En Namibia conviven más de 11 grupos étnicos. «Algunos, como los ovahimba o los hereros, suelen llevar sus ropas y atuendos tradicionales». Pese a ser natural de aquel país (aunque residente en Holanda) a Max Siedentopf eso es algo que siempre le ha llamado la atención. Aunque, por lo visto no tanto como a esos turistas, la mayoría blancos como él, que ofrecen dinero a los locales para que se dejen fotografiar con esta indumentaria.
Sus compatriotas suelen aceptarlo, cosa que a Siedentopf le parece normal dada la difícil situación económica del país. Pero desconfía de las intenciones de aquellas fotos. «No creo que los que las sacan se interesen por conocer la realidad de esa persona a la que están fotografiando. Simplemente tratan de reforzar su idea sobre los estereotipos africanos».
En su última visita a Namibia, el fotógrafo sacó su cámara con la intención de retratar a la gente de su país. No discriminó en función de cómo iban vestidos aunque, al igual que aquellos turistas, les pidió permiso para fotografiarles a cambio de dinero. Lo único que les pedía es que los billetes apareciesen en la foto.
A partir de ahí ellos decidían el precio, la pose… Algo a lo que no están acostumbrados, según Siedentopf, porque son los fotógrafos los que, con su dinero, se erigen en cabecillas de la situación.
«Rara vez posan como ellos mismos. Eso hace que al final la foto se convierta en una mentira que explota al individuo, su cultura, su historia tribal y perpetúa estereotipos negativos».
Siedentopf sabe que más de uno dará la vuelta a la tortilla y verá su propuesta como una ofensa hacia las personas a las que fotografía. «Hay una alta probabilidad de que haya quien lo vea así, pero seguramente serán aquellos que no son capaces de ver a la persona real que refleja la foto». Todos los que posaron para él, dice Siedentopf, se divirtieron durante la sesión y eso se nota en las fotos. Las sonrisas son, de hecho, una constante en la serie, casi tanto como el dinero.
«El humor es una excelente vía para la denuncia», explica sobre la carga crítica de las fotos. «Muchos artistas y fotógrafos optan por realizar trabajos muy serios sobre la realidad africana. Yo creo que, a veces, para tratar temas difíciles, aportar algo de diversión puede resultar mucho más eficaz y puede servir para llegar a mayor número de personas».
Siedentopf dejó de hacer fotos cuando se agotó el saldo que había destinado a este proyecto (100 euros que, al cambio, son algo más de 1.500 dólares namibios). Luego recopiló todas las fotos en Funny Money, libro que acaba de ver la luz de la mano de KesselKramer Publishing. «Este libro muestra lo divertido y la cantidad de fotos que se pueden hacer en Namibia por sólo 100 euros».