En el ojo ajeno: La conspiración del día a día

28 de enero de 2025
28 de enero de 2025
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objetos conspiradores

Alguna vez he escrito sobre cosas para las que la humanidad aún no ha encontrado una solución. El ruido de la máquina del café y cosas así. Pero esta vez iré un poco más lejos. Creo que, tras analizarlo, hay algo más. Ya no es que ocurran sin más. Creo que hay alevosía. Eligen el peor momento o hacen que pienses que son solo mala suerte. Pero no, son sutiles y lo hacen aposta. Hay intención. ¿Es una conspiración?, no lo se júzgalo tú.

Las migas de pan en la cama esperan a que tengas verdadero sueño para manifestarse. Pequeñas zorras, mientras veíamos la serie no reclamabais vuestro espacio. Un vaso de agua mal enjuagado que sabe a detergente. Él lo sabía, pero intentaba no delatarse con burbujas. Infame. Un yogur antipático que te salpica al abrirlo. Te escupe a su manera. Y lo sabes.

Un bolígrafo que pinta pero no pinta. Que duda de sí mismo. No te deja tirarlo, te tiene cautivo. Ahora sí, ahora no. Maldito amigo tóxico. Las bolas de un jersey bastante caro. Odiosas pero adictivas de quitar. Parásitas. Morder el tenedor sin querer al comer. Ese chasquido. Tu diente y tu cráneo como las uñas en la pizarra. Justo en la comida más importante del año. ¿Casualidad?

La baldosa rota que tropieza contigo. Y como había llovido, se guardaba ese chorrito que te entra por el dobladillo hasta la ingle. Frío y sucio. Y su compinche, el canalón, que apunta y acierta con esa gota por la nuca. ¿Encerrona?

El rastro de adhesivo y papel de una etiqueta mal quitada. Ese moco pegajoso que se va poniendo negro y acaba en tu uña. Garrapata. El zapato nuevo que se traga el calcetín justo el día en que tienes que hablar sobre un escenario. Bastardo. El papel higiénico que empieza mal la relación. Con tiranteces, no se entrega, regatea, se aferra a sí mismo. Egocéntrico.

El botón del ascensor que no te confirma si te ha entendido. El ansia de saber si parará o no. Torturador. La cuerdecita del asa de la bolsa de papel que espera al paso de peatones para soltarse. Malnacida. La camisa mal abrochada, el charquito del paraguas. El led del cargador que ilumina toda la habitación, la hebilla del cinturón que se pasa al lado contrario.

¿Por qué todo eso ocurre cuando estás tranquilo o pendiente de otras cosas importantes? Ellos lo saben. Créeme, no es casualidad.

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