A veces pasa. Lo suyo es ser gentil, respetuoso y bien hablado. Uno trata de ser cortés con todas las personas porque nadie debe de ofender a nadie, porque la paciencia es la madre de la ciencia, y porque así nos lo han enseñado. Pero ¿qué haces con todos esos hinchapelotas que viven para sacarte de tus casillas? ¡Hombre por Dios! Es que tampoco se lo puede callar uno todo.
Suerte que a los hispanohablantes, además de educación, nos hayan enseñado tantos magníficos, grandilocuentes y elaborados tacos. También se llaman insultos, injurias, garabatos, improperios, palabrotas, agravios, ofensas, ultrajes, desprecios o escarnios. Tan comunes y ocurrentes, que incluso los practicamos asiduamente entre amigos y en corros cercanos.
Cuidado con quien quiera pasarse de listo en cualquier país que maneje el castellano. En español, siempre tendremos un as en la manga por si hay que echar un all in a un pelotudo, a un pendejo, a un gil o a un simple cabronazo.
Dejaremos constancia sólo de algunos de ellos, ya que son tantos, tantos, que todos sería demasiado. Que sean los lectores los que añadan en sus comentarios los modismos que más les llenen la boca cuando están realmente cabreados.
No mames, wey, que en México tampoco se quedan cortos si les da el venazo. Y es que decirle a alguien que es un un cabrón, un pendejo, un menso, un culero, un huevón, un mamón o un hijo de la chingada también relaja sobremanera.
Turno para América Central:_
En Guatelama se ofenden con mierda, cara de pija, cerote, pizado, escuálido o muco, por decir algunos.
A los de El Salvador les pirra espetar pinche y lo que siga. Aunque tampoco se les da mal hijoputear con los vocablos, chucha.
En Honduras pendejo, perro, leño o cueco.
Y en Nicaragua también les gusta prefijar con pinche a cualquier hijo de la chingada. Si no, un simple cabrón bastará para doblegar al pendejo.
Los de Costa Rica ofenden con carepicha, carepepa o caregorro a cualquier imbécil que se les cruce en el camino.
Mientras, en Panamá prefieren ultrajar con rancio, chuchamadre o caraverga.
Para Cuba hay algunos tan originales como alambique, cazuelero o bellaco. Y ahí que son muy caribeños no queda mal decirle al agraviado que es una auténtico comepapayas.
En Puerto Rico, gringo style, se puede ser tan hijoeputa como motherfucker.
Y en República Dominicana achinca, palomo, mama ñema, mamasijalla, ahuevao o asomago bastará para defenderse. Utilice camú para indicar a su a interpelado que es un tipo poco agraciado si ve que se le queda corto el elenco.
¿Alguien cree que los Sudamericanos tienen pelos en la lengua? Error quien piense eso.
Que en Venezuela se injurian con huevón, malparío, pajúo, ladilla, ijuemadre, ijueputa, maldito, coñoetumadre, mamahuevo, marico, becerro, ahuevoniado, venado, malcogido o cachapera.
Pues en Colombia antes de llegar a las manos se dicen gonorrea, care verga, care pito, chupamedias, gazofia, malparido, perchanta, carachimba o soplacondón. Hasta el hijoeputa lo multiplican en doblehijueputa y triplehijueputa para que el adversario haga las cuentas.
En Ecuador, cara de mierda, cabrón, reconcha tu madre, trepa verga, chupa pija, care mazo, y lo rematan con un ándate a la mierda y un ven para mearte, por muy mal que suene eso.
En Perú les gusta mucho decir hijoeperra, tracacho, hijo de puta, conchadetumadre o reculeado. Pero, ¿hay algo más llenabocas que apelar a la reparinputadetumadre? Chapó al anónimo inventor del vocablo.
En Bolivia conocen a quien se merece que le digan que es un porras, un imbécil, o un culeado.
Y en esas Paraguay se queda con rakore, tavy y chendetuhermana.
En Chile se abstienen de insultar a nadie con culeao. Lo suyo es kuliao de toda la vida. Pero por si no se da por aludido el escuchador, siempre quedará mal pario, saco de weas, conchetumadre, chupa pico, valí callampa, guacho kuliao o sapo. En caso de emergencia mentar al choro de la hermana.
Argentina boludo, pelotudo, gil, puto, payaso, cruel, cajetudo, conchaetumadre, malcogido, gallego, gila, sorete o hijo de puta. Si se agrava la cosa el che pregunta si “me venís a bardiar” y sugieren que se les tire de la goma.
Exactamente del mismo sitio piden que se les tire en Uruguay los uruguayos, que comparten léxico con su vecina en esto de los malos palabros.
En África, en Guinea Ecuatorial, donde hablan francés, portugués y castellano, les da igual decirte que eres un connard a lo galo, filho da puta en luso, o un hijo de puta con todas las letras en cristalina jerga cervantina.
Hasta aquí este artículo soez y malhablado. La verdad es que se queda uno a gusto. No sean boniatos y déjense de tabúes, que en la filología todo esto está contemplado. Además, en los días de la censura digital, ¿existe otro blog que anime a sus lectores a que suelten de todo por esa boquita? ¿Tú de dónde eres? Y lo que es más importante, ¿de qué manera llamas en tú país a esos memos que se lo han ganado?
* (Tras los asteriscos se añadirán las fórmulas que aporten los lectores de cada país)
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