¿Por qué la de los 90 es la década de la autenticidad?

Si naciste, creciste o simplemente viviste los 90, fuese cual fuese tu edad por aquel entonces, recordarás, o quizás te hayan contando, que aquella fue una década libre de postureo. Aún faltaban unos cuantos años para la eclosión de las redes sociales y la autenticidad campaba a sus anchas.

Las fotos se hacían con cámaras analógicas y cero filtros, la de influencer no era todavía una profesión y aún nos acribillaban a impactos y estímulos con los que tratar de imponernos cómo teníamos que vivir, vestir, pensar o incluso amar. 

Aunque fue también en los 90, sobre todo a finales, cuando empezamos a entrar en internet a través de aquellos módems que, por el ruido que hacían, más que conectarse parecían contactar con seres de otras galaxias. Aquella no tenía nada que ver con la red actual, aunque nos sirvió para darnos cuenta del mundo de posibilidades que se abría ante nosotros y de la revolución que iba a suponer en nuestras vidas el poder buscar información por nuestra cuenta, más allá de lo que nos habían marcado hasta entonces los escasos medios oficiales. 

 

Y, por supuesto, aquellos fueron años de diversión. En la tele, por fin, se podían ver más de dos canales y la oferta se amplió con series que nos marcarían para siempre, como Twin Peaks, Sensación de vivir o El Príncipe de Bel-Air. Pero también fueron los años, no nos olvidemos, de las Mama Chicho y del jacuzzi de Jesús Gil, imágenes que también, por desgracia, se quedarían grabadas en nuestra retina para siempre.

Fueron los años de las videoconsolas, con la rivalidad entre Nintento y SEGA, y en los que en la música el grunge convivía con las teenbands, el nuevo brit pop o, incluso, la Macarena. Porque probablemente lo mejor de aquellos años era la variedad y la posibilidad de elegir sin miedo a no cumplir con lo que marcaba lo políticamente correcto. Y sin temor a las etiquetas. Una época, en definitiva, en la que poder vivir y compartir nuestras vibes. </

De ahí la nostalgia de muchos milenials, que, al igual que los boomers y los X hicieron con los 80, son ahora los que reivindican el espíritu noventero. Para ello cuentan con el apoyo de marcas como HONOR 90, abanderada del movimiento prorrecuperación de la esencia de los 90. Su propósito, que nos soltemos la melena (no necesariamente en el sentido literal, aunque si aún la mantenemos, también, por qué no) y revivir la autenticidad de aquellos años. 

Su lema es HONOR 90, Share your vibes, y con él ponen a disposición de todos sus clientes una serie de herramientas para empaparse de la autenticidad de aquellos años. Su objetivo: que tengamos el valor de ser quienes realmente somos y podamos compartirlo y expresarlo libremente. 

Por ejemplo, la cámara ultranítida con la que poder captar la realidad tal cual es y poder compartir lo que somos.  O la batería extraduradera, con la que olvidarnos de la autonomía de nuestro móvil. Muy útil, por ejemplo, para los fans del New Team, el equipo de Oliver Aton y Benji Price, porque ya sabemos lo que podían llegar a durar sus partidos.

En definitiva, los Honor 90 y Honor 90 Lite son teléfonos tan noventeros que te permiten ¡hasta hablar por teléfono!

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