La forma en que se consumen los videojuegos ha cambiado mucho en muy poco tiempo. El ocio interactivo ha dejado de ser el hobby de unos pocos y se ha convertido en una forma de entretenimiento accesible e inmediata gracias a los smartphones y las tabletas. El videojuego se ha convertido en un producto de masas y las formas de acercarse a él se han multiplicado. Por eso es cada vez más habitual ver una partida de Starcraft II como quien ve el fútbol, ver un documental sobre el Tetris, zamparse vídeos humorísticos grabados en Minecraft o leer un libro sobre Final Fantasy VII.
El recorrido que llevan los videojuegos es parecido al de otros medios. Hay quien solo busca una evasión rápida viendo cualquier cosa que pongan por la tele, mientras que otros devoran Breaking Bad y Los Soprano, y todos los artículos y los libros sobre ellas que caigan en sus manos. Hay gente que va al cine de vez en cuando y otros se estudian la prensa especializada. Cada uno gestiona sus pasiones y sus obsesiones como le da la gana, pero antes tiene que existir una propuesta. Con los videojuegos, la oferta está comenzando a explotar: los youtubers dedicados al medio están en lo más alto; canales de streaming como Twitch protagonizan compras multimillonarias y, al mismo tiempo, están brotando pequeñas editoriales que apuestan por libros relacionados con el mundillo.
Es el caso de Boss Fight Books, una editorial que nació a mediados de 2013 en California con una exitosa campaña de crowdfunding. Recaudó más de 45.000 dólares, nueve veces lo que pedían para poner en marcha su primera colección de seis libros. Gabe Durham, creador del proyecto, ya ha obtenido 53.000 dólares para lanzar una segunda ronda de otros tantos libros.
Durham es el único empleado a tiempo completo de la editorial, aunque cuenta con gente que le ayuda con el diseño de las portadas, la maquetación, la edición y la atención a los autores. El equipo es pequeño, pero los libros funcionan. «Lo que mejor vendemos son los eBooks, hemos vendido miles», cuenta, «pero las ediciones impresas han empezado a despegar en cuanto hemos comenzado a colocarlas en librerías». Sus tiradas en papel son pequeñas, de entre 500 y 700 ejemplares, pero su libro sobre Earthbound, el que mejor ha vendido de la colección, ha llegado a unas 7.000 copias digitales. Parte de ese éxito se debe a que han vendido sus libros usando métodos bien conocidos por los aficionados a los videojuegos: paquetes paga-lo-que-quieras, rebajas y precompras a través de Kickstarter.
Todos los libros de Boss Fight Books tienen algo en común: se centran en un solo juego o en una franquicia y cada autor le da su toque personal. «Quiero saber todo lo que pueden llegar a ser estos libros», explica Durham, «por ejemplo, me emociona ver que habrá un libro con varios autores que dialogarán entre ellos, como el de Metal Gear Solid de la nueva colección». Otra apuesta interesante del nuevo repertorio es la publicación de un libro sobre el videojuego indie Spelunky firmado por su creador, Derek Yu. Además, Boss Fight Books planteó desde su origen otra idea interesante: uno de los libros de cada serie trata sobre un juego escogido por la comunidad. «Primero permitimos a los usuarios que hagan propuestas en los foros», explica, «luego hacemos una selección y volvemos a abrir las votaciones». Gracias a ese proceso, publicaron recientemente su último libro sobre Super Mario Bros 2.
Mientras tanto, en Reino Unido, la editorial Read-Only Memory acaba de publicar su segundo título: Sega Mega Drive/Genesis: Collected Works. Darren Wall, responsable de la editorial, lanzó este proyecto porque «echaba en falta libros de historia de los videojuegos bien escritos, rigurosos y de calidad» y quiso llenar ese hueco «como lo haría un editor de monográficos de arte con un artista». Para este último libro, por ejemplo, han entrevistado a 28 miembros del equipo de Sega de los años 90.
Su proyecto, dice, va bien. «Hemos podido organizar un plan editorial para el próximo año», asegura, «cada vez hay más libros sobre diseño, arquitectura, música y películas, así que espero que los videojuegos se sumen a esto».
Los libros sobre videojuegos no son algo nuevo. El videojuego tiene cuatro décadas de historia y se han publicado muchos títulos interesantes que van desde lo enciclopédico de The Ultimate History of Video Games hasta lo académico del Unit Operations de Ian Bogost, pasando por tomos monográficos o biográficos, como el Making of The Prince of Persia de Jordan Mechner o el Masters of Doom de David Kushner. La novedad es esta emergente industria editorial del videojuego que intenta saciar los intereses de muchos aficionados que hasta ahora no lo habían tenido tan fácil para encontrar en abundancia lecturas más pausadas y largas sobre el medio.
Esta tendencia también ha aterrizado en España. A mediados de 2012 se publicó el primer tomo de Ocho Quilates, un trabajo del periodista Jaume Esteve que narraba la llamada Edad de Oro del videojuego español. La pasada primavera, Esteve lanzó otro título más en su colección, Obsequium. Este libro que disecciona La abadía del crimen, una de las obras más conocidas de aquella época.
Este mismo año también ha comenzado a rodar Ediciones Arcade, una pequeña editorial fundada en Málaga por los periodistas Isaac López y Ricardo Martínez que ya ha publicado dos títulos. «Yo estaba trabajando en lo que se convirtió en nuestro primer libro, Qué es un videojuego, cuando nos planteamos sacarlo en nuestra propia editorial», explica Isaac López.
La idea maduró y se hizo realidad, pero la clave para que Ediciones Arcade despegara vino por otro lado, a través de un acuerdo con la editorial francesa Pix’n Love para importar y traducir el libro La leyenda Final Fantasy VII, un título que ha vendido millones de copias en todo el mundo. «Ellos han sido un referente para nosotros», cuenta López. «Nos conocimos en Barcelona, hubo buen feeling y llegamos a un acuerdo para publicar el libro». Final Fantasy VII es un juego de culto y la acogida del libro ha sido «espectacular», asegura Isaac López, «no sólo ha cubierto las expectativas, las ha desbordado». López y Martínez siguen adelante con el proyecto y estas Navidades pusieron en el mercado su tercer título, Cine y videojuegos: un diálogo transversal.
Llama la atención que salgan adelante proyectos como estos mientras que muchos youtubers se ganan la vida haciendo contenidos sobre videojuegos con un enfoque completamente diferente. El Rubius, una estrella de YouTube que se calcula que podría ganar más de dos millones de euros anuales gracias a sus vídeos, utiliza los videojuegos como plataforma para grabar vídeos humorísticos y ligeros que han conectado estupendamente con toda una generación de jugadores adolescentes.
«De algún modo, los libros son lo contrario a Twitch y a YouTube», comenta Gabe Durham, «no estás viendo a alguien jugar en directo, estás leyendo su experiencia filtrada por el tiempo, su criterio, sus experiencias y la investigación». Para Durham, la aparición de editores de libros de videojuegos es una parte más de la evolución que está viviendo el sector: los juegos han dejado de considerarse entretenimiento para críos y se ven cada vez más como forma de arte, así ahora «nos detenemos y pensamos sobre lo que nos hacen los juegos; nos acercamos a ellos con curiosidad, no para saber cuál hay que comprar y cuál no».
El periodista Rafael de las Cuevas lleva varios meses trabajando en Scanliner, un proyecto personal basado en vídeos sobre videojuegos con un enfoque cercano al de los libros que hemos mencionado anteriormente. Su serie Rockstar y el cine analiza al detalle todas las referencias cinematográficas de los juegos de los creadores de la saga Grand Theft Auto. Cada vídeo le lleva aproximadamente un mes de trabajo: se documenta, vuelve a jugar a los juegos, captura todas sus partidas, toma notas, repasa las películas, escribe el guión, graba la voz en off y monta la pieza. Todo ese trabajo todavía no da dinero.
De las Cuevas explica que en España hay «muchos canales de videojuegos orientados al público infantil y juvenil», pero cree se complementan bien con los libros y con lo que él hace. «En todos los formatos hay basura y hay calidad», dice. También afirma que la aparición de estos contenidos era inevitable, es generacional. «Algunos crecimos jugando a videojuegos, hemos seguido jugando de adultos y ahora queremos reflexionar sobre esos juegos», comenta.
La conclusión, en todo caso, está bastante clara. La forma en que nos relacionamos con los videojuegos ha cambiado de forma irreversible. Ya son más que un pasatiempo. Son objeto de debate y de análisis, son deporte (electrónico), son una herramienta para el humor y una plataforma para experimentos narrativos. El videojuego es el mensaje. Da igual si nos lo cuentan en vídeo o en un libro de tapa dura: lo que está ocurriendo con el videojuego es un fenómeno que merece ser estudiado.
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Este artículo se publicó originalmente en el número de diciembre de 2014 de Yorokobu. El texto ha sufrido algunas modificaciones para actualizar algunos datos que han cambiado desde entonces.
Las imágenes pertenecen a Boss Fight Books, Read-Only Memory y Ediciones Arcade.
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