¡Qué bien te cae tu amiga Lola! Es tan graciosa y tan buena persona… Con lo guapa que es de cara, qué lástima que esté tan rellenita. Si adelgazara sería preciosa. Estás pensando en su salud, claro, que a ti la estética te da igual. El problema es que hay que tener mucha fuerza de voluntad para ponerse a dieta y Lola no la tiene.
Quizá te hayas reconocido en alguno de esos pensamientos. Quizá tú misma, que encajas en esa definición de rellenita, estés de acuerdo con que si perdieras peso estarías mejor. Malas noticias: padeces gordofobia.
La palabra suena gruesa, claro (y apuesto lo que sea a que te ha venido a la cabeza el chiste fácil: tan gruesa como las personas que la padecen). Porque la gordofobia «es el odio, rechazo y desaprobación hacia una persona por el mero hecho de ser gorda, por el mero hecho de tener un peso o un cuerpo que no está establecido dentro de lo normal, según los cánones de belleza actuales», tal y como explica Jessica Santamaría, psicóloga general sanitaria y especialista en trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
La gordofobia no entiende de géneros
Para Santamaría, la causa de esta violencia contra los cuerpos gordos hay que buscarla en la propia sociedad y en esos cánones de belleza tan arbitrarios. Es una discriminación tan imbricada en nuestra cultura occidental que la tenemos absolutamente normalizada y no somos capaces de cuestionarla por la sencilla razón de que no sabemos verla.
Y esa discriminación, que afecta por igual a hombres y a mujeres, es especialmente represiva en el caso de ellas. Por eso, a la hora de denunciar la gordofobia, son más las activistas gordas que levantan la voz y dicen basta ya, titis, que los activistas gordos.
¿Acaso ellos no la sufren? La respuesta, lógicamente, es sí, por supuesto. Pero en el caso de ellos, el patriarcado y el concepto de masculinidad imperante ha provocado que no se quejen en público ni se expongan. Así lo creen dos de los pocos perfiles masculinos que hablan sobre gordofobia en redes, José Vidal, estilista y creador de la firma de ropa para hombres gordos Cool Fat Boy, y Enrique Aparicio, periodista y conductor del pódcast ¿Puedo hablar? junto a Perra de Satán.
En ese sentido, el feminismo ha allanado el camino a las mujeres al invitarlas a alzar la voz contra todo tipo de discriminación hacia ellas. «Si te ha tocado ser leído como hombre, como es mi caso, eso te da unos privilegios que te pueden servir para esconder el dolor, la rabia, la violencia que nos provoca la gordofobia», explica Aparicio. «Si tú eres hombre, no eres exactamente gordo».
No soy curvy, soy gorda, mi amor
La sociedad odia la gordura, aunque no queramos reconocerlo, por eso ha generado un tabú alrededor de ella. Esa es la razón por la que preferimos rehuir del adjetivo gordo o gorda, y optar por eufemismos para no nombrar esta realidad. Y si hay algo que odie con todas sus fuerzas una persona gorda es eso, un eufemismo.
Para José Vidal, por ejemplo, se trata de condescendencia, y eso es algo hiriente que no soporta. Que su empresa lleve el ‘Fat’ tan bien plantado responde a su deseo de llamar a las cosas por su nombre, algo que le costó alguna que otra discusión con sus socos.
La activista contra la gordofobia Magdalena Piñeyro remarca el hecho de que este tipo de palabras sirven para ocultar y disfrazar realidades que se han cargado negativamente. «Si existen los eufemismos para gorda es porque todavía tiene carga negativa. Y hasta que no acabemos con esa carga negativa, seguirán existiendo eufemismos».
«Cuando alguien dice “soy gorda”, lo que aparece en el imaginario es que somos personas vagas, descuidadas, insanas, que nadie va a querer», explica, por su lado, Lara Gil, una de las dos creadoras del pódcast Nadie Hablará de Nosotras, junto con Cristina de Tena, que se encuentran promocionando su espectáculo teatral Nadie hablará de nosotras. Un show musical.
Utilizar eufemismos como curvy, que se aplica para describir a mujeres con sobrepeso, «es decir que no somos todo eso que rechazamos, sino otra cosa que sí es aceptada por la sociedad. Porque curvy tiene que ver también con ser deseable. Es una forma de decir que tu cuerpo, aunque sea gordo, es deseable y aceptable, cuando lo que deberíamos pensar realmente es por qué, como sociedad, nos creemos con el derecho de decidir que hay unos cuerpos que valen más que otros», concluye Gil.
¿Una persona gorda protagonista de un anuncio sexy? ¡Tú flipas!
Alzar la voz contra la discriminación de una persona únicamente por ser gorda es el primer paso para denunciar un problema. De ahí la importancia de visibilizar en todos los aspectos y ámbitos de la vida cuerpos distintos que salen de esa norma estética. Y ahí juegan un papel importante el cine, la publicidad, la moda y el arte.
«Esto es importante porque, a través de las representaciones artísticas, audiovisuales, musicales, literarias, las personas construimos nuestras identidades y construimos también pensamiento: qué pienso de los demás y qué pienso de mí misma. Y si la representación de mi cuerpo siempre es burla, siempre es humillación, inferiorización y vergüenza, todo eso es lo que voy a construir en el pensamiento sobre mi propio cuerpo y sobre el cuerpo de las demás personas gordas», señala Magdalena Piñeyro.
Pero no basta solo con aparecer de vez en cuando en spots publicitarios o en el cine. Hay que superar los clichés en los que los cuerpos gordos aparecen representados y deben empezar a protagonizar esas historias. «¿Por qué no tengo un superhéroe gordo? ¿Por qué el protagonista de una historia de amor nunca es gordo? ¿Por qué el gordo tiene que ser el gracioso de turno?», invita a reflexionar José Vidal.
Y aunque es verdad que empezamos a ver mujeres con sobrepeso en algunos anuncios publicitarios y en algunas películas, según el Informe ODA (Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales), que analiza la imagen y presencia de personas gordas y de otras corporalidades no normativas en el cine español en 2022, el porcentaje de personajes que gordos es solo del 3,3%. Algo que llama poderosamente la atención cuando, según la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020, más de la mitad de la población española (el 61,4% de los hombres y el 46,1% de las mujeres) se sitúa por encima del peso considerado normal.
«No hay casi referentes gordos, y cuando los hay es un problema, porque siempre se nos representa como un chiste y como un estereotipo», analiza Lara Gil. «Todos los referentes refuerzan ese estereotipo. No vemos a personas gordas viviendo, amando, disfrutando, poniéndose tristes… Queda mucho camino por hacer respecto a los referentes».
Y si es raro ver cuerpos gordos femeninos en publicidad y moda, mucho menos frecuente es ver modelos masculinos de talla grande. Así lo corrobora José Vidal, que afirma tener serios problemas para encontrar este tipo de modelos que promocionen su línea de ropa. «Las agencias no quieren arriesgar por hombres, solo por mujeres. ¿Por qué? Quizá porque una mujer es más comercial para la moda». En su opinión, esto es más bien postureo empresarial y una manera de acallar esas voces que se quejan de la nula representatividad. «Es como el premio de consolación», concluye.
«Yo siempre les digo a mis pacientes que a la industria le interesa tener un canon de belleza, que tú no estés a gusto con tu cuerpo. Les interesa vender», afirma Jéssica Santamaría. Algo en lo que redunda Enrique Aparicio: «Una de las industrias más poderosas del mundo es la de la imagen corporal; y una pata del capitalismo depende, literalmente, de que nosotros nos sintamos mal con nuestro cuerpo. Y es casi imposible escapar de eso».
Las personas gordas, junto con otros colectivos, también son un nicho de mercado muy goloso e interesante. De ahí que algunas marcas de ropa ofrezcan en sus catálogos prendas de talla grande. Eso sí, en la mayoría de los casos, esa opción de compra solo está disponible por internet o, si tiene presencia física en tiendas, se trata de ropa muy cara. «Esto es una manera que tienen las tiendas de ropa de decirnos que no quieren que estemos en sus tiendas físicas. Quieren nuestro dinero, pero no quieren nuestra imagen», denuncia Lara Gil.
«Lo que merecemos las personas gordas es una representación digna, real, de nuestros cuerpos. Una representación que no nos diga que nuestro cuerpo es un fracaso, una vergüenza o que no tenemos derecho a existir. Necesitamos una representación que nos diga que somos unas personas dignas, que merecen amor y respeto, como cualquier otra persona. Que somos parte de la diversidad humana», concluye Magdalena Piñeyro.
Si no adelgazas es porque no quieres, y otros mitos sobre salud
Si hay un pensamiento gordófobo por excelencia y que persigue a las personas gordas es el mandato del adelgazamiento. «Nunca vamos a tener un mandato más potente que ese», asegura Enrique Aparicio, quien se define a sí mismo como gordo, maricón y de pueblo. «Fíjate, a mí la sociedad no me ha indicado con tanta potencia que me tenían que gustar las mujeres como que tenía que ser una persona delgada. O, al menos, tenía que ser un gordo que quiere adelgazar, que se está esforzando por adelgazar. Solo así eres un gordo que vale. Siempre se entienden nuestros cuerpos como cuerpos en transición hacia la delgadez».
«La cultura de la gordofobia lo que nos dice es que esa persona está gorda porque quiere, porque no se cuida, porque es un dejado, porque come mal», explica Jéssica Santamaría. Y esa falsa creencia hace recaer sobre estas personas una culpa que no es suya. «La realidad es que, muchas veces, por mucho que hagas dietas y ejercicio, por mucho que hagas lo que supuestamente tienes que hacer para perder peso, tu cuerpo no cambia como esperas», aclara la psicóloga.
Otro error es identificar gordura con enfermedad. Por eso los activistas contra la gordofobia rechazan frontalmente utilizar la palabra obesidad, «porque es un término médico que intenta patologizar los cuerpos en base a su peso», aclara Magdalenta Pineyro. Tanto es así, que una de sus luchas es que el día 4 de marzo deje de ser el Día Internacional contra la Obesidad para convertirse en el Día Internacional contra la Gordofobia.
«Ninguna persona gorda se levanta por las mañanas queriendo ser una persona gorda», señala Lara Gil. «Ser gorda no es una decisión. Ser gorda es una circunstancia que nos pasa a algunas personas y no depende de nuestra fuerza de voluntad».
En esto coinciden todas las personas que intervienen en este artículo, cansadas ya de que se identifique estar gordos con mala salud y con malos hábitos de vida. La mala calidad del aire en las grandes ciudades, como Madrid, es otro factor de riesgo para la salud que causa 35.000 muertes al año, sin embargo, nadie parece darle importancia.
«Pero la sociedad sí me machaca para que yo “me cuide” y “modifique mi cuerpo” porque entre los miles de factores de riesgo que me rodean, ese, el de estar gordo, es insostenible. Eso no es un factor de riesgo, es un estigma, es una opresión», protesta Enrique Aparicio.
«A toda la gente que dice estar preocupada por mi salud siempre les digo que, por favor, empiecen por no discriminarme», concluye Piñeyro. Porque está demostrado que esa discriminación que sufren las personas gordas es la causa de multitud de problemas relacionados con la salud mental: baja autoestima, insatisfacción con la imagen corporal, no tener una relación sana con la comida y con el cuerpo, aislamiento social… son solo algunos junto al más conocido, que es el TCA. La buena noticia es que son trastornos reversibles que pueden mejorar o solucionarse con psicoterapia, aunque es cierto que se trata de un trabajo intenso y largo.
«Yo siempre digo a mis pacientes que no van a encontrar la felicidad cuando cambien de peso. Esa felicidad reside en la autocompasión, el autocuidado», afirma Jéssica Santamaría. «Por eso, el mejor consejo es reconocerte, saber quién eres, aceptarte. Y a partir de ahí, decidir qué es lo que te gustaría mejorar. Pero no querer cambiar desde el rechazo, no querer cambiar desde el ‘no me gusto’, ‘no me acepto’, sino desde el ‘soy así y quiero mejorar de esta forma’».
De ahí la importancia de saber poner límites a los comentarios que pueden ser gordófobos. El alzamiento de voz que hacen los y las activistas contra la gordofobia también es fundamental, en este sentido, para frenar estas actitudes y saber hacerles frente. «La violencia que hemos vivido solo se va a acabar y se va a reparar cuando nosotras empecemos a reconocer lo que nos pasa», asegura Lara Gil; reconocer que las personas gordas están recibiendo violencia.
«El activismo gordo, y el discurso antigordofobia lo que nos está diciendo es que nuestro problema viene de fuera; que tenemos derecho a no sufrirla y que nos podemos quejar. Cada voz que se alce quejándose sobre la violencia que vivimos es un paso para romper el silencio, porque el silencio siempre atrapa».
No hay gordofobia. Exigís que se os quiera como sois, pero no os queréis vosotros mismos. Si eres gorda tienes una posibilidad de cambiarlo. Si eres fea, lo tienes más difícil. ¿Vendréis después con la feofobia?
Cuando tengáis cáncer, entonces os aceptáis y no pongáis remedio. Mucho mejor que cambie el mundo entero a que te quieras tú mismo
Es difícil aceptar que tu cuerpo está bien si vas al médico y te dice que tu IMC indica que estás rozando la obesidad. Yo y todos me ven con algo de sobrepeso, incluso algunos me dicen que estoy en peso ideal por mi edad. ¿Obeso? ¿En serio?
Cuanta inmadurez…