Paper Sessions by OCB: Bejo nos presenta su ‘pene drive’

Bejo pene drive

Parece recién vomitado por un unicornio puesto de ácido. Bejo está enfundado en un chándal de colorido lisérgico. Con zapatillas, calcetines y gorra a juego. Con discurso a juego. Con ese atuendo llamaría la atención en cualquier ambiente, pero en el paisaje volcánico de su Tenerife natal destaca aún más. La ladera negra del Teide, envuelta en bruma, sirve de impactante escenario para la primera Paper Sessions by OCB outdoors, protagonizada por este rapero canario.

Borja Jiménez, aka Bejo, hace las cosas un poco porque le gustan, sin pensar si pueden tener cierto recorrido. Graba sus canciones en casa. Produce sus propios vídeos, en los que suele salir con disfraces del chino y estilismos loquísimos. Todo este estilo amatorial no se corresponde con las cifras que amasa y la popularidad que gana día a día como artista. Esta creció de forma considerable durante el confinamiento cuando creó la canción #Fiestaenlaterraza, que se volvió viral. Lejos de aprovechar este golpe de suerte, el rapero decidió donar todo lo ganado con ella a la lucha contra la covid.

Paper Sessions by OCB es la plataforma musical que da voz a todos los artistas que creen en el poder de la música para cambiar el mundo. Paper Sessions by OCB ya cuenta con dos exitosas ediciones. Artistas como Bad Gyal, The Drums, Kommode, Triplego, Gabriela Richardson o Jarreau Vandal. Puedes saber más del proyecto en Paper Sessions by OCB

La pandemia también le pilló a él con proyectos a medio terminar. Uno de los que más ilusión le hacía era una exposición en Madrid. Porque Bejo también es ilustrador. «Siempre me ha gustado la pintura», explica sentado sobre una roca en posición de loto, como si fuera el monje de una religión extraña. «Aunque no sé yo, si la gente no me conociera por la música, poco interés habría despertado», confiesa con una sonrisa.

La carrera de Bejo ha crecido ligada a la del cantante Don Patricio. Amigos desde niños, juntos fueron nominados al Goya a la Mejor Canción en 2012 por  Nuestra playa eres tú, donde se notan influencias de un hip hop más clásico, entroncando con referentes patrios como Tote King o Nach Scrach. Después, montaron el grupo Locoplaya, junto con Uge, el tercer integrante, de sonidos más traperos, alegres y tropicales. El éxito de este grupo no ha impedido que desarrollen carreras en solitario de forma paralela.

Es un rapero, pero no se identifica con muchos de los códigos del género. No usa cadenas de oro, sino colgantes del Pájaro Loco o borlas que parecen sacadas de una cortina gigante. No farda de dinero y mujeres, sino que cuenta historias normales, con las que cualquiera puede sentirse identificado. Es original. Es refrescante. Como canta en Avarisocio, llevándole la contraria a Pitágoras, «el orden de los factores sí altera el producto, pero es que yo no soy producto».

Bejo no es un producto y eso se nota en su discurso. Habla suave pero certero, disparando ideas a bocajarro, subrayando cada frase con una sonrisa. Juega con las palabras, las manosea y arrejunta formando aliteraciones hipnóticas hasta conseguir el efecto que busca. Esto se ve en canciones como Poco, que cantó bajo el volcán Paper Sessions by OCB outdoors. O en su famosa Andando al andén, auténtica orfebrería rapera en la que las palabras parecen rebotar en múltiples ecos. También se nota esta tendencia a jugar con el lenguaje en esta entrevista.

Bejo salpica su discurso de neologismos. Habla de sus dibujos, o dibejos como a él le gusta llamarlos. Del bejismo, «no es que yo me crea crea que tengo una corriente artística ni nada, ¿eh? Es más una manera de incitar a la gente a tomar su propio camino, que no tenga miedo o vergüenza en hacer lo que le guste. Que tire pa’ lante», defiende. Y de repente saca su pene drive.

Bejo no ha sacado un disco. Las nuevas generaciones ya no consumen música de esa forma y Bejo lo sabe. Él mismo, nacido en el 94, no ha comprado un disco en la vida. «No tendría ni dónde ponerlo». Por eso ha publicado su último LP ChachiChacho en formato pen drive. «En formato pene drive», corrige el artista. El aparato, efectivamente, tiene forma genital. La misma forma, sencilla, de trazo infantil, que se ha convertido en algo así como su símbolo.

El pene drive de Bejo no es un disco al uso por razones evidentes. Pero lo más llamativo no es su forma fálica. El USB contiene no solo sus canciones, sino sus dibujos (sus dibejos, perdón), vídeos y unos cuantos extras. Es el trabajo de un artista que no puede condensarse en un vinilo o una lista de Spotify.

ChachiChacho mantiene el tono festivo y relajado de Bejo, a pesar de haber sido grabado en lo más duro de la pandemia, cuando el confinamiento nos encerró en casa. «Esa época de estar en casa me vino bien para trabajar», reconoce el artista. «Empecé poco a poco en casa con el micro, con la tarjeta, y casi que me hice el disco entero ahí». Bejo defiende así su independencia creativa, signo de una generación que no espera que las cosas pasen, sino que las hace pasar con los recursos que tiene a mano.

Los proyectos se le acumulan. Más allá de este tercer álbum, Bejo quiere retomar su faceta como ilustrador. Justo antes de la pandemia preparaba su primera exposición en solitario en Madrid, y desde entonces ha aumentado su colección de dibejos. Tampoco quiere dejar de lado el proyecto de Locoplaya. Tiene muchos frentes abiertos y muchas ganas de pelearlos. Viéndole con su uniforme de camuflaje en tonos pastel, rapeando en el volcán, uno tiene la sensación de que puede hacerlo. Bejo puede con todo.

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