Los audiolibros se adentran en una época de oro. Las ventas de este formato crece constantemente, incluso en lugares inicialmente refractarios como España. Costó arrancar, pero actualmente se trata de un sector en auge. Para 2017 se espera continuar el progreso y seguir la estela, aunque desde lejos, del mercado anglosajón y del norte de Europa.
La estadounidense Asociación de Editores de Audiolibros cifró en 35.574 los libros sonoros publicados durante 2016 (ocho veces más que en 2010) y situó las ventas en un valor de 1.770 millones de dólares, lo que supuso un incremento del 20% en un año. Se calcula que en español hay disponibles apenas unos 3.000 títulos, pero los conocedores del sector afirman que el número se va a disparar en el próximo año.
Paulina Wardega, gerente de marketing de Audioteka, una de las plataformas punteras en la venta de este formato, reflexiona sobre los motivos del incremento: «Hemos notado que ahora la gente piensa más en ser efectiva, les gusta escuchar el libro desde su móvil».
Una de las claves, cuenta a Yorokobu, reside en el valor añadido que la escucha activa de una obra añade a tareas que antes valorábamos como indeseables pérdidas de tiempo: «Nos escriben diciéndonos que antes no les gustaba pasear o limpiar la casa, pero que ahora sí porque se ponen el audiolibro: ya no tienen la excusa de no leer por falta de tiempo».
El caso de los audiolibros prueba que la rentabilidad no depende exclusivamente de la calidad o la originalidad de un producto, sino de encontrar una necesidad y un espíritu de consumo concreto. La implantación de los teléfonos inteligentes ha supuesto el impulso definitivo.
El origen del audiolibro es remoto, pero su evolución comercial había sido un fracaso hasta los últimos años. Según cuenta el portal Silksoundbooks, el audiolibro nació en la década de los años 20 a partir de una iniciativa del Real Instituto Nacional para Ciegos británico para confeccionar libros parlantes.
Diez años más tarde, la Fundación Americana para Ciegos tomó el testigo y fundó el proyecto «Libros para el adulto ciego». ¿Su objetivo?: compensar a los soldados de la Gran Guerra que habían perdido la visión en el campo de batalla. La iniciativa era loable, aunque pensaron poco en el estado anímico de los veteranos: uno de las primeras ediciones fue El cuervo de Edgar Allan Poe.
A pesar de estas incursiones, la explotación comercial del formato se demoró durante décadas. En los 80 y los 90 se abrió el mercado de manera tímida: el soporte en casete o CD no seducía suficientemente, suponía un engorro. El cambio a formato digital fue el paso que desencadenó el boom.
Los teléfonos inteligentes no solo han ofrecido el instrumento perfecto para que las descargas y la reproducción de los archivos sean sencillas y rápidas, sino que también han consolidado materialmente la tendencia social a la multitarea, la obsesión por el rendimiento y el pánico a la ausencia de actividad. Esa es la veta anímica, la necesidad en la que los audiolibros encajan a la perfección.
Leer mientras viajas en metro o en coche, mientras cocinas o compras en el supermercado o te entrenas en el gimnasio. Se estimula la idea de la voracidad. Incluso, como cuenta Quartz, hay lectores que aceleran la velocidad de reproducción del audio para fulminarse las novelas en menos tiempo. Para esta modalidad de lector, el ritmo y la libertad de pararse, volver atrás y reflexionar quedan suspendidos en favor de la rentabilidad: libros como depósitos de datos.
Los españoles prefieren la autoayuda
Audioteka nació en Polonia hace 10 años y se expandió a España hace ocho. La empresa ocupa 28 mercados y ofrece títulos en 12 idiomas. «En España, los libros que más gustan a los clientes son los de autoayuda, en concreto, autoayuda financiera como Kiyosaki», cuenta Wardega. En el resto de Europa, así como en los países anglosajones, cosechan más éxito los títulos de género policial.
Según Wardega, las ventas en formato sonoro son paralelas a las del soporte físico o electrónico: «Cincuenta sombras de Grey, hasta hoy es nuestro mayor best seller; también se venden muy bien las obras de Allende, Follet, Ildefonso Falcones, además de los autores clásicos», explica.
Podría parecer que el consumo de audiolibros avanza en detrimento de la lectura tradicional o que solo los lectores más perezosos prefieren limitarse a poner la oreja. En cambio, la web Dosdedos refleja un estudio de Edison Research que niega esta correlación. Según sus datos, el 75% de quienes escuchan habitualmente audiolibros leen más libros de manera visual que quienes no lo hacen.
El interés se incrementa y motiva la inversión económica. Audioteka está lanzando versiones teatralizadas de las novelas. «Invitamos a actores muy conocidos que saben interpretar los textos muy bien, les pedimos que lo hagan a su manera e introducimos diferentes voces, efectos sonoros, música», detalla Wardega.
La promoción viene de serie con la imagen del actor contratado. El coste de producción de estas ediciones es mucho más alto, pero sus ventas se catapultan. «En Polonia, cuando sacamos un audiolibro teatralizado, podemos vender varios miles en un día».
España tiene capital humano como para convertirse en una excelente productora de audiolibros. Con un gremio de doblaje de calidad castigado económicamente y cada vez más cuestionado, la consolidación de este sector aparece como una esperanza. Nuestro amor por el doblaje hace que los actores de Hollywood, en el inconsciente del espectador, queden irremisiblemente enlazados a quienes les ponen voz. ¿Quién puede resistirse a escuchar una novela policiaca narrada por Ricardo Solans, conocido por poner voz a Robert De Niro o Dustin Hoffman?
Estaría encantada de tener un audiolibro sería mi ilusión