La España ‘manola’ a escala milimétrica

12 de abril de 2016
12 de abril de 2016
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Estaban detrás de un cristal. Había una monja, un torero y un guardia civil. La España de los tópicos aguardaba en la vitrina de una tienda de juguetes y miniaturas. Un día, hace años, Coke Riobóo entró al local. Buscaba otros objetos, pero al pasar junto a una repisa, vio a aquella panda de curas y manolas de apenas un centímetro de estatura. El músico y animador volvió más veces a la tienda donde vendían trenes eléctricos y personajes ajustados a ese mundo a escala H0.

Las folclóricas seguían con las castañuelas en alto y los toros con sus astas en guardia. Parecían llamar a Riobóo desde su pequeñez, y ahí, el animador descubrió su grandeza. En esa insignificancia de tamaño y de identidad. Los muñecos eran tan mínimos que ni siquiera tenían rostro. No les cabían. Además, eran rígidos. No podían moverse. Y lo mejor y lo peor de todo es que estaban condenados a representar los estereotipos más rancios de este país. Entonces el compositor entendió todo. Estaban destinados a ser los personajes de su próxima película: Made in Spain.

«Me atraía la escala de las figuras. Me gusta que no estén terminadas y no haya espacio para los detalles», explica el madrileño. «El acabado en cine tiene que ser muy bueno. Eso hace que trabajar en una escala tan pequeña resulte muy difícil. Cualquier fallito se ve mucho. Pero el reto me gusta».

corto made in spain

Riobóo pudo comprar la tradición. La tenía a mano. Las monjas, los curas, los toreros y los guardias civiles metálicos residen en las tiendas donde van a comprar los aficionados a los trenes eléctricos de juguete. Pero faltaban algunos personajes de la España de hoy, como el presidente del Gobierno con cabeza de plasma o los inmigrantes que intentan saltar la valla de Melilla.

El animador compró algunas figuras con apariencia de paisano y las «tuneó» para darles esa nueva identidad. «En internet puedes comprar muñecos de este tipo. En Alemania, hay un mercado muy grande de maquetas y figuras a esta escala. Es una afición antigua. Tiene más de cien años».

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El ganador de un premio Goya por el corto de animación El viaje de Said utilizó una lupa para pintar los muñecos. La pintura les ponía la ropa pero eso es lo más lejos a lo que pueden llegar los dedos humanos. La expresión del rostro, en cambio, es inabarcable. Está allá, lejos, en el mundo de los átomos vetado a los artesanos. «Los personajes no tienen cara. Por eso no acerco mucho la cámara. No hay primeros planos». Y eso hace que este corto hable más por las posturas corporales de sus protagonistas que por sus gestos faciales.

corto Made in Spain

Esta es la primera vez que el animador trabaja con esta pequeñez. «Nunca antes utilicé esta técnica. Suelo trabajar con muñecos de unos 15 centímetros, pero en esta ocasión todo es mucho más pequeño», comenta. «Además, así, la producción es más barata y necesito menos tiempo para hacerlo».

En su corto de animación anterior, El ruido del mundo, trabajaba toda una jornada para construir un segundo de película. Esta vez, en un día (o, más bien, una noche, en el caso de este músico noctámbulo), crea unos 30 segundos. «Esto es impensable en animación. Voy a una velocidad increíble».

corto made in spain

En una pared de la casa a las afueras de Madrid donde ha rodado el cortometraje, hay un story board que indica la sucesión de escenas del relato. El plan hace de capataz de la obra, pero aquí, el jefe invisible, quien de verdad manda, es la improvisación. La trama, asegura Riobóo, se la dan los personajes. «Hay un guardia civil con los brazos en jarras. Es su actitud ante el mundo. Esas posturas te marcan ya el guion de la historia. Además, no se pueden cambiar, porque las figuras son metálicas. Todo es muy estático. Es una historia limitada por los propios muñecos».

corto made in spain

En esa habitación, situada en el sótano de la casa, montó el estudio de rodaje hace medio año. «El decorado es tan pequeño que, en vez de las cámaras, tengo que mover el set. Unos amigos me hicieron una rueda de madera para poder moverlo», explica. Este relato en miniatura exige que Riobóo use sus manos como lo haría un gemólogo. «Muevo a los personajes con el dedo, unas pinzas, unos palillos y un pincel. Es un trabajo muy meticuloso. Tienes que estar relajado, porque si estás nervioso, desplazas siete muñecos en vez de uno».

corto made in spain

Parece que los protagonistas pisan un suelo de arena y de estepa donde, según el guion, plantarán una gran rotonda, como en los buenos tiempos de la construcción. Pero, en realidad, es plastilina. Es la estrategia de Riobóo para que los personajes queden sujetos a la Tierra. Después, empieza el rodaje. «Voy moviendo el decorado y cuando veo que tengo la escena, hago la foto. Es animación por sustitución. Es muy artesano», explica en la habitación subterránea. La unión de todas esas imágenes fijas componen la película. En cada segundo pasan 12 fotos y, en total, en los diez minutos que dura Made in Spain, hay unas 9.000.

corto made in spain

En este corto, que se estrena el 14 de abril en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, hay muchas horas de «paciencia y minuciosidad». Pero hasta un límite. El animador no intentó llevar su habilidad hasta la perfección. «Me gusta que se vea el churrete del pegamento en los muñecos. Que se note lo chapuzas que somos». Riobóo intenta reflejar así esa España con caspa en la chaqueta tan habitual en los chascarrillos. «Es una gamberrada. Made in Spain cuenta chistes fáciles de ese humor zafio que nos gusta en este país. No es humor inteligente. Es un pequeño homenaje a las gracias ramplonas».

corto made in spain

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