¿Y si la solución de la industria textil global estuviera en el cabello humano?

Hablamos con Zsofia Kollar, fundadora y directora de Human Material Loop, una empresa especializada en la ciencia de los materiales centrada en la utilización de cabello humano para la industria textil.
jerseys de pelo humano
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La industria textil es una de las más contaminantes del mundo y una de las que más agua consume, un recurso del que cada vez andamos más escasos. Según datos del Parlamento Europeo, en 2015 se consumieron 79.000 millones de metros cúbicos de agua en la producción textil cuando, para que hacerse una idea de la magnitud, las necesidades de toda la economía de la Unión Europa ascendieron en 2017 a 266.000 millones.

Hay un ejemplo que ilustra a la perfección este consumo desenfrenado: para fabricar una sola camiseta blanca de algodón se necesitan 2.700 litros de agua dulce. La cantidad que una persona bebe en dos años y medio.

Pero la contaminación de la industria textil va mucho más allá del proceso de producción. También es una de las mayores culpables de los microplásticos que pululan por nuestros océanos. «Los microplásticos de los textiles se denominan microfibras debido a su forma», explica la diseñadora holandesa Zsofia Kollar, fundadora y directora de Human Material Loop, una empresa especializada en la ciencia de los materiales.

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«Cuando los textiles sintéticos se fabrican, lavan, usan o secan, liberan diminutas fibras de plástico en el agua y en el aire. Las partículas de plástico que se desprenden de los productos fabricados con materiales sintéticos suponen hasta un 35% del plástico primario que contamina nuestros océanos. Cada vez que lavamos la ropa, se libera un promedio de 9 millones de microfibras que las plantas de tratamiento de aguas residuales no pueden filtrar».

Kollar, que recientemente estuvo presentando sus proyectos en un workshop celebrado por MATERFAD en Barcelona, se licenció en arquitectura y diseño, pero ya durante sus estudios le interesaban más los materiales que la funcionalidad de un espacio o un objeto. Después de graduarse, creó su propio estudio de diseño independiente en Ámsterdam, donde se ha dedicado a desarrollar proyectos relacionados con los materiales desde diversas perspectivas.

Ha trabajado para el Ministerio de Educación y el Ejército holandeses, el Artis Royal Zoo, galerías, museos y coleccionistas. «Como diseñadora e investigadora, estoy muy interesada en nuestra vida diaria y en nuestra cultura material. Esta fascinación me permitió publicar Object-Oriented Identity, un libro sobre nuestra cultura de los objetos y cómo ya no nos definen nuestras acciones, sino nuestros productos».

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Desde sus inicios, Zsofia Kollar siempre estuvo interesada en un material muy concreto que suele llamar bastante la atención cuando se escucha por primera vez, el cabello humano y sus posibles usos. «Durante la pandemia, mi investigación sobre los usos del pelo humano, que ya llevaba haciendo un tiempo, dio un giro más profundo. Mientras parecía que el mundo se estaba derrumbando, comencé a cuestionar mi identidad como diseñadora y el sentido que tenía diseñar».

«¿Qué es el diseño después de todo?», reflexiona la autora. «El diseño es crear soluciones, soluciones que sean accesibles para todos y que tengan el menor impacto negativo posible en el medio ambiente. A medida que mi investigación sobre el cabello se fue expandiendo, descubrí mucho más sobre el mundo en el que vivimos: aprendí lo contaminante que es la industria textil, lo mucho que explotamos nuestros ecosistemas y, al mismo tiempo, descubrí que nuestro pelo está formado por la misma fibra proteica que la queratina de la lana. Entonces algo hizo clic».

La empresa de Kollar, Human Material Loop, se fundó con la misión de crear una verdadera revolución textil que transformara radicalmente la situación actual: integrar los desechos de cabello humano de las peluquerías, una materia prima fácilmente disponible de forma local, para producir productos textiles sin huella de carbono.

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Para ello, en Human Material Loop han diseñado una tecnología plug and play que lograría integrar estas fibras naturales en el sistema de producción de productos textiles sin necesidad de hacer grandes cambios en la maquinaria. El cabello humano podría sustituir fácilmente a la lana, que es una fibra de proteína de queratina, al igual que nuestro pelo.

El cabello humano, además, tiene la misma resistencia que el acero en el mismo diámetro, se puede estirar una vez y media su longitud original antes de romperse, es ligero, repelente al agua y es una materia prima disponible en todo el mundo. Además de ser neutro en carbono y no contener microplásticos.

Un jersey fabricado con pelo humano, por ejemplo, tendría unas propiedades muy similares a uno de lana, sería cálido y duradero. Y con los 72 millones de kilos de residuos de cabello humano que se producen solo en Europa cada año habría material para crear muchos.

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Este tipo de jersey, de hecho, ya es una realidad. Entre los proyectos más tangibles de Human Material Loop está 100% Human Hair Sweater, del que ya se han realizado varios prototipos utilizando pelo humano rubio para producir piezas de punto que no distan mucho de las que se fabrican de lana.

Estas piezas son completamente biodegradables y con una huella de carbono cercana a cero, y aunque todavía no se pueden comprar en ninguna tienda, ya es posible ponerse en contacto con Human Material Loop para realizar pedidos personalizados. No obstante, la empresa también está trabajando con otras compañías para empezar a integrarlo en sus producciones. El producto final, según Kollar, tendría un precio similar a las prendas de punto de la marca que se decidiera a fabricarlo.

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La marca está desarrollando también un sistema de recogida del cabello que podría implantarse a nivel local. «Estamos trabajando junto con socios logísticos externos que se centran en la gestión de residuos de peluquería», apunta Zsofia Kollar. «Como la mayoría de la población vive en ciudades a nivel mundial y existen sistemas logísticos inteligentes, la recolección de desechos es extremadamente eficiente».

Para finalizar, Kollar se refiere a dos implicaciones del proyecto que frecuentemente salen a la luz cuando lo expone en algún foro. La primera es sobre la posibilidad de que existiera algún tipo de problema legal en el hecho de utilizar pelo de una persona para una actividad industrial sin pedirle permiso, pero según la diseñadora, «legalmente no hay ningún problema en la recolección de materiales de desecho. Una vez que alguien abandona sus desechos, pertenecen al primero que los coja, y ya no se pueden reclamar legalmente».

En segundo lugar, a algunas personas les preocupa el hecho de estar donando contenido genético a una empresa. Pero tampoco hay de qué preocuparse ya que el cabello humano cortado o roto no contiene ADN nuclear, por lo tanto, no se puede identificar a quién pertenece.

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Patrick Thomas

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