Juan Zamora, el artista que logra ‘vivir’ en una hoja de espinaca 

19 de septiembre de 2023
19 de septiembre de 2023
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Juan Zamora portada TRANPLANT

En 2017, un equipo compuesto por científicos de la universidad de Wisconsin-Madison y de la de Arkansas consiguió convertir una hoja de espinaca en un prototipo de tejido cardíaco humano. Tras extraer las células de la planta, los investigadores introdujeron células musculares cardíacas humanas en la estructura de la hoja, logrando que esta se comportara durante casi cinco días como un pequeño sistema circulatorio. 

Al igual que los logros conseguidos con anterioridad en proyectos similares, la noticia fue aplaudida por la comunidad científica al considerarla un importante paso en lo que al futuro de los transplantes de órganos se refiere. Para el artista Juan Zamora, además, era una excusa perfecta para seguir trasteando en el campo del bioarte.

«Me considero bioartista porque siempre sitúo la vida en el centro de mi trabajo y mi investigación, desde el cuidado y el respeto. Por eso siempre parto de elementos orgánicos (resto de árboles, hojas, flores, residuos…), pero nunca arrancaría una hoja de un árbol», nos aclara.

Juan Zamora
Transplant

Zamora, Premio Princesa de Girona de las Artes y las Letras en 2017, cuenta en su porfolio con un abultado número de proyectos que atestiguan esta afirmación. Uno de ellos es Transplant, con el que trata de mostrar lo profundamente conectados que estamos a otros seres vivos. 

A partir de investigaciones como la descrita unas líneas arriba, Juan Zamora se propuso cultivar sus propias células cardiovasculares en una hoja de espinaca. «La arquitectura de estas hojas es muy similar a la de nuestro corazón. Es un hecho que creo que contiene mucha poesía».

Célula cardiovascular viajando por la hoja descelurarizada

Juan contó con la colaboración de su hermano, médico de profesión, para toda la parte de documentación y preparación del proceso. Una de las fases más complejas fue la de la la extracción de las células de su cuerpo: «Se realiza mediante una vía a través de la que se extrae la sangre. Esta parte la realicé en colaboración con el Instituto de Alta Tecnología de Bergen, en Noruega, y el Instituto de Microbiología del Carlos III de Madrid».

El proceso de descelularización, esto es, la extracción de las células de la hoja, en cambio, es sencilla, según Zamora. «Se utiliza una técnica de goteo, mediante la que las hojas se van desprendiendo de sus células; del verde, por así decirlo. Solo se necesita un detergente especial con la dosis necesaria de distintos químicos», explica el artista.

Juan Zamora posando junto a la obra en el MoCAB de Belgrado

Tras esto llega el trasplante de las células de Zamora a la hoja de la espinaca. Una vez terminado el proceso, el aspecto de estas se asemeja al de una hoja de cristal blando. ¿El motivo? «Al tratarse de un tejido orgánico, las hojas se acaban pudriendo. Para evitarlo, las recubrí con resina». 

Al menos durante los días en los que la obra se expuso en lugares como el Museo de Arte Contemporáneo de Belgrado (MoCAB) y en el Museo Nacional de Taiwán, «un trocito de mi vida estuvo latiendo dentro de esas hojas». 

UNA HOJA CON LUZ DEL OCÉANO

La inquietud bioartística de Zamora le llevó a plantearse un nuevo escenario. ¿Y si en lugar de sus células cardiovasculares humanas introdujera en la hoja de la planta un cultivo de algas bioluminiscentes? El resultado fue Transplant 2, proyecto que desarrolló para la primera bienal sostenible en Cuenca (Ecuador) y que también se expuso en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Gran Canaria (CAAM), como parte de la exposición colectiva Con los pies en la Tierra.

«El líquido bioluminiscente marino permite que, cuando la sala está a oscuras, la única luz sea la que procede de la hoja de la planta. Esto permite reflexionar e imaginarse un futuro en el que quizás tengamos que recurrir a este tipo de recursos orgánicos como fuente eléctrica».

Buena parte de la obra de Juan Zamora se recogió en la exposición La vida en emergencia, la primera muestra individual del artista, que puede verse en la Fundació Sorigué (Lleida) hasta el próximo 23 de diciembre.

Entre la piezas recogidas destacan los dibujos e ilustraciones que Zamora desarrolla a lo largo de proyectos como los descritos arriba. En el caso de Transplant, el bioartista mezcló sus propias células cardiovasculares con la acuarela. Lo mismo hizo con el líquido bioluminiscente en Transplant 2. «De esa forma, las ilustraciones están animadas, por un lado, con mi propia sangre y, por otra, con luz del océano». 

Boceto realizado con acuarela, extracto de espinaca y sangre

«Las ilustraciones suelen ser el principio y final de mis proyectos. Soy muy defensor del dibujo, porque nunca hay que prescindir de lo clásico», concluye. 

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