En España, país que vive en constante idilio con bares y cafés, se sale a beber, a comer y a charlar. No es eso, sin embargo, lo único que se pude hacer en un café. Quique Arias y Tamara Marqués quisieron hacer de La Bicicleta Cycling Café un lugar que no fuera de paso. A La Bicicleta puedes ir, atención, en bicicleta, aparcarla dentro y quedarte a trabajar.
Quique Arias es diseñador gráfico. Vivió fuera de España y fue allí donde conoció hace algunos años el concepto de café como espacio de trabajo. Además, es un enamorado de la cultura de la bici. Con Tamara Marqués, que venía de trabajar en líneas aéreas, comparte esa pasión por el pedal y, llegado el momento, compartió también la idea de crear algo similar en el barrio donde hacían vida: en Malasaña.
«Queríamos dar un cambio a nuestras vidas», explica Marqués. Así nació el que es, salvo alegato contrario (comenten abajo), el primer cycling café de España. La Bicicleta se congifura a base de mesas amplias y corridas y largas encimeras junto a las ventanas, que se comparten, que permiten multitud de puestos de trabajo y que cuentan con lugares para dejar el portátil mientras te acercas a la barra o al baño.
«Ni decoradores ni hostias», dice la cofundadora del local. Todo se ha hecho a base de mucho trabajo y natural querencia por el Do-It-Yourself. al local llegaron un poco de casualidad. Llevaban mucho tiempo viéndolo desocupado cuando pasaban por la puerta. Un día, a finales del año 2011, llamaron para preguntar si había posibilidad de darle vida. La cosa comenzó a moverse.
Desde entonces, todo ha sido una mezcla de ilusión, esfuerzo y travesía por un valle de lágrimas. «Hemos estado un año luchando entre la negociación y el papeleo. Es desesperante la dificultad que ponen las administraciones», se queja Quique.
El espacio tenía todo lo que necesitaban: grandes ventanales, un gran espacio y, claro, la condición sinequanon: estaba en Malasaña. «Lo que soporta el concepto es la promoción del uso de la bici en la ciudad. Queremos que sea un punto de encuentro de aficionados a la bici, sobre todo urbana, pero de cualquier disciplina. Era un rol que asumían las tiendas, pero creemos que este espacio es más adecuado para la reunión», cuenta el diseñador.
Más allá del tiempo que se puede pasar allí trabajando, La Bicicleta Cycling Café apuesta por talleres, exposiciones y eventos relacionados con el mundo de las dos ruedas. Quique no cree que la rentabilidad del local venga de este tipo de actividades. Por eso no sienten la necesidad de organizar cosas ajenas a la temática ciclista.
La curiosa historia de «La mejor máquina de café del mundo»
Algunos meses antes de abrir, Quique y Tamy comenzaron una carrera. La de conseguir la mejor máquina de café del mundo. Al fin y al cabo, La Bicicleta es un café, y en los cafés se ofrece café. Para el que no lo sepa, lo de las máquinas de café funciona como los teléfonos móviles y la permanencia. La tecnología, en muchos casos, no se paga a tocateja sino que se ‘financia’ a través de la fidelidad a determinada marca de café.
«Queríamos, por un lado, dar la oportunidad a la gente que sentí empatía por le proyecto, de colaborar fácilmente. Por el otro, tener nuestra máquina en propiedad nos permite ser independientes a la hora de seleccionar el tostador», cuenta Quique. Reconocen que «quizás la frase de la mejor cafetera es un poco pretenciosa», pero les ha servido para dar visibilidad al proyecto ya que la han financiado a través de crowdfunding.
Las ventajas son claras. Ahora eligen al tostador que quieren, siempre pequeño, y no se deben a la dependencia con ningún mayorista. El café, además, no es más caro para el cliente. «El margen es más pequeño, pero es absolutamente asumible. quien te vende un café de 3 euros se está llevando mucho más de lo que debería», advierte el copropietario de La Bicicleta.
Ahora, además, ahorran en móvil. «Nuestros amigos dicen que es el Cheers de Malasaña. Ya no quedan, pasan por el café y se encuentran. ¿Quién quiere Whatsapp?».
Café y bicis para currar fuera de casa
