Eva y Mandy, retrato íntimo de dos adolescentes transexuales

13 de noviembre de 2014
13 de noviembre de 2014
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Willeke Duijvekam sabía que existían chicos afeminados, chicos que parecían chicas y chicos homosexuales. Pero no sabía nada sobre adolescentes con disforia o trastorno de identidad de género. «Nunca había oído hablar sobre ello» comenta la autora de Eva and Mandy, probablemente el mejor reportaje fotográfico sobre la transexualidad adolescente que se haya firmado en los últimos años. Duijvekam ha seguido a dos adolescentes con disforia de género durante seis años, retratando el duro proceso de cambio de sexo. Durante este tiempo esta fotógrafa holandesa ha llegado a conocer a dos chicas únicas con una trágica coincidencia: estar atrapadas en un cuerpo equivocado. Esta es su historia.
La primera vez que Duijvekam conoció a un adolescente con disforia de género se quedó muy impresionada. Era 2006 y había descubierto una realidad desconocida, más complicada de lo que los medios y la sociedad tienden a estereotipar, más agridulce, más corriente en su anormalidad. Descubrió cómo el joven en cuestión sufría «el rechazo e incomprensión de su entorno», cómo la angustia y el miedo típicos de la adolescencia se podían ver multiplicados exponencialmente por un asunto tan complicado como la transexualidad. «Sus historias me conmovieron mucho», recuerda. Duijvekam siempre ha querido retratar realidades diferentes, a gente que da un giro en su vida y se sale de la norma. «Me gusta la originalidad que hay en todos nosotros», confirma. Así que cuando conoció de cerca el drama que sufren estos adolescentes decidió plasmarlo con su cámara. Su llamada a la ONG Transvisie pronto recibió la respuesta de los padres de Eva y  de los de Mandy. Duijvekam empezó entonces su proyecto.

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Eva

Con apenas 11 años, Mandy ya había empezado a vivir su vida como una chica. Vestía con ropa de mujer y se comportaba como tal, todo el mundo lo sabía. Eva era muy diferente. «Lo único que tienen en común es una fotógrafa curiosa que las sigue a todos lados», comenta con sorna Duijvekam. Era dos años mayor, pero se encontraba en una etapa más primigenia. La fotógrafa vivió con ella el momento en el que les contó a sus compañeros que se sentía mujer, o los muchos relacionados con su operación de reasignación de sexo. Vivió momentos duros, pero también dulces, como su primera vez en una peluquería femenina o en una tienda de ropa de mujer. Son estos últimos, y no los primeros, los que componen su relato fotográfico. Momentos cotidianos, costumbristas, que acercan al espectador a una realidad diferente y le hacen ver que quizá no lo sea tanto. Duijvekam explica que no quería que el espectador se sintiera un voyeur, sino un invitado en sus vidas, que las conociera como las ha conocido ella.
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El valor de este relato fotográfico es su prolongación en el tiempo, ser testigo de un doble proceso, el de madurez y el de cambio de sexo, a través de la imagen. «Para ser sincera, nunca me planteé seguir a Eva y a Mandy durante tanto tiempo» , confiesa Duijvekam. «Pero fui viajando con ellas, acompañándolas peldaño a peldaño. No podía dejarlo». La disforia de género es una materia complicada, reconoce la autora. « Tenía que llegar a conocerlas, a infiltrarme en sus vidas» para poder trasladar una visión certera al lector. El esfuerzo, según Duijvekam, mereció la pena, pues le permitió mostrar la cara más auténtica de estas adolescentes, que dejaron de verla como una intrusa y se acostumbraran a su presencia.
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Mandy

Un estudio de la cátedra de transexualidad del hospital de Ámsterdam asegura que la disforia de sexo afecta a uno de cada 11.900 hombres, y a una de cada 34.000 mujeres. Normalmente se manifiesta a una edad temprana, pero hasta hace relativamente poco la operación, incluso el tratamiento hormonal, se postergaban hasta la mayoría de edad. Casos en un principio anecdóticos, necesitados de una autorización judicial, se han ido dando en España en los últimos años en un goteo cada vez más profuso. En Holanda el goteo se ha convertido en torrente y son muchos los que comienzan un tratamiento psicológico y hormonal a edades muy tempranas. El caso de Mandy y Eva habría causado revuelo mediático hace apenas unos años, tanto en Holanda como en España. Hoy se puede apreciar simplemente por lo que es, el relato intimista de dos adolescentes embarcadas en un viaje entre dos sexos.
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