"Llevar minifalda no significa ser libre"

17 de octubre de 2011
17 de octubre de 2011
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Maya Zankoul vivía en Arabia Saudí. Había nacido en Líbano y deseaba volver a ese país porque pensaba que era “el paraíso, la libertad”. Regresó. Fue a Beirut a estudiar diseño gráfico, como había deseado toda su vida, pero cuando llegó, el nirvana devino en un espacio donde también hay tinieblas.
“Llevar minifalda no significa tener libertad”, dice Zankoul. “La nacionalidad la da el padre. No la da la madre. Ella tampoco puede abrir una cuenta bancaria a su hijo. Solo lo puede hacer el padre. No hay protección frente a la violencia doméstica. El estado no tiene nada que decir. Todo lo deciden los hombres religiosos”.
Nada de esto se corresponde con lo que la libanesa identifica con el paraíso. La ilustradora, que acaba de visitar Granada para participar en Campus Party Milenio, dibujaba desde que empezó a estudiar diseño gráfico y un día, aburrida en su trabajo, comenzó a hacer algunas ilustraciones autobiográficas que hacían referencia a las situaciones de su día a día que menos le gustaban.
Hablaba de la obsesión de las libanesas por operarse la nariz. De la obsesión de las mujeres por sentirse bellas para encontrar marido. De los “carteles con mujeres prácticamente desnudas para promocionar el país en vez de mostrar la riqueza cultural”. Del acoso de los taxis cuando caminas por la calle…
Esos dibujos convertían el aburrimiento de su trabajo en un entusiasmo que iba contando historias del día a día en Beirut. Zankoul empezó a enviarlos a sus amigos. Ellos los publicaban en Facebook. Las ilustraciones corrían de una persona a otra y llegaron las primeras sugerencias: “Haz un blog con tus dibujos”.
Así lo hizo. Zankoul creó Maya’s Amalgan. Los fans iban creciendo y los medios de comunicación descubrieron el blog. “En febrero de 2009 se celebraron elecciones municipales en Beirut y varios medios internacionales cogieron mis dibujos para ilustrar sus informaciones. En Líbano hay un dicho: ‘Debes ser guapa y callada’. En las elecciones jugaron con esta frase y la cambiaron por: ‘Debes ser guapa y votar’. Hice una tira criticando ese eslogan y la publicaron en varios periódicos”.

Maya pensó llevar sus historias un poco más lejos. Quería publicarlas en un libro. Buscó editorial pero todas las respuestas fueron: No. Muy bien. Lo editó ella sin compañía por medio. Consiguió imprenta y distribución. En verano de 2009 Amalgam estaba en las librerías y, según cuenta, “en muy pocas semanas se convirtió en el 4º libro más vendido en Virgin”.
El verano siguiente apareció el segundo volumen. Zankoul continuaba hablando de la diferencia en las penas que castigan la infidelidad (una noche de cárcel si el desliz es del hombre, tres meses en prisión si se trata de la mujer), de las playas divididas en función de la clase social (el precio de acceso marca la diferencia) y… ☒una nueva moda que a la diseñadora aterra☒ : “Están abriendo centros de estética para niñas menores de 8 años. Les enseñan a maquillarse, a pintarse las uñas, a vestir para resaltar su figura… Todo con la intención de que aprendan a arreglarse para estar guapas y encuentren un marido”.
Zankoul a menudo menciona en sus viñetas “los cortes de luz cada seis horas”, “el Internet más lento del mundo”…
¿Cómo? ¿El Internet más lento del mundo, dices, Maya?
– Algunos estudios aseguran que es el 5º pero nosotros siempre decimos que es el más lento.
¿Te has encontrado alguna vez con algún tipo de censura?
– No. Eso es lo bueno de la lentitud. La conexión es tan mala que las autoridades no controlan qué se publica en la Red. Los activistas hacen mucha crítica online porque el Gobierno no vigila. Además, con una deuda externa tan grande, no pueden comprar ordenadores para la policía. Tienen máquinas muy antiguas.
La joven de 24 años trabaja a toda velocidad. Abre el Illustrator y con el dedo dibuja en pocos minutos lo que quiere contar. “Dibujo algo urgente que debe ser contado rápido”, indica.
Eso que cuenta con tanta premura es el relato de lo que ve a su alrededor. Zankoul no inventa nada. No hay nada de ficción. La realidad proporciona material suficiente para hacer ilustraciones casi todos los días.
Y ¿cómo las encuentras?
– Creo que tiene mucho que ver con no haber pasado mi infancia en Líbano. Llevo muy pocos años viviendo allí y eso hace que mire como una extranjera. Pero cuento historias del día a día, muy arraigadas en la sociedad, y eso es lo que divierte a la gente.
Peace of land
Una crítica a las construcciones ilegales que están acabando con la naturaleza libanesa.












Exotica Campaign
Una campaña publicitaria mostraba a una hija dando las gracias por el Día de la Madre. Decía: «Gracias, mamá, por lo bueno y lo malo». Lo malo era una nariz grande. En Líbano, ese rasgo se considera negativo y, a menudo, muy a menudo, se resuelve en un quirófano de cirugía plástica. Zankoul critica este rechazo generalizado a uno de los rasgos físicos más característicos y habituales de las mujeres libanesas.
 






 
Los dioses del tráfico están enfadados
A los libaneses les gusta el turismo que llega cada verano. Pero cuando traen sus propios coches, la cosa cambia. Dejan menos ingresos porque no utilizan los transportes de allí y, además, convierten el tráfico de las ciudades en una pesadilla.










 
 
¿Cara o cruz?
«Es una pena lo politizados que se han hecho los partidos religiosos en Líbano», dice Zankoul en una de sus historias. Esto hace que las diferencias entre las 18 distintas religiones se vayan haciendo cada vez más profundas y que los grupos se aseguren de que cada uno celebre una fiesta distinta.




 
Una receta



En definitiva…

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