El policía que de tanto escuchar radionovelas se dedicó a escribirlas un día

7 de mayo de 2014
7 de mayo de 2014
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Un expolicía moreno, canoso, camisa celeste clara con gafas colgadas en el segundo botón, jeans gastados, mocasines negros, lee sentado. Relee. Repasa una vez más las letras de su guion escrito hace un tiempo: Empinando sueños. En el hall del tercer piso de Radio Progreso hay, además, un busto de José Martí idéntico a todos los bustos de José Martí, una recepcionista y cuatro actores que aguardan ingresar al estudio de grabación. Todos tienen varias bolsas que al moverlas delatan que en su interior hay elementos de vidrio.
Una mujer, a las nueve de la mañana, está limpiando el piso y les pide a los actores y al guionista que levanten los pies. Pasa el trapo, va y viene, lustra y limpia con agua y detergente, reluce el piso y avisa: «No apoyen los pies». Los pies de todos quedan flotando. Los actores se ríen y hablan mientras sus cuerpos están en posición de ‘L’ invertida. Llega el director de una de las tantas radionovelas de la emisora y saluda al equipo. El guionista dice: «Llegó un maestro». Acto seguido la recepcionista anuncia: «Pueden ingresar». Los actores se paran. Las bolsas suenan clin-clin, clin-clin, clin-clin. Las botellas de vino y cerveza rechinan: hoy hay fiesta en la radio.
RAÚL: ¿Atiendes tú?
ROBERT: Sí, hermano.
EFECTO LEVANTA AURICULAR DEL TELÉFONO
ROBERT: (POR TELÉFONO) Sí. (TR) ¿Qué me dices, Amparo? (P) (CON ALEGRÍA) Claro que estoy contento, hermana (P) Sí, sí, ven por acá, que Raúl y yo te esperamos.
EFECTO CUELGA AURICULAR DEL TELÉFONO.
Omar Dugués Álvarez aún no ingresa al estudio de la radio que está enclavada en un edificio tan celeste azulado como el mar del Caribe. La mañana discurre con el ritmo aún apacible sobre avenida Infanta, a poco más de tres cuadras del Malecón de La Habana. El café cubano se vende a través de ventanas de casas a menos de cinco pesos en moneda nacional y la gente se agolpa para beber un corto antes de arrancar la jornada. En los otros bares, los decorados para turistas, se cuadruplican los precios y los viajantes disfrazados de viajantes con bermudas, camisetas chillonas y bronceados urgentes sacan fotos hacia cualquier rincón mientras prueban el club sándwich, el emparedado que, según cuenta el mito, fue el preferido de los trabajadores de las tabacaleras: pan tostado untado con manteca, jamón, cerdo, queso suizo y pepino.
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El escritor, de pasado policía, ya ejecutó su misión con su pluma, y ahora todo está en manos del director y de los actores, estos que leen cada capítulo minutos antes de grabar. La última emisión de Empinando sueños está a minutos de girar, la grabación es «como en vivo» y solo se corta ante una eventual emergencia. Aunque advierten que, como es el final de la obra, puede haber varias retomas. Y en el final está la totalidad del staff con botellas, tortas y bocaditos: doce actores, un narrador, el director, una musicalizadora, una sonidista y el especialista en efectos sonoros. Mientras se preparan, el guionista, la pieza fundante de la historia, cuenta sobre lo escrito.
NARRADOR: Una lluvia de flores multicolores cae desde los balcones de los edificios. Una de ellas es alcanzada en pleno vuelo por Juancito que, luego de olerla, la coloca en el pelo de Onellita con delicadeza. Junto a ellos, Pili Montero con el cabello indio batiéndole por el viento, que también los recibe, levanta el fusil saludando a todos mientras vibra por la emoción jamás vivida.
BILLIN: (AGITADO Y GRITANDO COMO LOCO) ¡Pili Montero! ¡Mirá, Chito, es Pili Montero!
El capítulo 79 es el epílogo de una radionovela de aventuras de 15 minutos que Progreso emite por las ondas nacionales, la Onda de la Alegría, y por internet, de lunes a viernes de 17.15 a 17.30, que trata sobre el devenir de «varios muchachos campesinos que quieren ir a luchar con sus padres a las sierras en 1958». Pero en la historia hay un punto de quiebra; dos de los niños de 8 y 9 años toman un tren equivocado y, en vez de dirigirse a las sierras, llegan a La Habana de los años 50. Ellos son Chito y Billín, oriundos del poblado montañés de Jibacoba. Los niños, al igual que sus padres, no saben ni leer ni escribir, pero tienen ansias de ir por más. «Es un relato que recoge pasajes reales de la historia de Cuba. Y cuando los niños llegan a La Habana, se encuentran con el barbarismo que reinaba, con una policía violenta», describe el guionista.
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Dugués Álvarez trabajó 27 años en la Policía de La Habana. Él era una especie de policía de tránsito, un oficial de seguridad pública que habitualmente orientaba a la fuerza en la coordinación general de distintos tipos de operativos. Pero, más allá de las cuestiones del orden público, llegó a formar en la fuerza un grupo de teatro: La Giraldina. Durante todos esos años la radio fue una gran compañera.
«Mientras fui policía nunca me imaginé escribiendo guiones de radio. Pero esa vocación nació por escucharla. Empecé escribiendo guiones de cine y luego pasé a la radio. Aunque sí adaptaba obras de teatro para el grupo», relata Dugués, el hombre que nació en 1945 y que de muchacho era musicalizador en las fiestas de cumpleaños de 15. «Era lo que ahora llaman DJ. Y eso es una ventaja a la hora de escribir porque los relatos tienen musicalidad».
PILI: El jefe lo dijo. Triunfamos, pero de ahora en adelante hay mucho por hacer.
SONIDO TRANSICIÓN MUSICAL LIGA CON AMBIENTE DE CALLE DE NOCHE
JUAN: (A SEÑAL) Bolondrón, otra vez sentado en el quicio de la entrada del solar.
BOLON: Tienes que haber extrañado
JUAN: No sabes cuánto. Tanto como de seguro han extrañado Chito y Billín su gente en Jibacoa.
Mientras el capítulo final se emite en La Habana, la Feria Internacional del Libro acapara la atención central de las actividades culturales en un país que carece de industria de entretenimiento. La Feria es un híbrido de pura cultura popular. Cientos de puestos callejeros rodean la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, el complejo militar enclavado en la entrada de la Bahía de La Habana que sirvió para defender la ciudad frente a los ataques piratas y ahora es el epicentro literario de la isla. En los puestos, que se atestan de gente al caer la tarde, se venden pasteles, hamburguesas, ron Planchado en saché individual y la dupla cervecera: la suave Cristal y la potente Bucanero. La feria es una combinación de innumerables presentaciones de libros y una salida obligada para los cubanos que, mientras compran ejemplares sobre la revolución, comen un hot dog o un bocadito de cerdo, consiguen también banderines, revistas y pósteres de sus ídolos futbolísticos: Messi y Ronaldo. En el stand del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) se presentan dos libros sobre el medio que sigue apostando por contar historias con voces y sonidos: Radio, un medio de futuro, de Pedro Manuel Pérez Roque y 4 grandes de la radio, de Norma Gálvez. Para los cubanos la radio sigue viva y con futuro. Las radionovelas, también.
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«Es que no es lo mismo actuar para la TV que para la radio. Aquí se destaca el oficio de los actores. Tienen que actuar con la voz. Y pueden hacer desde un tirano hasta un niño», dice Julio Villazuso, asistente de programas de Radio Progreso, y se dirige hasta la puerta del estudio mayor. Los actores y el narrador están apostados alrededor de los cuatro micrófonos. Las bolsas esperan ser abiertas en una mesa que está detrás de ellos. En el control, el director de la orquesta sonora da las últimas indicaciones. El guionista sigue la secuencia en silencio, con el texto del capítulo 79 de nueve hojas, letras Arial, tamaño 12, en la mano. El final está por comenzar.
SONIDO EFECTO DE PUERTA HIDRÁULICA QUE ES ABIERTA (GUAGUA)
NARRADOR (SOBRE EFECTO). Expectantes ven abrirse la puerta del ómnibus. De repente aparece en la escalerilla el primer pasajero.
CHITO: (CON UN ARRANQUE DE ALEGRÍA MÁXIMA) ¡Mi papá! ¡Ese es mi papá compay!
SONIDO FILTRA MÚSICA ADECUADA
ORFELI (EN SEGUNDO Y MEDIO) (EN UN ARREBATO) ¡Mijo! ¡Mira, Non, es tu hijo!
Antes del cierre del capítulo, el policía que escribe, recuerda con afecto: «Le agradezco a una amiga, a una muchacha que conocí. Ella trabaja en un crucero y no sé por qué parte de mundo anda ahora. Ella, un día me dice: ‘Mira, tengo estas revistas del año 58 y 59. ¡Oiga, tú que quieres escribir sobre historia!’. Y ahí, yo cogí unas buenas fuentes para esta historia. Es que para cada historia siempre hay que hacer una buena investigación». El guionista autodidacta no solo se atreve a escribir, aconseja: «Aunque tú escribas algo que es pura imaginación, siempre tienes que investigar». Empinar, enderezar y levantar en alto. Sueños. Los sueños de los niños que llegaron por equivocación a La Habana para remontar chiringas. Chiringa: cometa, barrilete.
PILI (EMOCIONADA): ¿Quién se lo iba a imaginar hace un tiempo atrás?
NARRADOR: Por detrás de la obra nueva que se levanta gracias a la revolución triunfante, se elevan numerosas chiringas multicolores, ya no expresando los sueños de los niños, sino el agradecimiento a los que dieron y dan todo por un mundo mejor.
SONIDO SUBE MÚSICA Y SOBRE ESTA, CRÉDITOS FINALES
­—¿Cuáles son las cinco claves para escribir un buen guión de radionovela?
Omar deja el guión en sus piernas mientras sigue en el hall a metro y medio del busto de Martí y  enumera. Nombra a los números antes de cada frase.
—Uno: oír las dramatizaciones en la radio. Dos: gustarte el medio; si no te gusta la radio estás frito. Tres: leer mucha literatura. Cuatro: la alegría. Debes ser alegre. Si estás amargado, trasladas eso a tu relato, a tu guión. Cinco: respeto hacia todo y en especial hacia los oyentes de radio. Debes trabajar por amor y no por dinero. El dinero me hace falta para coger un taxi, para coger la guagua. Pero esto es por amor. Si me pidieran que extendiera varios capítulos de una radionovela exitosa, yo no podría hacerlo porque mis guiones están hechos con amor y respeto hacia el oyente. Yo no puedo extender mis relatos para ganar dinero. El oyente puede decir ‘lo está alargando para ganar dinero’. ¡No, señor, esto está hecho con respeto! Por eso me defino como un oyente que escribe radio. Y eso es tener amor por la gente.
NARRADOR: SIGA EN RADIO PROGRESO. YA VIENE ‘SANDOKÁN, EL TIGRE DE LA MALASIA’
 

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