Hace unos días, en un auditorio en Cornellà, Barcelona, se enfrentaban dos películas. Una de ellas era Monsturd (2003), un film que, en pocas palabras, cuenta la historia de un asesino en serie que vuelve de la muerte convertido en una enorme montaña de mierda debido a un accidente en un laboratorio genético.
La otra era Nukie (1988), un loco plagio sudafricano de E.T. el Extraterrestre. En este caso, no es uno sino dos, los extraterrestres que llegan a nuestro planeta. Uno aparece en Estados Unidos, donde es estudiado por la NASA. El otro, Nukie, lo hace en medio de África, desde donde tratará de reencontrarse con su hermano. Para ello, se enfrentará a una tribu que lo considera un dios maligno. Viendo su aspecto, sorprende más bien poco que lo hagan.
Finalmente, el público, que era el encargado de decidir la ganadora del duelo, optó por Nukie, dirigida por Sias Odendaal y Michael Pakleppa, y que está internacionalmente considerada como una de las peores películas jamás rodadas.
Durante su rodaje, la cinta sufrió innumerables problemas de producción, como, por ejemplo, que los muñecos de los extraterrestres estaban mal diseñados para ser utilizados por niños. Estos solo podían usar los trajes durante tres o cuatro minutos seguidos antes de correr el riesgo de asfixiarse. No obstante, o quizá precisamente por su baja calidad, Nukie ha ido ganando notoriedad con el tiempo entre los fanáticos del cine de serie B como un ejemplo de todo lo que no debe hacerse al rodar una película.
Un oasis cinematográfico junto a Barcelona
Precisamente un grupo de estos fanáticos se reunieron, entre el 19 y el 22 de septiembre, en el marco del B-RETINA, el Festival de Cinema serie B de Cornellà.
Aunque quizá algunos lo hayan enterrado en su subconsciente debido a que de adultos tengan unos gustos, digamos, algo más refinados, lo cierto es que el cine de serie B ha desempeñado un papel fundamental en la formación cultural y emocional de varias generaciones.
Este tipo de películas siempre se han caracterizado por sus propuestas arriesgadas, creativas y apasionadas, que suelen estar, como hemos visto, muy alejadas del cine convencional que solemos ver en las salas comerciales.
Por noveno año consecutivo, este festival ha contribuido a mantener viva esta rama de la tradición cinematográfica, creando una plataforma que permite celebrar el cine de bajo presupuesto y reivindicar su valor cultural. Todo en una atmósfera relajada y festiva, animando a los asistentes a disfrutar del cine desde una perspectiva menos seria y más lúdica.
Este año, el festival arrancó con un homenaje a la figura de Paul Naschy, con el estreno mundial de Crotón El Grande (2024), una película escrita por el mito del cine de terror español que no pudo llegar a terminar en su momento. Luis Colombo, colaborador de Naschy en filmes como Empusa (2010), ha sido el encargado de hacerlo y también de presentarla ante los asistentes al festival.
La Sección Oficial de B-RETINA
Como cualquier festival cine que se precie, en B-Retina también se presentan películas y cortometrajes a concurso. Este año, la sección oficial destacó por su propuesta de «mezclas imposibles», según los organizadores.
Entre las películas presentadas estaba Stitches (2023), un peculiar filme de terror en el que los personajes son marionetas hechas de calcetines. También se pudo ver The Invisible War (2023), que mezcla artes marciales y religión para contar la historia de unos monjes ortodoxos karatekas.
En el festival también se proyectó Mamántula (2023), una película española dirigida por Ion de Sosa, donde una araña alienígena hambrienta de sexo provoca el caos en una ciudad. Una obra que ha generado mucha controversia en su paso por otros festivales y que está considerada por el director del festival, David Bravo, como una de las más salvajes del cine español reciente.
También pudo verse Sexión continua (2023), dirigida por Marta Montes, una de las directoras que está llamando más la atención en la escena underground española. La película es una colección de historias cortas que explora la transgresión sexual y las perversiones humanas, combinando una estética experimental y un presupuesto mínimo. Un viaje sensorial lleno de provocación, con influencias del cine de autor y elementos de film noir, expresionismo alemán y retrofuturismo.
Por su parte, The Emu War (2023) es una desternillante comedia de acción basada en un evento real que ocurrió en Australia en 1932, cuando el gobierno intentó controlar una plaga de emús con el ejército. La película lleva esta absurda situación al extremo, retratando a los emús como máquinas asesinas armadas con metralletas, enfrentándose a un pelotón de soldados liderados por un mayor que busca venganza. Finalmente, fue esta la película que se llevó el galardón a mejor película del festival.
El festival también proyectó Os Trapalhões na Guerra dos Planetas (1978), una parodia brasileña de Star Wars protagonizada por el grupo humorístico carioca Os Trapalhões. La película, que combina efectos especiales rudimentarios con chistes locales y ofrece versiones cómicas de personajes icónicos como Luke Skywalker y Darth Vader, es todo un monumento al cine bizarro.
Una película rodada gracias a un premio de la lotería
Pero quizá el momento culminante del festival de este año fue el homenaje al actor Antonio Mayans. Esta leyenda de 85 años sigue en activo, cuenta con más de 200 películas en su carrera y que ha colaborado con directores icónicos como Jess Franco y Paul Naschy, lo que le convierte en una figura clave en el cine de culto.
El festival le rindió tributo al concederle el premio Golden Ticket 2024 y al proyectar Camino solitario (1984), una película dirigida por Jess Franco en la que Mayans interpreta a un detective privado envuelto en un thriller erótico lleno de giros inesperados. Un film que el actor reconoció que se rodó sin guion y gracias a que a Franco le tocó 1 millón de pesetas en la lotería nacional de la época.
David Bravo, director del festival, destacó que Mayans ha construido una carrera fascinante sin protagonizar grandes titulares, y que representa el espíritu del cine de género que B-RETINA celebra: riesgo, autenticidad y dedicación. El premio es «la forma de decirle gracias por haber dado vida a tantos personajes que, aunque nacidos en las sombras del cine de serie B, brillan con luz propia en la memoria colectiva».
Cada edición del Festival B-Retina nos recuerda que el cine es, ante todo, un acto de amor y libertad creativa. Un espacio para disfrutar. Y este año lo han vuelto a hacer.