El autor de algunas de las torres más altas del mundo prefiere vivir en una casa de dos pisos

3 de septiembre de 2014
3 de septiembre de 2014
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¿En qué estaría pensando el hombre que un día levantó las torres más altas que la humanidad jamás había visto? ¿Se podría considerar un trastorno compulsivo haber concebido, entre otros tantos, el rascacielos más alto de Madrid, el de Bilbao, el de Sevilla, el de México y el de Latinoamérica (en Chile)? ¿Qué sentirá uno, ya estando en la cima del gremio, el día que vienen a decirle que otro arquitecto la tiene más larga?
César Pelli, el maestro argentino que levantó las Torres Petronas en Kuala Lumpur (452 metros, récord mundial entre 1998 y 2003), a sus 87 años, se ríe a grandes carcajadas al teléfono de todas esas conjeturas desde su despacho en Estados Unidos, donde llegó en 1952 para quedarse y dirige el estudio Pelli-Clarke-Pelli.
En ocasiones el currículum engaña. Este reputado arquitecto contemporáneo resulta ser un admirador del diseño clásico por su modo de «hacer ciudad», algo que echa en falta en la actualidad; vive en una casa de tan solo dos pisos, porque «para qué más»; y su hobby es pasear por el parque, a ras de suelo. Asegura que no tiene la culpa de que sus edificios sean altos, que no los eligió así; y es un defensor acérrimo de la máxima de que «el tamaño no importa».
Por otro lado, si a él le hubieran pedido hacer el Burj Khalifa (Dubai) que le pidieron a Adrian Smith, el actual edificio más esbelto del planeta, «hubiera hecho otra cosa», aunque no deja de reconocer su mérito.
¿Tiene usted algún tipo de obsesión con la altura, señor Pelli? Ha llenado el mundo de edificios que hacen historia por su envergadura.
No, no la tengo. Eso simplemente se fue dando. Sin duda me interesa mucho el problema estético de los edificios altos. Tengo ideas muy fuertes sobre cómo deben ser. No todos los arquitectos lo hacen, pero para mí es muy importante la calidad del edificio alto. El último rascacielos que he proyectado en Santiago de Chile, el Costanera, por ejemplo, que será el más alto de Latinoamérica, se ve que es un edificio diseñado para reflejar una idea… Bueno, si soy sincero, la verdad es que sí me interesan los rascacielos.
Confiesa su debilidad. No se preocupe, me lo podía imaginar. Póngase un poco poético si quiere, no importa. Al fin y al cabo lleva toda la vida trabajando con ellos. ¿Qué es para César Pelli un rascacielos?
Para empezar tengo que decir que creo que la palabra rascacielos se usa muy libremente hoy en día. Para mí un rascacielos, y hablo de los orígenes del nombre, significa un edificio que es bastante más alto que los edificios circundantes. Es decir, un edificio que establece un hito en un lugar, como solían ser las torres de las iglesias de los pueblitos en el pasado. Un edificio que marca un lugar en el horizonte. El eje de su nombre es la conexión de la tierra con el cielo. Yo incluso pienso que esto tiene un beneficio muy fuerte porque permite que todas las bondades del cielo se nos venga a nosotros a través de estos ejes verticales.
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Entonces, ¿usted es de los que afirman que el tamaño sí importa?
No, para nada. A eso me refería cuando decía que no me obsesionaba la altura. Lo que importa es la relación con lo circundante. Un edificio de 40 pisos puede ser un gran rascacielos entre edificios de poca altura, pero puede ser un edificio insignificante en medio de Shangai. La altura es una cualidad relativa que hemos creado en los siglos XX y XXI.
Pero los suyos siempre son los más altos.
Te equivocas. Esa fama tengo, pero he hecho edificios de todos los tamaños.
¿Cuántos?
Uy, ya no sé. Entre 300 y 400… supongo.
Y con tantos, ¿tiene alguno que sea su ojito derecho?
¡Ah bueno! Eso lo tengo que dejar claro: mis edificios para mí son como mis hijos y no puedo tener favoritos.
Intuyo por sus palabras que es de los que cree que los edificios tienen vida.
Sin duda tienen vida. Pero la vida del edificio está condenada a su uso. El edificio cobra vida cuando se siente usado, un edificio vacío no tiene. El usado, se convierte en una nueva entidad en la que conviven el edificio y las personas que lo usan, esa es la maravilla de la arquitectura.
Pues si sus edificios son sus hijos, supongo que como padre le gusta que sus rascacielos sean los más altos de la clase. Entre ustedes, los arquitectos que han construido torres de esas dimensiones, ¿existe una competición vertical secreta?
No, para mi eso no es importante. También diseño edificios bajitos con muchísimo gusto. Eso son circunstancias, porque no depende del arquitecto, depende del inversor, que es el que pone el dinero. Y la verdad es que si los edificios se hacen muy altos, de 400 metros o más, no están siendo construidos por valores arquitectónicos, sino por otros anhelos que tiene la persona o el grupo que invierte en ellos. Suelen ser cosas que tienen que ver con orgullo, con presencia, con honor, con ego… con una serie de sentimientos que la gente trata de reflejar en edificios altos. No somos los arquitectos los que les damos tamaño, nosotros no podemos decidir eso por algo tan simple como que los edificios muy altos son muy caros.
No sé si está siendo usted diplomático señor Pelli, pero me pongo en su pellejo, y me imagino el día en que vienen a decirme que se está levantando una torre más alta que las Petronas por unos pocos metros, que hasta esa fecha eran las más grandes nunca construidas (actualmente las Torres Petronas están situadas en el 9º puesto de edificios más altos del mundo) ¿De verdad no se siente un resquemor? ¿No le entran ganas a uno de subirle un par de pisos a la obra?
No, me hace gracia lo que dice. Eso para mi tiene muy poco valor. Yo no pensaba que iba a tener la repercusión que tuve cuando hice las Petronas, lo que pasa es que tuvieron esa fama por lo que significaban. Fueron los primeros edificios altos que tuvieron tal presencia y tal resonancia fuera de los Estados Unidos y fuera de Europa. Hasta ese entonces, nadie se imaginaba que países del llamado tercer mundo pudieran hacerlo. Las Torres Petronas eran la demostración de que era muy posible hacerlo muy bien, y desde entonces la gran mayoría de los edificios muy altos se están construyendo fuera de los Estados Unidos y de Europa. Y todos están pasando por la puerta que abrieron esas dos torres, ese es el valor que tuvieron al ser los edificios más altos del mundo en ese momento. Cambiaron totalmente el paisaje global de los rascacielos.
Entonces, si yo le cito a Adrian Smith y el Burj Khalifa (el edificio más alto del mundo, 828 metros), le suscita…
Eso para mi significa una muy buena resolución de Adrian, un edificio muy bien resuelto, muy buen rascacielos. Pero lo que también creo es que ser así de alto es una exageración. Totalmente. Si me hubieran pedido a mí que lo hiciera, creo que lo hubiera hecho de otro modo.
Pero, ¿por qué tanto? Queda claro, como me ha explicado, que son los promotores y no los arquitectos los que deciden cómo de alto va a ser el rascacielos, así que le digo esto dejándole de antemano fuera de pecado: Usted sabe que hay quien le da explicaciones freudianas a este anhelo por los edificios largos. ¿Qué opina como experto?
(Risas) Es posible que haya algo de eso. Yo no sé decirle, pero si te soy sincero, sí que se nota algo en la gente que te pide estos edificios. He visto anhelos muy intensos, muy fuertes… Aunque la verdad, no sé si es freudiana la cosa o no, habrá que investigarles a ellos.
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Cambiando de tema, usted es uno de los arquitectos contemporáneos más renombrados, ¿Qué opina de la arquitectura clásica? Las casitas bajas, los edificios antiguos…
Yo siento una profunda admiración hacia la arquitectura clásica. Supo hacer ciudades muy coherentes, muy armónicas, muy hermosas. La arquitectura clásica es la que dio forma a las grandes ciudades del mundo de hoy. La arquitectura moderna ha hecho grandes edificios individuales, pero no hace tan buenas ciudades. Los edificios modernos no tienden a agruparse de una manera tan civilizada. Es algo que debemos aprender de la clásica todavía.
¿Cree entonces que podría volver la moda por las construcciones de antaño? ¿O ya todo será arquitectura moderna?
Pues casi todo, porque no se pude construir arquitectura clásica de verdad. Es totalmente imposible, se ha perdido la fe en esas cosas, y se ha perdido la tecnología. La arquitectura clásica dependía de muros, de mampostería, de arcos que se hacían con tabladuras… Todo eso era esencial para darle forma, y esa manera de construir ya no existe, sería carísima. Lo que se hace hoy en día es imitación de las formas clásicas, y como todas las imitaciones, no tienen vida.
¿Qué opina de las nuevas generaciones de arquitectos?
Los que yo he conocido son fantásticos, prometen mucho, y tienen medios para hacer cosas que nosotros no podíamos ni hacer ni imaginar. Lo que sí sigue haciendo falta es que se haga ciudad, no que se hagan grandes edificios, porque es la ciudad lo que importa y no una construcción singular. Desgraciadamente, la concentración hoy se ha puesto en hacer hermosos edificios aislados que ignoran el contexto, ignoran la ciudad e ignoran el total.
Me contaba que usted lucha contra eso. ¿Tiene una táctica para hacer que sus construcciones gigantescas se integren con el entorno? ¿Cuáles son sus referencias a la hora de diseñarlos?
Principalmente me fijo en el lugar en el que va el edificio, en sus propósitos, sus funciones, en los anhelos de la gente que me ha buscado para que lo haga. En mi estudio comenzamos haciendo un análisis muy serio de cuál es el terreno, cuáles son los vecinos y qué necesitan. Solo cuando comprendo todo eso bien profundamente, empiezo a diseñar. Tiene que ser una respuesta a la realidad que ya existe. La construcción se tiene que hacer parte de ese terreno y de esos vecinos. Nunca un arquitecto diseña algo de la nada, no es como una sinfonía, ni siquiera como una obra de escultura. Mucho de lo que va a ser el edificio ya existe y hay que hacerlo en base a eso. Cada edificio es un pedacito de una ciudad. Hay que pensar que lo que estoy diseñando no es algo concreto en sí, sino un trozo que tiene que hacer que la ciudad total se haga mejor porque ese pedacito la hace mejor.
Hábleme de el último hito que ha logrado, el edificio más alto de Latinoamérica.
El Costanera mide 300 metros. Va a haber un edificio en Panamá que va a ser más alto, como 320 o 325 metros, pero como aún no está construido, a lo mejor no llega 🙂 Lo cierto es que la posibilidad de hacer una torre en Sudamérica, cerca de los Andes, me parecía extraordinaria. Podía ayudar a Santiago a ponerse un horizonte, a verse contra la cordillera. Queda hermosísima en ese fondo. A la imagen de la montaña le da un poquito de pimienta.
¿Le dio usted forma de algo a la obra?
Para mi tiene forma de rascacielos, pero lo pueden comparar con la idea de un obelisco egipcio, un eje que une el cielo al mundo. La cosa con él es que uno lleva el ojo hacia arriba y le permite seguir subiendo hace el cielo. Da sensación de orgullo saber que otros humanos han llegado hasta allá arriba.
¿Qué destacaría o qué es lo que más le gusta a César Pelli de la arquitectura latinoamericana?
Su libertad de formas. Tienen más que en cualquier otra parte del mundo.
Explique eso
Se explica solo.
Por cierto, la torre más alta de Latinoamérica, ¿en Chile? Ese país tiene terremotos un día sí y otro también. ¿Cómo se atreve un arquitecto a hacer un edificio de esta altura en un país así?
En eso la gente se confunde. Ayuda mucho a la hora de vivir terremotos que el edificio sea alto. Cuanto más alto, más seguro es, eso es una ley física. Mi ingeniero de estructuras siempre dice: si hay un terremoto, corre al edificio más alto de la ciudad.
¿En serio?
¡Sí! Hazme caso, puedes fiarte de mi. Los periodos de oscilación del edifico, cuanto más alto es, son más diferentes a la oscilación de la tierra por un terremoto, por lo tanto no entra en armonía y no se sacude.
Compare un edificio con otro tipo de creación.
Ya le dije que no se parecía a ninguna otra, pero por ponerme imaginativo diré que con una cantata, sin duda. Nunca antes lo había pensado. Alguna cantata de paz, quizás. Porque es algo que me eleva, que cuando lo escucho, me sube arriba. Exactamente esa es la función que tiene que tener un rascacielos.
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