Arte del calibre 22

23 de agosto de 2010
23 de agosto de 2010
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Quería quitar el poder destructivo a las armas y convertirlas en una herramienta de creación. Por eso Walton Creel decidió usar su rifle para hacer arte, un arte a balazos.

Piensa en armas de fuego y animales… ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza? ‘Caza’ sería la respuesta de la mayor parte de los mortales a los que se les formulara esa pregunta. Para todos menos para Walton Creel. Este estadounidense hubiera dicho ‘Arte’.

Este artista de Alabama aprendió de niño a usar armas de fuego, como todos los niños de los estados sureños del país. Su padre le regaló por Navidad un rifle calibre 22 cuando tenía 15 años. Sin embargo, nunca le gustó cazar, y con 34 decidió darle una nueva utilidad al citado regalo.

Así fue como se empeñó en demostrar que las balas también podían tener un fin artístico y no meramente destructivo. Cuando tomó la decisión de hacer arte con un arma no estaba muy seguro de cómo hacerlo, pero sí de que quería hacer algo diferente. “Cogí un lienzo, me dirigí a un bosque solitario y empecé a experimentar distintos métodos para incorporar las armas en mi arte”, dice Creel, “fue después de varias sesiones de tiro al lienzo, desde distintos ángulos y distancias, cuando la técnica empezó a tomar forma. En concreto, fue al disparar muy cerca del lienzo cuando comprobé que el efecto del rifle se parecía más al de una taladradora que al de un arma de fuego”.

Del lienzo pasó a láminas de aluminio y después a éstas pitadas de blanco donde imprimía la silueta sombreada de un animal. El primero en salir fue el ciervo. Con él experimentó durante un año hasta crear y perfeccionar la técnica. Al ciervo le siguieron otros animales de la fauna local: una ardilla, un conejo, un búho, una zarigüeya o un reyezuelo. Todos ellos conforman la serie ‘Deweaponizing the gun’ (Desarmando el rifle).

“Tardo una media de un año en hacer cada uno de mis trabajos, de 1,8 por 1,2 metros. Primero diseño el patrón, después preparo el material y por último disparo. Cada agujero de bala tiene planificado su lugar sobre el patrón, y si algo no sale conforme a lo previsto, lo normal es que la pintura se desconche y la imagen se estropee. Eso hace que deba disparar miles de veces en cada pieza y eso lleva su tiempo”, explica Walton Creel.

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Armas
Más de 11.000 personas mueren cada año en EEUU víctimas de las armas de fuego y ese país goza del dudoso honor de ser el que cuenta con la población más armada del mundo, a pesar de no vivir en guerra. En este entorno, en el que defensores y detractores de las armas mantienen una dura rivalidad, es fácil entender que una y otra parte hayan querido utilizar el trabajo de Creel para teorizar sobre su posición en el tema de la posesión de armas.

El hecho de que haya sustituido la caza por una actividad tan peculiar como liarse a tiros contra planchas de aluminio para generar un efecto de silueta estampada o el haber afirmado en repetidas ocasiones que “de la caza a la guerra, de la defensa personal a las prácticas de tiro, el arma ha sido un símbolo de poder y destrucción” y que su intención es desarmarla y darle otro destino, ha hecho que muchos vean su trabajo como una propuesta que apoya la prohibición. Sin embargo, otros lo ven como una reafirmación de sus derechos, en este caso, el de tenencia y uso de armas de fuego.

Sin embargo, Creel no se moja. Tiene muy claro que si la gente que mira su obra la asociara con alguna postura política o ética, el trabajo se empobrecería. “Quiero que la gente mire mis cuadros sin ninguna idea preconcebida sobre su significado y me encantaría que estos trabajos inspirasen a la gente a pensar sobre este tema para que puedan sacar sus propias conclusiones. Pero de igual forma me encanta cuando veo que hay gente que disfruta simplemente con la estética de la obra, sin necesidad de buscar un significado o postura política”, concluye Walton Creel.

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Artículo publicado en el número de julio de Yorokobu.

5 Comments ¿Qué opinas?

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