Si cambiar de sexo fuera instantáneo, indoloro y reversible, tenga usted por seguro que todos lo haríamos de vez en cuando, incluyendo los homófobos más recalcitrantes, aunque ellos lo practicarían a escondidas. Pero de momento no es así, porque un hermafrodita no es quien cambia de sexo a voluntad, sino quien tiene los dos sexos a la vez. Y eso no es tan fácil…
(Opinión)
El dios Hermes y la diosa Afrodita (Mercurio y Venus para los amigos romanos) tuvieron un hijo al que llamaron Hermafrodita. Es como si a la hija de Jesulín de Ubrique y Belén Esteban la hubieran bautizado como Jesubelén en vez de Andrea, que por cierto, es uno de los escasísimos nombres que funcionan indistintamente con hombres y mujeres.
Además de la Pantera Rosa, que es un caso de libro, el Barón Ashler que aparecía en Mazinger Z es el único personaje que puedo documentar de un hermafrodita en unos dibujos animados. Y los niños lo admitíamos con naturalidad… aunque hay que recordar que tanto su mitad masculina como la femenina eran ambas malas malísimas.
Ya no son tan raras las noticias en las que dos transexuales contraen matrimonio con sus géneros reasignados, y se produce la paradoja de que el marido queda embarazado de su mujer. Recientemente la legislación alemana, pionera en este campo, permite no asignar género alguno a los nacidos hasta que alcanzan una cierta edad y su género se define, al menos morfológicamente. El porcentaje de hermafroditas es reducido, pero su mera existencia desafía la burocracia de cualquier país civilizado. Dependiendo de la época y de la cultura, en algunos lugares se les asesinaba al nacer y se les consideraba un castigo divino, en otros se les explotaba en burdeles aficionados a las rarezas y en otros eran vistos como seres milagrosos que traían buenos presagios.
Una persona hermafrodita puede tener clítoris, testículos, labios interiores y exteriores, depósito de semen, ovarios… en fin, de todo, aunque dependiendo de su grado de ambición fisiológica. El origen de esta peculiaridad está en que, durante el embarazo, las cápsulas suprarrenales de la madre segregan más testosterona de la adecuada, y se produce la ¿malformación? Para algunos es simplemente una peculiaridad.
El último caso mediatizado fue el de la atleta olímpica sudafricana Semenya (el nombre no es una broma, se llama así), a quien quisieron arrebatar las medallas conquistadas por no ser una mujer de verdad. Pero ¿cuántos hermafroditas nos rodean? No podemos saberlo, y probablemente ellos tampoco quieren que lo sepamos. No hablamos de una enfermedad o una adicción, no existen asociaciones de hermafroditas ni lugares donde se reúnan los miércoles y alguien se levante y proclame ante los demás:
– – Buenas tardes a todos. Me llamo Ramón… y tengo un lío en la ingle.
Se estima que uno de cada 2500 nacidos presentan esta anomalía, que lo es, porque ¿conoce usted a algún arquitecto estrella amigo de Camps o a alguna directora del FMI que sea hermafrodita? Bien, pues no falta quien sostiene que quizá sí… aunque usted no lo sepa. Al fin y al cabo, lo que cada uno oculte entre los muslos debería ser patrimonio de la esfera privada. La palabra hermafroditismo ha caído en cierto desuso, en favor de la de intersexualidad. Pero la lista de posibles intersexuales es larga y sorprendente, e incluye a Falete, Lady Gaga, Angela Merkel, los Morancos, Nicolás Maduro, Teresa Rabal, Cristóbal Montoro o el mismísimo Paul McCartney, que nunca ha negado públicamente ser hermafrodita.
En el mundo animal el fenómeno no es tan raro, pero en escalones evolutivos inferiores, como ciertos moluscos, peces o anfibios y los siempre pragmáticos insectos. Se dice que a Marx y a Engels les inspiró el funcionamiento de las colmenas de abejas para soñar con un Estado Marxista-Engelista. Pero ni uno ni otro tenían pinta de poseer entre los muslos nada remotamente parecido a una vagina.
Para terminar quiero mencionar el mito de la autofecundación, que mezcla de manera escandalosa incesto y onanismo, pues teóricamente una persona hermafrodita podría quedarse embarazada de sí misma, y daría lugar a un clon natural, ya que el material genético sería idéntico al del progenitor.
Este mecanismo explicaría el origen de la Pantera Rosa, sin ir más lejos.
Pero no su descendencia…