El toque de queda implícito en el estado de alarma fue literal para los integrantes del estudio navarro Errea Comunicación. Llegaron a sentirlo en sus oídos como una especie de bocinazo ante el que reaccionaron de forma instantánea: tenían que buscar la forma de ser útiles durante el confinamiento.
«Queríamos hacerlo desde la convicción de que nuestro trabajo no es superfluo», dicen. Y entre todos encontraron la fórmula: constituirse como «representantes» del ciudadano medio de Pamplona y contar cómo viven su encierro de manera visual y con datos. «Queríamos ser fieles a nuestro perfil, a medio camino entre el diseño y el periodismo».
El 16 de marzo contaron su idea a Diario de Navarra. Y se la compró. Como formato recurrieron a la infografía, «un género híbrido que admite y aguanta casi todo, pero sobre todo, lo entendemos como una herramienta al servicio de las personas».
Desde entonces, y todos los días, el diario publica uno de sus gráficos en los que se registran desde los movimientos realizados por una familia durante un día en un piso de 90 m2, a las veces que una pareja se dice Te quiero vs. se manda a paseo, o el tiempo que una persona pasa ahora de media en las distintas redes sociales.
Los promotores de la idea explican que no se trata de hablar de la pandemia «ni de competir con The New York Times (vana aspiración)», sino de contar de manera amena cómo esta siendo su vida en casa. Sus nuevos hábitos y los de sus familias, sus horarios, sensaciones o temores, que podrían ser los mismos o muy similares a los de cualquier otro ciudadano medio.
«Queríamos que los lectores del periódico leyeran el gráfico cada mañana y se reconocieran en las historias que presentamos. Y, si se podía, provocar alguna sonrisa. En sintonía con el data humanism que tan brillantemente defiende Giorgia Lupi, estamos convencidos de que un despliegue abrumador de datos no suele servir de nada si no viene acompañado de emoción».
Las infografías aparecen a doble columna («para no condicionar la ya escueta paginación con la que vienen los diarios»). Más que un corsé, la disposición vertical del formato, dicen desde el estudio de comunicación, es un plus a la hora de ordenar la narrativa. «Otros lo han eligieron antes: el extinto Público (la sección Frescogramas) o La Vanguardia (las columnas Data que se publicaban en el suplemento Culturas o la columna dominical de Jaime Serra)».
Más de un mes después, el Álbum visual de la cuarentena de Errea Comunicación (al que también se puede acceder desde Cuarentena Visual) sigue recogiendo las andaduras caseras de sus miembros: «Hemos hablado de cómo han cambiado nuestros horarios. De si tenemos más o menos (y mejores o peores) relaciones sexuales que antes. Nos hemos tomado la temperatura anímica dos veces al día durante dos semanas. Hemos contado los granos de arroz que hay en un kilo para matar el aburrimiento. Incluso las personas, vehículos y pájaros que pasan por delante de nuestras ventanas o qué hace el gato todo el día al ver que no salimos… Y lo que queda».