Amaia Arrazola sintió que ejecutaba «un salto al vacío» cuando cambió Madrid por Barcelona como lugar de residencia y dejó su puesto de copy en una de las principales agencias de publicidad del país para trabajar como ilustradora freelance.
«Cuando dejas de tener todo eso (un trabajo fijo, un horario, un sueldo…) tienes mucho más tiempo para dedicarlo a lo que quieres pero también mucha más inestabilidad». Como a otros muchos, le tocó «espabilar» para poder labrarse una carrera por cuenta propia.
Aquel vértigo inicial se fue convirtiendo poco a poco en un estilo de vida. «No me imagino mi día a día sin dibujar. Tengo una profesión que se me ha pegado demasiado a la personalidad. Soy lo que hago. Soy lo que dibujo. Es mi manera de expresarme y si no hiciera esto no sé muy bien qué haría. Si me pongo a imaginar en otra vida posiblemente sería jardinera», dice.
Hay tanto de Amaia Arrazola en los dibujos de Amaia Arrazola que a la ilustradora le cuesta definir su estilo. «Hay muy poca distancia. El estilo no es más que el resultado de lo que tienes en la cabeza más lo que te permite tu mano». En su caso, dice, esa ecuación adquiere más sentido, si cabe, al no disponer de una formación artística académica: «Mi estilo es lo que me sale».
De todos los calificativos recibidos por su trabajo, el de naíf es uno de los más recurrentes. Incluso llegó a buscar su significado en el diccionario. «Vi que significaba: «Que representa la realidad afectando la ingenuidad de la sensibilidad infantil y se caracteriza por una gran simplicidad en las formas, el uso de colores muy vivos y el rechazo del academicismo técnico.» Quitando lo de la sensibilidad infantil veo que se acerca bastante a lo que hago, pero no es algo que busco».
Naíf o no, los personajes que llevan el sello Arrazola son claramente identificables. «Tal vez tengo más facilidad para trabajar a los femeninos pero supongo que es porque soy mujer. Uno siempre dibujar mejor lo que mejor conoce».
A la hora de trabajar no se considera metódica ni maniática: «Desde el principio me di cuenta de que tenía que poder dibujar en casi cualquier parte. Mientras haya wifi, papel y boli puedo hacerlo ya sea en una mesa, en el campo, con el ordenador encima de un cubo de pintura en medio de la calle…». Con lo único que se muestra algo más rigurosa es con los rotuladores: «Dependiendo de la línea del dibujo utilizo un tipo u otro. El grosor del dibujo le da mucha personalidad, y puede expresar distintas cosas».
La gente por la calle, los viajes «y todo lo que veo (arquitectura, fotos, moda…)», dice, puede convertirse para ella en foco de inspiración en un momento dado. «Soy muy visual», reconoce. Y nada rencorosa. De ahí que nunca se quede con lo malo, ni siquiera en lo que respecta a su trabajo. «Prefiero escuchar los comentarios desde una perspectiva constructiva. Una vez un editor me dijo que me faltaba mundo y eso me gustó. No ser refería tanto al trabajo como a la forma de llevar la vida, pero me llegó».
Durante en mes de enero, Amaia Arrazola regresará a Madrid esta vez para acercarse a la plaza de Callao para ver cómo lucen algunos de sus proyectos en las pantallas gigantes de Callao City Lights.
Desde Uruguay,Me interesan y me divierten muchas de vuestras notas
Que buen blog que teneis tiene post muy interesantes 😉