Desde sus orígenes, el ser humano siempre ha querido dejar constancia física de las imágenes que sus ojos contemplaban a diario. Empezaron con las pinturas rupestres y siguieron con los lienzos. Pero la gran revolución llegó con la fotografía, ya que permitió que todo el mundo pudiera conservar en álbumes y cuadros los recuerdos y estampas familiares.
La tecnología ha avanzado tanto que hoy ya no tenemos que esperar días a que un laboratorio revele nuestras fotos o a que lleguemos a casa para poder hacerlo desde nuestra impresora personal. HP Sprocket es una impresora de bolsillo que te permite imprimir las imágenes que has tomado con tu smartphone o que has subido a tus redes sociales donde quiera que estés. Pero hasta llegar aquí, la fotografía tuvo que recorrer un largo camino.
En 1824, el científico francés Nicéphore Niepce logró fijar una imagen del exterior de su casa en una placa de peltre recubierta de betún a la que llamó heliografía. Aquella imagen conocida como Vista desde la ventana en Le Gras, le llevó 8 horas de exposición a la luz solar y se considera la primera fotografía de la historia.
El pintor Louis Daguerre oyó hablar de las investigaciones de Niepce y quiso contactar con él. Interesado en el tema, consiguió llegar a un acuerdo de colaboración con el científico poco antes de que este muriera.
Basándose en las técnicas de su socio, Daguerre siguió buscando la manera de reducir el tiempo de exposición necesario para obtener una imagen. Para ello, recurrió de nuevo a las sales de plata que habían sido desechadas por Niepce y se le ocurrió usar placas de cobre recubiertas de ellas en lugar del peltre.
En 1839 hace público, con el apoyo del Estado francés y gran cobertura mediática, el daguerrotipo. Resolvía así algunos problemas técnicos del procedimiento inicial del científico francés y pronto se hizo muy popular entre la burguesía de la Revolución industrial puesto que los «retratos al daguerrotipo» que se conseguían con esta técnica eran mucho más baratos que los pintados en lienzo.
Pocas semanas después de que Daguerre diera a conocer su invento, un científico británico, Henry Fox Talbot, anunció un nuevo sistema por el que obtenía negativos sobre papel sensible a la luz.
Con el calotipo o talbotipo, como se denominó esta nueva técnica, Talbot conseguía reducir la exposición a tres minutos y permitía, por primera vez, revelar la imagen fuera de la cámara. De aquellos negativos sobre papel fotosensible podían obtenerse ilimitadas copias, y no una sola como permitía el daguerrotipo. Suponía la creación del procedimiento negativo-positivo.
Sin embargo, la popularidad del daguerrotipo era mucho mayor entre el público ya que la calidad de imagen obtenida por este método era muy superior a la del calotipo. Pero ya estaba sembrado el camino hacia la popularización de la fotografía.
Kodak, la primera cámara dirigida al gran público
Tomar fotos dejó de ser algo extraordinario para convertirse en una acción cotidiana. Quien más quien menos, y siempre dentro de sus posibilidades, tenía algún retrato familiar en su hogar. Sin embargo, el tener que usar placas fotográficas para obtener imágenes dificultaba mucho el trabajo de aquellos primeros profesionales.
Las placas debían revelarse inmediatamente después de hacer la foto y cada imagen captada necesitaba una placa diferente, lo que hacía que el proceso de revelado fuera muy complejo y las fotografías de exterior, casi imposibles.
George Eastman amaba la fotografía, pero odiaba cargar con todo el material que exigía esta afición. Esa inquietud le llevó a investigar la manera de simplificar todo el proceso. Su primer descubrimiento llegó en 1878 con las placas secas, que permitían esperar a ser reveladas más tarde en casa.
Algunos años más después, en 1884, inventó un tipo de papel que podía reemplazar las placas de vidrio. Después, consiguió crear un rollo de película a prueba de luz, algo que facilitó aún más la técnica fotográfica.
Pero Eastman quería más; sentía la necesidad de conseguir que la fotografía fuera accesible para cualquier persona sin necesidad de tener que disponer de un cuarto oscuro en su casa para el revelado. Fue así como creó en 1888 los primeros centros de revelado. Pero la culminación de su obra fue conseguir la patente de su cámara de rollo de película el 4 de septiembre de ese mismo año.
Aquella cámara fue un éxito total y consiguió hacer accesible la fotografía para todo el mundo. Su eslogan fue «Pulse este botón y nosotros hacemos el resto».
Leica y el formato de 35 mm
Si Eastman había conseguido que las masas tuvieran acceso a sus cámaras fotográficas, ya en el siglo XX la nueva revolución llegó con el formato 35 mm.
El ingeniero y fotógrafo alemán Oskar Barnack ideó una máquina pequeña y manejable que permitía hacer tomas de una sola vez. Además, era rápida, algo que la distinguía de las cámaras de su época.
Años antes, en 1889, Kodak y Thomas Alva Edison habían patentado una película en rollo de 35 mm. Barnack aprovechó aquella idea y creó un prototipo de cámara fija que usaba ese tipo de película.
Era el año 1913 cuando nació la primera Leica, algo que simplificaba aún más tomar imágenes en cualquier lugar con una cámara muy pequeña.
La fotografía instantánea de Polaroid
Los años transcurrían y la técnica fotográfica seguía avanzando con ellos. En 1930, el químico Edwin H. Land se dio a conocer por haber inventado el filtro polarizador. Cuentan que fue su hija quien le inspiró para idear la Polaroid en 1948, una cámara cuyas fotos se revelaban en el acto, sin tener que esperar a ser entregadas por los centros de revelado.
Las primeras Polaroid eran demasiado caras para ser vendidas masivamente y tan solo se fabricaron 60 unidades. Sin embargo, tuvieron gran éxito ante el público a pesar de estos inconvenientes. En 1963, Polaroid lanza la Polacolor, una película que permitía tomar instantáneas en color. Ya no había que esperar días a que revelaran los carretes; ahora, como por arte de magia, las fotos salían de la cámara y la luz hacía el resto.
Polaroid disfrutó de gran popularidad durante años, pero el elevado precio de sus películas y los más de 60 segundos que había que esperar para poder ver la imagen con nitidez se convirtieron en un punto negativo frente a la rapidez y economía de una nueva técnica que estaba naciendo en la década de los 70: la fotografía digital.
La tecnología digital y los primeros iPhone
El ingeniero de Kodak Steve Sasson fue el creador de la primera cámara digital. En 1975 construyó un dispositivo electrónico que era capaz de captar imágenes fijas a través de un sensor CCD. Aquel armatoste que pesaba tres kilos era capaz de guardar hasta 30 imágenes en una cinta magnética digital.
Las fotos que tomaba eran en blanco y negro y no tenían más de 0,01 megapíxeles de resolución. Sasson pensaba que la técnica solo podría conseguir, y en un futuro lejano, dos o tres megapíxeles como máximo. Pero no podía estar más equivocado.
[mosaic]
[/mosaic]
Hoy las cámaras no solo han reducido su tamaño, sino que también han mejorado –y mucho– la resolución de las imágenes.
El primer iPhone de Apple lanzado al mercado en el año 2007 supuso un punto de inflexión para la popularización de la fotografía. A pesar de tener solo dos megapíxeles de resolución, su interfaz era capaz de permitir al usuario editar las imágenes él mismo y en su casa gracias a las aplicaciones.
Las fotografías digitales llenaban las redes sociales y los medios electrónicos. Todo era susceptible de ser fotografiado y aquel respeto reverencial que sentían los hombres y mujeres del XIX y primeros años del XX por la fotografía, ahora es visto como algo común y al alcance de todo el mundo.
Del smartphone, directamente a tu pared
Con la fotografía digital, la analógica y todo lo que comprendía se ve condenada a la práctica desaparición. Kodak dejó de producir sus famosos carretes y cámaras, y de los centros de revelado apenas queda algún resquicio para románticos de lo tradicional.
Las imágenes que se toman con el smartphone son exhibidas en redes sociales como Instagram, como si el papel quisiera dejar de ser el soporte tradicional de la fotografía.
Ya no es necesario revelar ningún carrete y cada usuario puede imprimirse, si así lo desea, sus propias fotos desde la impresora de casa, como un documento más.
Pero ¿qué ocurre cuando no se puede esperar a llegar a casa para pasar a papel las imágenes del móvil? La solución está en las impresoras de bolsillo.
HP Sprocket está diseñada para ir con el usuario donde quiera que este vaya gracias a su reducido tamaño. Esta máquina es capaz de imprimir instantáneamente fotos de 5×7,6 cm desde el smartphone.
Con la aplicación HP Sprocket es posible editar e imprimir fotos desde el álbum de la cámara o desde las redes sociales. Dispone de filtros, pegatinas y otras opciones para hacer de esas instantáneas imágenes mucho más divertidas y personalizadas, y ofrece también funciones de realidad aumentada.
Te ha quedado un artículo muy redondo, sigo siendo un defensor a ultranza de las impresoras hp que creo que aun están muy por encima de otras marcas como Canon o similares.