Hanna Höch, servir coño a golpe de ‘collage’

18 de enero de 2024
18 de enero de 2024
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Hanna Höch

La vida de Hannah Höch transcurrió siempre a contracorriente. No solo por el hecho de ser una mujer con ideas propias en la Europa de principios del siglo XX, sino también por su bisexualidad, su feminismo y su empeño en ser reconocida como artista, a la misma altura que sus compañeros de profesión. Una parte de su obra puede verse en la exposición Hannah Höch. Assembled Worlds que el Zentrum Paul Klee de Berna (Suiza) exhibe hasta el próximo 25 de febrero.

«No era muy fácil para una mujer hacerse valer como artista moderna en Alemania… La mayoría de nuestros colegas masculinos siguieron considerándonos durante mucho tiempo unas aficionadas encantadoras y talentosas, negándonos implícitamente cualquier estatus realmente profesional», confirmó la artista alemana en una entrevista para Arts Magazine en 1959.

Pionera y maestra del collage y del fotomontaje, Hanna Hösch fue la única mujer que formó parte del grupo dada berlinés, al que tuvo acceso gracias a su relación sentimental (y muy tormentosa) con uno de sus miembros, el artista Raoul Hausmann, maestro del fotomontaje junto a John Heartfield. En el caso de Hösc, utiliza esa técnica, que combina también con el óleo, para mostrar un nuevo concepto del cuerpo de la mujer.

De su mano, Höch se introdujo en esa técnica —que combinaba con el óleo— y la utilizó para mostrar un nuevo concepto del cuerpo de la mujer y jugar con él. De hecho, participó con dos de sus obras, Panorama Dadá y Corte con cuchillo de cocina a través de la barriga cervecera de la República de Weimar, en la Primera Feria Internacional Dada que tuvo lugar en la galería de arte de Otto Burchard en 1920. Y todo a pesar de las reticencias de sus compañeros artistas, que consideraron que el único mérito de Höch para estar allí era el de ser la amante de Hausmann.

Hanna Höch
Nelly van Doesburg, Piet Mondriaan y Hannah Höch en Clamart (Hauts-de-Seine). Abril 1924.

El collage para representar una sociedad fragmentada

Para entender la obra de esta artista alemana nacida en Gotha en 1889, hay que entender también el contexto histórico y social en el que se movió, y en especial en los fundamentos del dada. Este movimiento buscaba diferenciarse de otros experimentando con nuevos materiales y modos distintos de crear, alejados de lo convencional. Era el antiarte.

En un principio, se trataba de una respuesta a la violencia sin sentido de la I Guerra Mundial. Si para muchos europeos aquel conflicto no tenía ningún sentido, qué mejor manera que mostrarlo a través del arte, haciendo que lo plasmado tampoco lo tuviera visualmente. El absurdo plástico para denunciar lo absurdo de las guerras.

En el caso concreto del grupo de Berlín, también estuvo muy relacionado con la conciencia social y política. Y era una manera de expresar su malestar y preocupación por la República de Weimar, el periodo político que se instauró en Alemania tras la caída del káiser.

Según explica Hanna Waara en su artículo The Neue Frau and the Significance of Beetle Imagery in the Photomontages of Hannah Hӧch, ese sistema político provocó la fractura en la sociedad alemana, y el arte encontró en el fotomontaje la mejor manera de reflejarla. «Mediante la manipulación de imágenes culturales populares, los dadaístas fueron capaces de crear una sensación de familiaridad al tiempo que la presentaban de forma absurda. La reconfiguración de las imágenes redefine sus significados. Mientras que algunos fotomontajes podrían estar relacionados con contenidos y temas similares a los de los primeros expresionistas alemanes, el acto de componer un fotomontaje refleja un enfoque más distante e impersonal».

Hanna Höch
Hannah Höch
Flucht [Flight], 1931
Collage 23 x 18,4 cm
Institut für Auslandsbeziehungen e. V., Stuttgart
© 2023, ProLitteris, Zurich
Una muestra de esa crítica política en la obra de Höch es la ya mencionada Corte con cuchillo de cocina a través de la barriga cervecera de la República de Weimar, de 1919, quizá su obra más conocida. Este fotomontaje refleja la inestable situación política en Alemania durante ese periodo a través de la combinación de numerosos fragmentos de fotos con imágenes de todo tipo que la artista recortaba de periódicos, revistas y catálogos de moda: máquinas, animales, personajes anónimos pero también conocidos, como algunos políticos y militares de la nueva y vieja guardia, junto a miembros del grupo dada de Berlín, y recortes de palabras, entre las que destacan anti y dada.

Hanna Höch
Corte con cuchillo de cocina a través de la barriga cervecera de la República de Weimar

El larguísimo título de la obra contiene un juego de palabras en alemán. Por un lado, Schnitt significa recorte, pero también incisión o incisivo, con lo que hacía referencia tanto al collage como a esa mirada mordaz que lanzaba a la realidad. Al mismo tiempo, hace una crítica a la misoginia e hipocresía de sus compañeros de generación, que decían amar el concepto de esa nueva mujer liberada, pero que continuaban haciéndola de menos y menospreciando su capacidad no solo creativa, sino vital.

De hecho, uno de sus compañeros dadaístas, Hans Ritcher, la describió en sus memorias de 1966 como «una chica tranquila de la pequeña ciudad de Gotha que se encargaba de traer a las reuniones bollos de mantequilla, cerveza y café».

A modo de burla, Hanna Höch coloca las insignes testas de sus compañeros dadaístas berlineses en cuerpos femeninos.

El particular feminismo de Hanna Höch

En esa misma época se estaba desarrollando en toda Europa un movimiento internacional a favor de los derechos de la mujer. En Alemania dio lugar a la imagen de la neue Frau, una nueva mujer económicamente independiente y libre de las ataduras del matrimonio para poder ser ella misma, en cuya imagen encajaba a la perfección Hanna Höch.

La artista se había formado en diseño de vidrieras y artes gráficas (aunque es verdad que lo hizo para complacer a su padre, renunciando a la carrera de Bellas Artes) y se mantenía por su cuenta trabajando en el departamento de diseño de patrones de moda de la editorial Ullstein Verlag. Esto es algo que luego trasladó a sus primeros collages, en los que incorporó esos patrones de costura e incluso bordados.

Sin embargo, esa nueva fémina, como explica Waara en su artículo, «fue idealizada hasta el punto de que resultaba irreconocible en el contexto real. Aunque la aparición de la mujer moderna independiente fue reconocida e incluso celebrada por algunos, las mujeres seguían estando supeditadas a sus homólogos masculinos».

Hanna Höch
Höch Hannah
Für ein Fest gemacht [Prepared for a celebration], 1936
Collage 36 x 19,8 cm
Institut für Auslandsbeziehungen e. V., Stuttgart
© 2023, ProLitteris, Zurich
Esa visión feminista que repudia y se burla del machismo, que se atreve a desafiar los convencionalismos de género para hablar sin tapujos de homosexualidad (ella misma era bisexual) aparecerá a lo largo de su obra, tanto en su etapa dadaísta como en años posteriores. Un ejemplo de ello es La novia (Pandora), en la que una mujer con una enorme cabeza de bebé, que le sirve para denunciar la infantilización de la mujer en la sociedad, contempla asustada, del brazo de su marido, todos los clichés en torno al matrimonio que amenazan con subyugarla.

En 1920 el grupo dadaísta berlinés se disolvió, y en 1922 acabó también su conflictiva relación con Hausmann. La artista entró entonces en una fase de experimentación con el collage, cuyos temas y ejecución estaban muy relacionados con otros movimientos de vanguardia como De Stijl, el constructivismo holandés. En esa época empieza también su romance con la escritora y poeta holandesa Til Brugman, relación que mantuvieron durante nueve años. Sus obras se llenan de imágenes en las que explora el amor entre personas del mismo sexo y la androginia.

Hanna Höch
Hannah Höch
Der Vater [The Father], 1920
Collage 34 × 27,5 cm
Galerie Berinson, Berlin
© 2023, ProLitteris, Zurich
En sus fotomontajes, Höch también reflexionó sobre el papel de la mujer en la sociedad europea de principios del siglo XX. Entre 1924 y 1930 creó los collages de la serie Desde un museo etnográfico, en los que yuxtaponía imágenes sacadas de revistas con otras relacionadas con el arte tribal. Esa mezcla de culturas le sirve para cuestionar los cánones de belleza femenina.

Al acabar su relación con Brugman, Hanna conoce al empresario y pianista Kurt Matthies, muchos años más joven que ella, con quien se casa en 1935 y del que se divorcia en 1944. Junto a él, se retira a una casa a las afueras de Berlín, donde viviría ya hasta su muerte en 1978.

Con la llegada del nazismo, su obra, junto a la de otros artistas dadaístas, fue incluida en lo que el régimen consideraba arte degenerado, y se prohibió su exhibición en Alemania, por lo que la artista solo podía mostrar su trabajo fuera de las fronteras germanas. Durante ese tiempo, Höch prefirió mantener un perfil bajo. Su obra se aleja entonces de cualquier crítica social y se centra en la exploración de su propio mundo interior. Para escapar de la opresiva realidad exterior, la artista recurre a la fantasía.

Hanna Höch
Höch Hannah
Untitled (from an ethnographic museum), 1929
Collage 22,3 x 15,3 cm
Museum für Kunst und Gewerbe, Hamburg
© 2023, ProLitteris, Zurich

Ya en 1929 había hablado sobre la importancia de la imaginación para liberarse de las convenciones sociales que la limitaban. «Me gustaría acabar con los firmes límites que los seres humanos, tan seguros de sí mismos, tendemos a erigir alrededor de todo lo que nos es accesible», escribió en el prólogo del catálogo de su primera exposición individual en el Kunstzaal De Bron de La Haya. «Sobre todo, me gustaría representar el mundo como lo ve una abeja, mañana como lo ve la luna y después como lo ven muchas otras criaturas. Sin embargo, soy un ser humano, y puedo utilizar mi fantasía, atada como estoy, como puente».

Ese perfil bajo y el hecho de vivir alejada en esa casa con un gran jardín lejos del centro de Berlín hizo que pudiera esconder sus obras y las de otros artistas dadaístas de la censura nazi. Gracias a ello, hoy podemos conservarlas y admirarlas.

Acabada la guerra, Höch pudo volver a exponer. Sus fotomontajes se vuelven coloristas, y en ellos explora la abstracción. A finales de los 50 y principios de los 60, coincidiendo con el resurgir del feminismo, especialmente en esa última década, la artista alemana retomó el tema de la mujer en sus composiciones. Su última obra es un gran collage a modo de autorretrato que realizó entre 1972 y 1973.

La vida son fragmentos pegados al azar

«Hanna Hösch fue una artista que abrazó la diversidad, lo diferente y que trabajó sobre la idea de sí misma como algo fragmentado también», comentó Daniel F. Herrmann, que fue el comisario de la exposición sobre la obra de la artista alemana en la Whitechapel Gallery de Londres en 2014. Esa diversidad está presente también en su modo de crear, optando por diferentes técnicas artísticas.

De hecho, en sus composiciones incorpora los principios de la pintura: el respeto por el color y el dibujo, añadiendo procesos que en su momento se consideraban artesanales y femeninos, como los bordados, los patrones textiles y la moda.

Hanna Höch
Hannah Höch
Um einen Roten Mund [Around a Red Mouth], um 1967
Collage 20,5 x 16,5 cm
Institut für Auslandsbeziehungen e. V., Stuttgart
© 2023, ProLitteris, Zurich
«Soy una persona introvertida, pero mi profundo interés por todo lo que ocurre durante mi estancia aquí en la tierra me lleva, hasta hoy, incluso en mi jubilación, a participar en todo lo que me resulta interesante», le comentó a la comisaria de arte Suzanne Pagé en 1976, apenas dos años antes de su muerte. Lo cierto es que esa curiosidad se ve reflejada también en todas sus obras, en las que se aprecia siempre una apasionada fascinación por el mundo que la rodea.

La fotografía fue una de aquellas nuevas técnicas artísticas que llamaron poderosamente la atención de Hanna Höch y no dejó de experimentar con ella a lo largo de su carrera. «Las peculiares características de la fotografía y sus enfoques han abierto un campo nuevo e inmensamente fantástico para el ser humano creativo», escribió en 1934, viendo en ella «un nuevo territorio mágico, para cuyo descubrimiento la libertad es el primer requisito previo».

«Encorvada sobre su mesa de trabajo, mirando a través de la lupa la efeméride impresa de su mundo, la corta delicadamente y la recompone cuidadosamente para que podamos verla con más claridad», escribió una vez el historiador del arte Peter Boswell contemplando una foto de Hanna Höch. Una mirada rebelde y clara que sigue retándonos a desafiar lo establecido, tan poderosa hoy, en un tiempo en el que la diversidad vuelve a estar amenazada.

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