«Perdón por las molestias, estamos tratando de cambiar el mundo». Así se lee en una de las imágenes que la asociación GENDES postea regularmente en Facebook. La organización, una entidad civil mexicana que agrupa las palabras Género y Desarrollo, trabaja desde 2011 fomentando relaciones igualitarias entre hombres y mujeres.
GENDES es la respuesta multidisciplinar a una sociedad permisiva hacia la violencia machista, históricamente ligada a la cultura pero cuyo contexto ha comenzado a cambiar tímidamente en México. Después de ver como el número de homicidios de mujeres se duplicaba entre 2007 y 2015 (pasando de 1.086 muertes a 2.555, según datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio), en 2016 los ciudadanos de una docena de ciudades mexicanas salieron por primera vez a la calle para protestar contra la violencia de género.
Pero, ¿cómo darle la vuelta a un fenómeno imbuido en la sociedad y aceptado en todos sus planos, desde la música a la forma de convivencia familiar, pasando por los programas de televisión? Para los miembros de GENDES, la respuesta está en ir a la raíz del problema, y una vez allí desaprender la violencia.
«Nuestro trabajo consiste en cuestionar creencias culturales que propagan machismo», dicen desde la fundación. «Es un proceso en el que la voluntad del usuario es crítica. El primer paso es identificar las violencias y los mandatos de género que colocan a los hombres en posiciones de control y dominio. También se vuelve básico dar herramientas a los hombres en primera instancia, lo que desde el modelo se llama autosuficiencia, que se refiere a la capacidad de producir bienestar para sí mismos, sin esperar que sus parejas les den servicios que van desde la alimentación hasta recursos emocionales. Además, fomentamos maneras de expresar sus emociones, entre ellas el enojo, sin recurrir a la violencia», explica Patricia Carmona, coordinadora de posicionamiento público en la organización.
Si bien es difícil cuantificar el trabajo que realiza la entidad, en 2016 GENDES atendió a 176 usuarios de grupo y sensibilizó alrededor de 3.500 personas mediante distintos talleres. El grupo de reflexión para hombres y su trabajo reeducativo es un proceso que dura un año completo mediante 52 sesiones semanales.
«Desafortunadamente, al tratarse de un trabajo que cuestiona profundamente al individuo hay un elevado índice de deserción. Sin embargo, la mayoría de los usuarios permanecen por lo menos tres meses, en los que aprenden a identificar los distintos tipos de violencia contra las mujeres, a reconocer las señales de su cuerpo que les indican que pueden ser violentos con sus parejas y a hacer uso del retiro, una estrategia consensuada con la pareja en la que los usuarios ponen distancia para centrar sus emociones y evitar de este modo la violencia directa», apunta la coordinadora.
Alberto, ingeniero informático de 27 años, es uno de los hombres que acude desde hace 19 semanas a la asociación. El joven decidió acercarse a GENDES tras un problema con su pareja que le llevó a utilizar violencia verbal. «Fue algo nuevo para mí, pues yo nunca había actuado de esa manera y me di cuenta que necesitaba ayuda. Una amiga psicóloga me recomendó el lugar y decidí venir para saber como podía controlar mis emociones».
«Cuando llegué a GENDES estaba acostumbrado a actuar de manera muy diferente, yo decía que el ser violento solo era para los hombres que golpean, matan… y aquí me di cuenta que existen otros tipos de violencia, que una simple acción mía podía dañar mucho a mi pareja o a mi hijo, así que gracias a un modelo que trabajan aquí pude aprender otras maneras de ser hombre y darme cuenta que puedo actuar diferente», comenta Alberto, quien considera que su relación de pareja en la actualidad es más “sana”. «Ahora nuestra relación es con base a acuerdos que tenemos como en los quehaceres del hogar, gastos divididos y la crianza de nuestro hijo».
El ingeniero dice sentirse «esperanzado» cada semana, «porque sé que puedo ganar algo importante para mí y eso poder compartirlo o ayudar a mis compañeros de grupo».
El trabajo que GENDES hace en otras áreas financia la mayoría del coste del grupo: la renta del lugar, el pago a los facilitadores y los materiales que se utilizan. Los usuarios aportan una cuota simbólica de recuperación de 100 pesos por sesión (poco menos de 5 euros) que ayuda a solventar algunos gastos mínimos y sobre todo ayuda a los mismos hombres a comprometerse con su proceso.
«Es importante porque muchos de nosotros creemos que la mujer esta para soportarnos todo y no nos damos cuenta que también ella siente: dolor y tristeza por todo lo que pasa en la relación. Aquí nos enseñan que hay maneras alternas de resolver nuestros conflictos sin ejercer violencia», añade Alberto. «Con el pasar del tiempo he conocido a muchas personas y algunos se han convertido en amigos, pues me identifico con algunos y juntos tratamos de ser mejores personas ayudándonos el uno al otro».
Desaprender un uso social arraigado durante generaciones es algo que va más allá del genero. Como apunta GENDES entre sus célebres citas, es cuestión de practicar el buentrato en cualquier contexto de la vida.
Creo que se trata de sanar el alma del hombre , para que este sea feliz, con sus seres querido y bucear lo antes posible en su interior y sanar para que no solo se haga daño el si mismo a sus semejantes, honrar la vida de nuestro prójimo.
Me gustaría integrar algún grupo en mi pais Argentina.
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