canรงo de matinada, que le encanta a mi madre, que siempre serรก mi madre, y mi abuela contรกndome la primera vez que oyรณ a Joan Manel en la radio, cantando Ara que tinc vint anys.
17) El olor de Barcelona. Y sonreรญr visualizando la dulce posibilidad de morirme, un dรญa, viejito, fumando un Golden Virginia en la terraza del Ateneu, oliendo ese olor de mar, barcos y peces. Chimpรบm.
18) El placer de los ruidos. Los cotidianos. Los menos grandilocuentes: una cucharita dentro de una taza, unos dedos golpeando la mesa, unas manos acariciรกndose, unos zapatos de tacรณn en una calle desierta, de madrugada, entre semana. Ruidos que nunca se grabarรกn en un disco. Pero que son la banda sonora del 90% de nuestras vidas.
19) Lโ€™avia Pepita y el dรญa en que me enseรฑรณ cรณmo cuidar un รกrbol cuando le habรญan hecho daรฑo. Su voz, que ya me encargarรฉ yo de que siga conmigo. Sรณlida como ese mismo รกrbol, que sigue plantado, creciendo, seguramente hablando con ella de vez en cuando.
20) Tus muertos. Los mรญos. Los de ellos. Los de mรกs allรก. Que estรกn mรกs vivos de lo que piensas. Porque lo de morir, seguramente, es mรกs timo que lo de las estampitas. Y si no me crees, ve y explรญcale a un รกtomo de las cuerdas vocales de Lennon que Lennon no estรก vivo. A ver quรฉ te dice.
21) Las ganas de llorar que no te aguantas, y vas y lloras con todo, con todos.
22) Las playas limpias. En algรบn lado.
23) Oler libros. Cuรกntos mรกs, mejor. En librerรญas viejunas. En barrios de ciudades chicas. O grandes (da igual: toda ciudad se hace pequeรฑa cuando encuentras una librerรญa de segunda mano). Los libros no los leo: los huelo. Seguir oliendo libros.
24) Ir al mercado, comprar vino, comida, verduras. Cocinarlas con calma, liando un cigarro, escuchando la radio. Mandar un Whastapp a mi chica, ยซhoy la cena la hago yoยป. Que llegue y le guste. Comerlo charlando de cosas triviales, ver una peli. Dormir en el sofรก.
25) Leonard Cohen. Las gentes como Leonard Cohen. Que sufren, comparten, avanzan, siguen. Hasta que un dรญa se levantan con menos pena que alegrรญa. Escriben otro verso. Lo cantan. Siguen.
26) Las casas con calefacciรณn a gas.
27) Las duchas calientes en maรฑanas de invierno en paรญses nevados. Vaho en los cristales. Toallas limpias e infinitas.
28) Las voces. Esos microinstrumentos contenidos en cada ser humano que habita el planeta, jugueteando con idiomas y tonos, vibrando. Cada voz humana es un universo que merece ser admirado.
29) La fiabilidad de las matemรกticas: saber que dos mรกs dos son cuatro. El placer de contar cosas fรกciles. Multiplicar por diez, dividir entre uno, restar ocho.
30) El nรบmero 3. Y el 33. Que una vez me dijo mi hermana que, por haber nacido en diciembre, tenรญa que ser mi nรบmero favorito. Me lo creรญ a pies puntillas y desde entonces lo ha sido. Asรญ. Por la cara.
31) La sonrisa de mi madre, que se va arrugando con los aรฑos. Que si tengo suerte verรฉ apagarse despacio. Y recordarรฉ aรฑos mรกs tarde, mientras la mรญa se arrugue, se apague, y dรฉ paso a otras.
32) La radio, ese invento que viaja por los cielos, transportando historias, que aterriza en mis orejas (curiosas) sin poner pegas, ambientando dรญas o tardes o noches de vida.
33) La luz, que nadie entiende del todo, pero que todos vemos cada dรญa, toqueteando cosas, informรกndonos de cuรกnto hay por el mundo, veloz como un cohete y eficiente como un contable. Rara, diminuta, casi infinita.
34) Las respuestas y consejos de mi padre.
35) Convivir con otros seres humanos que nacieron del mismo vientre del que salรญ yo, que no se parecen en nada pero lo comparten todo conmigo. Que si cuido y acompaรฑo sรฉ que me cuidarรกn y acompaรฑarรกn. Incluso si no lo hago. Mis hermanos.
36) Hablar y encontrar a alguien que escucha. Que dice que no. O que sรญ. O que tal vez. Dos universos separados que, palabra a palabra, se entrelazan. Se tocan.
37) Salir de casa con cuatro monedas en el bolsillo. Andar una calle donde hay tiendas y tenderos dispuestos a venderme cosas a cambio de mis monedas.
38) Los compaรฑeros de viaje, mal llamados amigos, que van llamando y respondiendo, peleando sus guerras, haciรฉndolas mรญas.
39) Todas las mujeres que se parecieron (un poco) a como yo las habรญa imaginado, y que creyeron (tambiรฉn) que yo podรญa ser como ellas me habรญan imaginado.
40) Ella, la que pasรณ de la imaginaciรณn al hecho. Que se parece mucho a una casa mรณvil, frรกgil, fuerte, con calefacciรณn, nevera, ducha, libros, canciones, cama. Con ventanas grandes. Y con una despensa que parece un mercado. Ella.
Ya estรก.
Ejercicio de autoayuda completado con รฉxito.
Soy un cuarentรณn.
ยกVamos!

รšltimo nรบmero ya disponible

#142 Primavera / spring in the city

Sobre nosotros

Yorokobu es una publicaciรณn hecha por personas de esas con sus brazos y piernas โ€”por suerte para todosโ€”, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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