De todos es sabido que el himno nacional de España carece de letra, lo que ha dado lugar de manera cíclica a diversas iniciativas para reparar esta carencia. Pero recordar en primera persona la única versión que realmente cuajó en el folclore colectivo requiere haber nacido a finales de los años 60. Fue redactada en las postrimerías de la dictadura, y sus delicadas y elaboradas estrofas dicen así (acompáñense mentalmente con la melodía):
Franco, Franco, que tiene el culo blanco
porque su mujer
lo lava con Ariel
Doña Sofía lo lava con lejía
mientras el Borbón
lo lava con jabón.
La inclusión en este bello poema de una marca de detergente bien conocida en esos años, (ya que solo había dos canales de televisión y nadie escapaba a la liturgia doméstica de ver los anuncios) arroja serias sospechas de que estamos ante un caso genial, si no de product placement, sí quizás de branded content o en cualquier caso de una viralización patrocinada. Todo ello décadas antes de que cualquiera de estos términos y expresiones fueran siquiera acuñados.
En esos tiempos Dixán era el otro gran detergente que limpiaba la colada en los hogares españoles, que olían todos más o menos igual, ya que ambos compartían los lineales de los supermercados. Pero ¡un momento!, ¿existían los lineales?, ¿y los súper tal y como hoy los conocemos? Está bien, diremos que en el mercado o en la droguería del barrio había una mínima fracción de las opciones que hoy se ofrecen al consumidor.
Incluso podemos añadir una tercera marca en liza, Colón, que tenía menos cuota de mercado porque era ligeramente más cara. El enorme recipiente, que recibía el nombre coloquial de tambor, no se llamaba así por casualidad, pues la muchachada de entonces aprendió percusión aporreando con palos estos cilindros huecos de cartón del tamaño de un taburete.
Reemplazando la palabra Ariel por Dixán,¡o incluso por Colón!, el himno de España mantiene intacta su fuerza, sin perder rima ni musicalidad. ¿Por qué fue Ariel quien ganó esa batalla comercial decisiva?
Si analizamos someramente el poema, parece obvio que el trasero más níveo de los tres debería ser el de la ahora reina emérita y entonces simple consorte de Juan Carlos, pues son bien conocidas las propiedades blanqueadoras de la lejía, más allá de la presumible abrasión que podría sufrir en las nalgas quien la utilizara para ese menester.
Por desgracia ningún productor se ha tomado la molestia de hacer una grabación decente del himno de España con orquesta y coros de aire marcial entonando la famosa letra, como cualquier himno que se precie. En el Teatro Real, a ser posible. Es cierto que su calidad musical lo acerca más a arengas militares de cantina que a una melodía capaz de emocionar a los súbditos de una nación. Así, las pocas grabaciones disponibles que recogen esta letra oficiosa, no están ejecutadas por grandes cantantes, como en este caso:
https://youtu.be/8Hj7wjdRdzw
El tuitero @CarlosLanga fantasea en esta hilarante conversación entre Franco y su nieta acerca del origen de las últimas estrofas.
Si repasamos algunos otros himnos nacionales, la única sensación que puede experimentarse es la de una sana envidia (lo de sana es un decir) debido a la calidad de sus composiciones, la belleza de sus textos o ambas cosas.
Por ejemplo, y sin irnos muy lejos, es frecuente ver en las noticias cómo los diputados del parlamento catalán se levantan y entonan con emoción Els segadors, cuya letra primigenia hunde sus raíces en el siglo XVII y a la que hay que reconocer una enjundia sonora de muy buen gusto musical, además de una orquestación bien equilibrada.
Difícil es hallar a quien no sepa tararear el himno de EEUU de tantas películas en las que se prodiga, o de tantas veces como se escucha en el mundo del deporte. No es tan antiguo, se adoptó en 1931, y recientemente se ha desatado la controversia (muy traída por los pelos) a causa de una frase supuestamente racista que contiene. La letra procede del poema Defensa del Fuerte McHenry escrito en 1814 por el abogado Francis Scott Key. Parafraseando a Woody Allen, cada vez que la escucho me dan ganas de desembarcar en Normandía.
Pero probablemente el himno más respetado del mundo sea La Marsellesa con la que se humedecen los ojos de los franceses y se inflaman sus corazones. Es este un caso curioso, pues ni fue compuesto en Marsella ni se menciona esta ciudad en su letra. Según parece así la bautizaron los parisinos, reemplazando el tedioso título de Chant de guerre aux armées des frontières.
Aquí la tienen, con la letra en francés y en español, para hacer karaoke en casa en un arrebato republicano, o cuando Benzema marque un gol:
Entre los más bellos y emocionantes se encuentran curiosamente los himnos de las ex repúblicas soviéticas. No sabemos si por el talento musical de los pueblos eslavos o porque aquellas vastas latitudes predisponen a engrandecer el alma. Así, el de Ucrania, compuesto por Mykhailo Verbytsky hace más de un siglo, es una auténtica belleza:
Pero en ninguno de estos himnos hay alusión alguna a una marca comercial. Por ello, y respecto a la pregunta del título, este cronista ha tratado de recabar la versión de Procter & Gamble (la multinacional que comercializa el detergente Ariel) acerca de su poder blanqueador de nalgas, así como del origen de la letra oficiosa de nuestro himno.
¿Fue realmente una operación de marketing encubierta con la que se logró contagiar a millones de niños? ¿Esa impronta hizo que cuarenta años más tarde, y gracias a que ahora esos niños (y niñas, perdón) hacemos y pagamos la compra en el súper, Ariel siga teniendo un lugar preferente en el aroma de nuestra colada? ¿Qué supuso para la competencia, en especial para Dixán y Colón? Pero sobre todo ¿qué había de cierto en la pretendida y aireada blancura del culo del Caudillo?
Procter & Gamble ha declinado responder, y el CNI, también consultado, alega que se trata de información clasificada por sus importantes derivaciones geopolíticas.
En la versión que conozco hace mención a una marca de Unilever, terminando la estrofa con «y el Gran Capitán se lava con Perlán» (imagino que por tenerlo más delicado). Saludos.
El culo blanco no sé, pero un 5% de paro sí que tenía el franquismo, allá por 1975… De todos modos, no podemos seguir anclados en el pasado, ahora la prioridad es defender la igualdad real de las mujeres, veo que hay pocos contenidos en Yorokobu en esa línea… ¿Será porque la mayoría de sus redactores son hombres?
Igual es que como ya hay cientos de miles de blogs para tal menester, los señores de Yorokobu quieren ofrecer a sus lectores un pequeño oasis mental ante tanta turra profémina.
Recuerda, ofenderte no te da la razón.