7 cuadros imprescindibles de la colección Carmen Thyssen

5 de octubre de 2022
5 de octubre de 2022
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La colección Carmen Thyssen estrena nueva distribución. Las 180 piezas de la colección Carmen Thyssen elegidas pasan a ocupar la planta baja del Palacio Villahemosa, abarcando una porción importante de la historia del arte, de los ejemplos más antiguos a los más vanguardistas. 

Para que puedas organizar tu próxima visita al museo sin perderte nada, a continuación, te proponemos un recorrido a partir de siete de las obras pertenecientes a la colección Carmen Thyssen que puedes encontrar en la nueva instalación. 

  1. El jardín del Edén de Jan Brueghel, el Viejo (1902)

coleccion carmen thyssen

El Jardín del Edén de Brueghel ilustra un pasaje de la Biblia, el paraíso, que ocupó gran parte de la producción de pinturas bíblicas del pintor. En este cuadro, realizado entre 1610 y 1612, se pueden detectar las influencias de Rubens en las composiciones de Brueghel, con varios de los animales presentes en la obra derivados directamente de distintos trabajos del pintor flamenco. Ambos artistas mantenían una estrecha relación de la que dan fe, no solo la influencia de Rubens sobre Brueghel, sino también la obra  Adán y Eva en el Jardín del Edén, firmada por ambos. 

2. La soledad de Jean-Baptiste-Camille Corot

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Jean-Baptiste-Camille Corot pintó La Soledad hacia el final de su carrera. Acostumbrado a la pintura del natural, en el exterior, foco de gran parte de su producción artística, Corot no utilizó ningún lugar concreto como inspiración para La Soledad. Partió, más bien de un sentimiento, el de aquel que se queda atrás cuando los demás cruzan la última frontera. El sentimiento de Corot, en particular, nacía del fallecimiento de un amigo, el también pintor Constant Dutilleux.

3.  Orquídea y colibrí cerca de una cascada (1902) de Martin Johnson Heade

Hay un cierto acuerdo sobre que las pinturas en las que combina colibríes y orquídeas son las mejores obras de Heade. Pintado hacia el final de su carrera (y de su vida), Orquídea y colibrí cerca de una cascada es un ejemplo perfecto de esto. El interés de Heade en los colibríes motivó la decisión del pintor de trasladarse a Brasil con el fin de poder observar y pintar a los pájaros en su hábitat natural.

4.  Campo de coles de Camille Pisarro (1873)

De las pinturas de Camille Pisarro dijo Corot que mientras que él mismo prefería ver la vida en tonos grises y dorados, Pisarro tenía fijación por los verdes. Los cuadros del artista francés son un ejemplo perfecto de pintura impresionista con su obsesión por capturar la luz del sol sobre la hierba y su amor por el retrato de la naturaleza y aquellos puntos en los que se encuentra con la vida diaria de las personas.

5. Mata Mua (Érase una vez) de Paul Gauguin (1892)

La pintura de Gauguin se aleja de la realidad para componer una imagen nueva a partir de la combinación de elementos observados que pueden incluso identificarse en otras obras del pintor. El origen de los elementos presentes en Mata Mua puede rastrearse en sus viajes a Tahití. Varias mujeres se reparten por la composición en la que el autor retrata la adoración de Hina, deidad polinesia de la Luna. 

6.  La Ludwigskirche en Munich de Wassily Kandinsky (1908)

Esta obra presenta un tipo de pintura que pocos asociarían a la producción de Vasiliy Kandinsky. En su retrato de la iglesia de St. Ludwig de Munich el artista se basa en los principios del puntillismo de Signac para ofrecer su propia reinterpretación de la técnica, de la que se aleja buscando el contraste entre las masas de colores vibrantes que corresponden a las personas presentes en el cuadro y el fondo oscuro. 

7. Los segadores de Pablo Picasso (1907)

Esta pintura es una de las más importantes dentro de la colección Carmen Thyssen. No solo porque es de Picasso, uno de los artistas más reconocidos mundialmente sino también porque Los segadores es una de sus últimas obras antes de la adopción del pintor del cubismo propiamente dicho. El cuadro retrata a varios personajes en un campo segado en un estilo que si bien no puede considerarse puramente cubista, ya ofrece una descomposición de los motivos en formas más simples. 

 

La nueva organización de la colección Carmen Thyssen sigue los criterios que articulan la colección permanente. En primer lugar presenta una sala dedicada a la pintura antigua en la que destacan la escuela holandesa y el vedutismo italiano del siglo XVIII. A partir de ahí, la colección ofrece un recorrido que termina con el arte del siglo XX pasando por las grandes obras impresionistas de la colección, el neoimpresionismo y las vanguardias europeas. Dentro de las obras destacan las de artistas como Gauguin, Munch, Van Gogh, Monet o Joan Miró. 

La raíces de la colección Carmen Thyssen se hunden profundamente en la propia colección familiar, con gran parte del fondo procedente de la herencia de la familia Thyssen, pero con considerables ampliaciones desde 1993. Una porción importante de los refuerzos de la colección de Carmen Thyssen se concentraron en la disciplina paisajística, de acuerdo con el gusto personal de la propia baronesa Thyssen.

Para visitar la colección Carmen Thyssen y disfrutar de estas siete obras, las entradas están disponibles aquí

 

*Bonus track: La imagen de portada es el cuadro Nedicks (1987) de Richard Estes y también forma parte de la colección Carmen Thyssen. 

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