¿Cómo calentar los 2.000 m2 de la nave que Marco Canevacci acababa de alquilar en Berlín con unos colegas sin dejarse sus escasos ahorros en el intento? «Había que recortar metros cúbicos como fuera. La manera más simple fue crear una burbuja en su interior».
La cosa funcionó. Aquella burbuja inflada con aire caliente les permitía guarecerse del frío de la capital alemana donde Canevacci acaba de finalizar sus estudios de arquitectura técnica. Y se convirtió en un recurso al que a partir de entonces el flamante arquitecto seguiría recurriendo. Fue el inicio de Plastique Fantastique, colectivo que a lo largo de estos más de 16 años han alterado la configuración de ciudades como Berlín, París, Zurich Barcelona con sus espacios efímeros.
Con estas estructuras temporales, Marco y el resto del colectivo pretende replantear los conceptos de lo público y lo privado en el espacio urbano. «Las experiencias efímeras añaden valor a la percepción de la arquitectura en general. Con ellas puedes apreciar el entorno que te rodea de una manera distinta. Te permiten darte cuenta de muchas cosas. Es como poner una lupa para valorar cada detalle. Un proyecto efímero es un proyecto político porque te permite pensar que el espacio donde vives puede ser distinto, que puedes cambiarlo».
Hace unos días, Canevacci levantó varios de estos «inflables» en el patio interior y junto a la puerta de entrada del Palacio de Altamira, la sede de IED Madrid. Lo hizo como colofón al workshop que impartió (primero en Berlín y luego en Madrid) a alumnos de la escuela de diseño, quienes fueron los encargados de crear y poner en pie las estructuras. «Les dejé total libertad. Les mostré algún ejemplo, pero ellos crearon sus propios croquis. Luego pusimos todo en común y elegimos entre todos los que más nos gustaron».
Todas las estructuras se crearon en polietileno, el material fetiche del arquitecto. «Me encanta por su sencillez. Es el material plástico que puede utilizarse tanto para empaquetar comida como para aislar techos de la humedad. En los proyectos más complejos y de mayor durabilidad, lo acompaño con otros como látex o poliuretano».
Las estructuras neumáticas, dice Canevacci, tienden a buscar las formas circulares. «Es muy difícil obtener ángulos y formas cuadradas. Para lograr algo parecido se necesita de un espacio cerrado y cuadrado. Encajando la estructura a este espacio y dejándola libre es posible obtener esa metamorfosis».
El arquitecto italiano habla, incluso, de «relación sensual» entre el ladrillo y el plástico cuando esto se consigue. El propio entorno, la arquitectura «duradera» se convierte así en la única fuente de inspiración para las estructuras efímeras. «No queda otra porque estas tienen que adaptarse a aquellas».
Una vez erigidas, en el interior de los inflables pueden desarrollarse todo tipo de actividades. Ocurrió en el evento de IED Madrid, donde los alumnos aprovecharon las estructuras para exhibir algunos de sus diseños. Las estructuras, además, les permitieron guarecerse de la lluvia que cayó en Madrid la noche en a que se celebró la fiesta de clausura del workshop, demostrando así el carácter de «espacios uterinos» con el que las concibe Canevacci.
Cuando las estructuras se desmontan, comienza una nueva vida para sus materiales. «Los reutilizamos tantas veces como podemos aunque, obviamente, no tienen una durabilidad tan larga como las estructuras no efímeras». Cuando ya no es posible sacarles más provecho sin peligro de que pierdan sus calidades, los materiales se envían al centro de reciclaje de Plastique Fantastique en Berlín.
[…] Esta arquitectura efímera funciona como espacios uterinos […]
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