Una farmacia diseñada para no parecer farmacia

21 de noviembre de 2012
21 de noviembre de 2012
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Podríamos tomar prestada una de las 511 cápsulas contra el olvido del libro de Antonio Calderón Reina para este artículo y atribuirle el poder de rescatar el pasado. Podríamos decir que hace recordar (no al que la toma, sino al que entra en la Farmacia de los Austrias, en Madrid) cómo eran las boticas antiguas y cómo se iba tejiendo las relaciones de confianza con el boticario.

Esa cápsula recordatoria no surgió en un laboratorio. Nació en el estudio de diseño Stone Designs. Habían oído que la farmacéutica quería renovar el establecimiento y que la inercia la llevaba a imaginar una farmacia como todas las demás. Previsible. Fría. Aséptica.

Los diseñadores de este estudio acudían a menudo al establecimiento y propusieron a su dueña que la reforma acabara consiguiendo que “la farmacia no pareciera una farmacia”, explica Cutu, cofundador de Stone Designs.

“Queríamos que tuviese un toque más humanizado, afable y cálido. Una farmacia es un lugar muy comprometido porque, al pedir los medicamentos, estás mostrando enfermedades que a lo mejor no quieres revelar. Por eso pensamos que tenía que ser un lugar más recogido y más cómplice”, añade Cutu.

Los expositores están inspirados en las cajas de los medicamentos genéricos. Los colores se dividen en dos gamas cromáticas para “aligerar las estanterías”, según el diseñador. Los colores oscuros están abajo para dar la sensación de sostener mayor peso. Arriba ocurre lo contrario. Conforme la altura asciende los tonos van siendo más claros para producir, así, más ligereza.

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Patrick Thomas

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