Aunque creamos que la experiencia es un valor por sí solo, el aprendizaje también viene de los que llegaron después. «Los jóvenes están dando una lección a los que somos mayores». Así lo explica el gestor cultural y asesor de Absolut Eloy Martínez de la Pera, que se felicita de que la generación Z transite libre por territorios inexplorados.
«Venimos de generaciones en las que muchos conceptos han creado conflictos en la historia. Ellos no entienden esos conceptos y debemos aprender de esa ausencia sana de prejuicios. No se han subido a un carro de la libertad como hemos subido nosotros por experiencias de la vida. Han nacido así, han vivido con menos de esos prejuicios» continúa.
[pullquote]Este año queríamos contar que para estos jóvenes no existen conceptos como bandera, como frontera, como nación. Son gente completamente digital y su mundo es uno y es internet[/pullquote]
A tenor de las sensaciones que dejó el festival Absolut Manifesto en Madrid, lo que parece inequívocamente mejor que cualquier tiempo pasado, es el presente y la generación que lo está transformando.
Por eso tenía sentido la propuesta de la tercera edición de Absolut Manifesto, un programa cargado de disrupción sonora, de arte visual y de reivindicación al respeto a la identidad de cada uno, a la patria individual de cada cual. «Creo que hemos conseguido vivir dos días inolvidables. Por los músicos, por los artistas que han desfilado y por un público que ha convertido la experiencia en única», cuenta Martínez.
En ese ecosistema, la descarga de orgullo LGTBQ+ de Mykki Blanco vino a ser como el manifiesto en el Manifesto. Una catarata de activismo musical de desbordante desparpajo. Por su parte, Yves Tumor reventó el Pabellón Satélite de la Casa de Campo de Madrid con un desafiante directo repleto de psicodelia transfronteriza, samples de sonidos eternos e intencionadamente indeterminada sexualidad.
Las sesiones de DJ Tennis o de HVOB y las descargas de Chico Blanco y Topanga Kiddo fueron también el reflejo de lo que Eloy Martínez afirma que es el relato de este Absolut Manifesto 2020, expresado en su motto, #WeAreFrom Internet. «Este año queríamos contar que para estos jóvenes no existen conceptos como bandera, como frontera, como nación. Son gente completamente digital y su mundo es uno y es internet. Escuchan música, no saben de dónde viene y no les importa de dónde viene. No se preocupan con quién están jugando ni les importa la nacionalidad de la persona con la que están jugando. Intercambian información y no les preocupa si hay cuatro fronteras o tres mares entre ellos», señala el embajador Absolut.
No visuals, no fun
Por eso, también al arte visual era una de las patas del Manifesto. En un mundo en el que el lenguaje reinventado de las personas es totalmente visual, un festival que no contempla esta parcela es un festival casi decimonónico.
Eloy Martínez cuenta con entusiasmo el espíritu colaborativo y unitario de Uncommon Gateway, un viaje digital alrededor del mundo con paisajes
imaginarios soñados y creados por seis artistas de seis puntos diferentes del planeta, cada uno en su ordenador.
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La pieza se abre con la visión de la artista Natalia Stuyk en la que examina la obsesiva relación que tiene el espectador con Internet, introduciendo cuerpos y caras humanas con comportamientos relacionados con la adoración y los rituales en paisajes digitales abstractos.
Continúa con Akihiko Taniguchi, que revela un entorno visual tridimensional por el que van avanzando dos avatares que son el alter ego del artista.
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A continuación, el dúo formado por Ines Alpha & Panteros 666 presenta el Planeta TER Hyper Alliance por el que se desliza una nave futurista antigravedad a través de la realidad virtual.
Este fragmento se enlaza con el de Sevi Iko Dhomochevsky , que trata espacios virtuales abandonados que son repoblados por nuevas formas de vida no orgánica, cuyo origen es desconocido y virtual.
Serafín Álvarez es el encargado de cerrar la pieza mostrando un lugar en el que la naturaleza salvaje se ha abierto camino entre viejos restos procedentes de un pasado industrial catastrófico hecho con tecnología de videojuegos.
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El resultado es una serie de reflexiones en las que los artistas muestran nuevos territorios e identidades ficticias creados a partir de lo ya conocido y establecido. La utopía a partir de lo vivido. Como dice Martínez, el arte visual «tiene que tener presencia en un festival de hoy porque el público no entendería Absolut Manifesto sin ello, se fijen más o se fijen menos».
En la parte más performativa, El dúo creativo compuesto por Andrea Muniain y Adina L. Velázquez participó en las dos noches con The bodies are manufactured, una performance en tres actos que reflexiona sobre cómo se pueden construir nuevas concepciones del cuerpo humano por la influencia del entorno digital y virtual.
Como explica Eloy Martínez, «es maravilloso evolucionar, cambiar. La performance hablaba de hasta dónde llegamos a la hora de transformar nuestro propio cuerpo. En Japón, la gente se está interviniendo con su foto filtrada por Instagram para parecerse a ese yo digital. Ya no llevan la foto de Angelina Jolie. Empezamos a querer a nuestras identidades digitales. Hay gente que se quiere parecer a sus memojis».
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Viene ocurriendo desde el origen de los tiempos. El hombre nace libre y, desde ese preciso instante se le comienzan a poner límites que cercenan su potencial. Alguien te dice que dejes de dibujar y dejas de aprender a dibujar. Alguien te dice que dejes de hacer el ganso y dejas de aprender a expresarte con el cuerpo. Ni mencionamos cuando alguien abre en canal tus libertades individuales. Por eso es necesario que un encuentro cultural como Absolut Manifesto desafíe los límites de lo que uno entiende por mundo y presente. Es posible que, si pasas de los 40, te cueste entenderlo pero, como decía Marty McFly en Regreso al futuro, «le encantará a vuestros hijos».