El coche volador ha llegado (y Uber se apunta a la fiesta)

22 de marzo de 2018
22 de marzo de 2018
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«La oscuridad invade el Estadio Olímpico. Miles de personas aguardan, impacientes, el gran momento de la noche –del año, de la década–. Están a punto de vivir algo irrepetible: el día de hoy, 24 de julio de 2020, pasará a la historia como el día en el que el SkyDrive, un coche volador, encendió el pebetero de los Juegos Olímpicos de Tokio».

Herederos de ‘Blade Runner’

El 11 de septiembre de 1973 un general con nombre de payaso dio un golpe de estado que acabó con una democracia y con la vida de Salvador Allende. Ese mismo día, en Estados Unidos, el AVE Mizar, el primer coche volador de la historia –un híbrido entre automóvil y aeroplano– se estrelló en un vuelo de prueba acabando con la vida de sus creadores, Henry Smolinski y Hal Blake, ambos a los mandos.

45 años después, el sueño de Smolinski y Blake está a punto de hacerse realidad: la empresa holandesa PAL-V acaba de presentar en el Salón del Automóvil de Ginebra el PAL- V Liberty, un coche volador que ya ha empezado a comercializarse –con precios que oscilan entre los 300.000 y los 470.000 dólares según el modelo– y que se entregará a partir del año 2019.

Dos mil diecinueve.

PAL-V Liberty
PAL-V Liberty

Curiosamente, el mismo año en el que transcurre Blade Runner, con Harrison Ford persiguiendo replicantes a bordo de su spinner.

Nada más verlo, el PAL-V Liberty evoca a aquellas espectaculares naves de la serie de juguetes G.I Joe. Se trata de un vehículo de tres ruedas y del tamaño de un coche convencional. Cuenta con una hélice desplegable cuya forma de propulsión se basa en dos motores de avión, alimentados con gasolina.

El Liberty, según afirma la compañía, cumple con la normativa tanto de coches como de aeronaves en Europa y Estados Unidos y podrá ser pilotado por carretera y por aire –previa adquisición de una licencia de piloto–. Un sueño hecho realidad para todo niño que alguna vez jugó con el capitán Duke o Storm Shadow.

El Liberty, sin embargo, no puede hacer despegue y aterrizaje verticales, para lo cual necesita una distancia de unos 100-160 metros. El despegue vertical es lo que pretende la compañía estadounidense Terrafugia  –recientemente adquirida por la empresa china Geely– con su prototipo TF X. Terrafugia ya tiene experiencia en este tipo de vehículos: en 2012 presentó Transición, su primer coche volador –aunque sería más correcto llamarle «avioneta con las alas desplegables que puede circular por carretera»–.

Por su parte, la empresa eslovaca Aeromobil, siguiendo el mismo concepto que el Transición, ha creado el modelo Aeromobil 4.0, otro híbrido con las alas retráctiles. La empresa mostró su prototipo en la feria Paris Air Show de 2017 donde anunció que el vehículo saldrá a la venta a partir del año 2020 por unos –asequibles– 1,6 millones de dólares.

Pero si hay alguien que está trabajando muy en serio en un vehículo aéreo con despegue vertical, ese es el proyecto japonés Cartivator. Y su objetivo es conseguir que pase a la historia con una hazaña olímpica.

Tokio 2020, un bautismo olímpico… ¿demasiado tardío?

«El silencio invade el recinto. El público está nervioso y los atletas, reunidos en el centro de la pista, aguardan con impaciencia. El momento se acerca».

«Las enormes pantallas del estadio se encienden. En ellas, una toma aérea muestra al gran deseado, el SkyDrive, que se desplaza a gran velocidad por una calle abarrotada de espectadores. Un gran grito de excitación invade el coliseo tokiota. Tras varios segundos, la imagen cambia y una toma general muestra cómo el automóvil encara la entrada del recinto. Los gritos aumentan. El vehículo desaparece por la puerta  por la que, minutos antes, entraron las comitivas de todos los países participantes. Durante unos segundos reina la  incertidumbre».

«De pronto, un sector del estadio grita con fuerza».

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«El vehículo acaba de aparecer dentro del recinto y encara la pista de atletismo. El estadio revienta en un gran alarido. El pequeño SkyDrive, con su cúpula azul, comienza a recorrer la pista mientras el conductor saluda a todos disfrutando de sus 15 minutos de gloria. En su mano se encuentra la antorcha olímpica».

Cuando los ingenieros del grupo Cartivator fijaron su objetivo principal, lo tenían muy claro: el SkyDrive debía estar a punto para ser el último relevo de la llama olímpica en Tokio 2020.

Para ello, este equipo de 30 ingenieros cuenta con una poderosa ayuda: el apoyo económico del gigante Toyota, que se ha comprometido a aportar cerca de 300.000 euros en tres años. Aparte del apoyo económico, el equipo cuenta con la ayuda de Masafumi Miwa, uno de los mayores expertos en el mundo de los drones.

A día de hoy, el SkyDrive se postula como el vehículo volador eléctrico más pequeño y ligero del mundo, con un aspecto similar al de un dron y capacidad para una persona. Los planes de futuro del equipo son poder comercializar el producto a partir de 2025. Aunque esta fecha quizá sea demasiado tardía viendo la gran cantidad de competencia que existe.

Taxis aéreos: Airbus, Uber, Ehang… ¡incluso Google!

Con un poco de imaginación se pude visualizar la escena:

Es mediodía en una megaciudad cualquiera del mundo. Un grupo de taxistas, con cara de pocos amigos, rodean un coche de Uber. Junto a este, su conductor, con la misma mirada que pondría  Jackie Chan rodeado de enemigos, se prepara para su destino.

Los taxistas se acercan al invasor, parece que el empleado de Uber está perdido. Hasta que, de pronto, se oye el sonido de unas hélices. Un vehículo volador aparece a gran velocidad y se sitúa encima de grupo. Es un UberAir.

Una escalera de mano se despliega desde la aeronave. El conductor se agarra a ella y el taxi volador emprende el vuelo en el momento justo en que los taxistas se abalanzan sobre él sin poder agarrarlo. El aerotaxi se aleja con el conductor suspendido en el aire y sus ojos perdidos en el horizonte. Su mirada ahora es la del replicante Roy Batty pronunciando la famosa frase de la película. Silba una canción. Es la sintonía del último anuncio de Uber Elevate.

En un mundo donde las megaciudades van surgiendo como setas y la polución y los retrasos de tráfico se convierten en un auténtico problema, diversas empresas se han lanzado a la carrera por ponerle solución. La respuesta está en el aire: los taxis aéreos.

Estos no pueden definirse exactamente como coches voladores, ya que no tienen ruedas. Pero vuelan. Y algunos ya lo han demostrado. Este es el caso de la compañía alemana Volocopter y la china Ehang. El Volocopter 2X, un vehículo eléctrico con 18 rotores, capacidad para dos pasajeros y un aspecto muy similar a un helicóptero, realizó su primer vuelo sin pasajeros en Dubái a finales de 2017. Ehang fue un paso más allá con su modelo Ehang 184, realizando un vuelo con ocupantes el pasado febrero en la ciudad de Guangzhou.

El diseño de los taxis voladores sigue dos grandes premisas: que sean eléctricos y autónomos, es decir, que no necesiten piloto. Eso es, por lo menos, lo que buscan todas las empresas que se han lanzado en esta carrera por conquistar el mercado del taxi aéreo. Entre ellas hay nombres como Uber (asociada con la NASA), Airbus –que en febrero también completó un modesto vuelo sin piloto con su prototipo Alpha One–, y Kitty Hawk, la empresa de Larry Page, uno de los fundadores de Google.

Prototipo de Terrafugia
Prototipo de Terrafugia

Uber contará con el apoyo de varias compañías que se encargarán de suministrar las aeronaves y los pilotos, la NASA se encargará del desarrollo de un sistema de monitorización de tráfico aéreo y Uber facilitará el software de gestión, llevándose una comisión por cada viaje. Sus previsiones son comenzar con las pruebas en 2020 en una ciudad que lo necesita con urgencia, Los Ángeles, la cual encabeza el ranking  de horas perdidas por ciudadano dentro de los atascos (102 horas por año).

Por su parte, Kitty Hawk está desarrollando el Cora, un híbrido entre dron y avioneta, y trabaja de forma conjunta con el gobierno de Nueva Zelanda, país que tiene en mente un objetivo claro: conseguir emisiones 0 para 2050. Según afirma la compañía, el Cora realizará pruebas en el país durante 2018 y tendrá una autonomía de 100 kilómetros, alcanzando unas velocidades entre 150 y 180 km/h y una altura entre los 500 y los 3.000 pies.

Con la aparición hace unos años de Cabify y Uber, el transporte público comenzó a mostrar modelos de cambio, pero parece que el futuro próximo prepara una auténtica revolución. O al menos eso es lo que postula el vídeo de presentación de Cora: «Pensamos que este es el siguiente paso lógico en la evolución del transporte».

El comienzo de una nueva era

«El público no ha parado de gritar y aplaudir desde que el Skydrive entró al estadio. El vehículo ha terminado la vuelta de honor y se prepara para el gran momento. Las cuatro hélices laterales se abren, se accionan los rotores y el coche comienza a elevarse del suelo. Un grito de asombro invade el recinto. Cuando alcanza los cinco metros de altura, la nave inicia el avance  hacia su objetivo: el pebetero».

«El SkyDrive sigue elevándose siete, ocho, nueve, diez metros, hasta situarse sobre la gran estructura. Con un movimiento lento, casi desesperante, que parece no terminar nunca, el vehículo gira hasta ponerse de cara al interior del estadio».

SkyDrive
SkyDrive

«El piloto levanta el brazo con la antorcha en su mano. A través de las pantallas se puede ver cómo tiembla de la cabeza a los pies. El estadio contiene la respiración: cien mil almas en apnea».

«Entonces, la caída».

«Suena un estallido. El pebetero comienza a arder, las llamas se elevan en pocos segundos, mientras el SkyDrive se aparta de su trayectoria. Decenas de fuegos artificiales iluminan la noche japonesa. El ruido es ensordecedor».

«Un coche volador acaba de entrar en la historia».

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