«A peor no puede ir». Cuando se pregunta a Nacho Padilla acerca de la situación actual de la bici en la ciudad, la respuesta es contundente. Y oiga, cuando uno es así de pesimista no le queda más que encomendarse a la voluntad divina. Por eso, Viernes ha convocado una procesión en la que rogarán a su deidad por una mejora en el panorama del ciclismo urbano. Palabra de Perico Delgado, te adoramos, Señor.
Viernes es un estudio que aplica su creatividad a proyectos de innovación social. Pensaron que, teniendo en cuenta que nos encontramos en plena Semana de la Movilidad Europea, tenían que hacer algo para impulsar el uso de la bicicleta como transporte urbano. «El año pasado, con motivo de una semipeatonalización temporal de la calle de la Palma y en la que el ayuntamiento solicitó a algunos locales cierta activación de esa iniciativa municipal, hicimos una pequeña procesión cargando una bici, con algunos músicos y terminando en una merienda para los vecinos en plena calle», explica Nacho Padilla, uno de los miembros de Viernes.
La cosa fue bien y consiguieron que los vecinos ocuparan felizmente un espacio público que, normalmente, solo permite transitar de mala manera por estrechas aceras. Este año, por lo tanto, la procesión crece y este año incluirá tres ‘pasos’: uno de Biernes con B, uno del Toma Café y otro de La Bicicleta. Les acompañará la Banda Municipal de Lorena Álvarez.
Como no hay procesión sin saetas, es de esperar que los fieles muestren su fervor desde las ventanas de la calle de la Palma. «Al paso de la procesión de los balcones de la calle saldrán bandas y solistas a ofrecer sus particulares versiones de la saeta (¿Psycho-saeta? ¿Saeta-perreo? No sabemos). Los grupos confirmados son Sangre, Fidel Delgado, Variedades Azafrán y Corazón».
El lineup de la procesión no está cerrado, por lo que si alguien se anima a montar su paso, puede proponerlo a los organizadores, que ya sabemos que esto de las creencias es muy personal y queda muy feo decirle que no a alguien que quiere honrar a su divinidad.
La procesión pretende celebrar el uso y disfrute de un objeto que se plantea como la alternativa más sostenible a los medios de transporte que devoran combustibles fósiles. Llega además en un momento en el que la utilización de la bicicleta se encuentra en rotundo ascenso. Para Padilla, el tema va más allá de una moda pasajera por un objeto determinado. «Este espejismo del hype es solo eso. Existe un mar de fondo mucho más grande que la marea estética: políticas municipales, legislaciones europeas, estudios de salud, realidades urbanísticas… El futuro de la movilidad y de las ciudades es más complejo e importante que el determinado color de una fixie y se mueve en un único sentido», cuenta.
Para el organizador de la procesión, no existe una lógica en la que quepa razonablemente un uso masivo del combustible o la ocupación irremisible de las vías a cargo de grandes vehículos motorizados que, en la mayor parte de casos, circulan semivacíos. «El proceso es irreversible. A las políticas y a las infraestructuras siempre deben acompañarles una labor de concienciación, de normalización de la bici como medio de transporte y en ese terreno tiene una importante función el movimiento asociativo».
La procesión será lúdica pero también reivindicativa. La bici necesita ser respetada por el resto de vehículos y, en ese sentido, Padilla cree que «no hay nada que haga más por el respeto de otros vehículos que la presencia constante de bicis. Es lo único que te hace saber que están ahí y que debes compartir el espacio con ellas», declara. Además, cree que la ocupación de las calzadas provocará otra consecuencia deseable. «A las bicis les obligará también a encontrar su espacio y a bajarse de una vez de las aceras».
Como mínimo, el encuentro será una fiesta, pero el mensaje que pretende transmitir Viernes es bastante más trascendente. «Las ciudades sufren un concepto de urbanismo en el que el coche es el dueño del tiempo y el espacio», explica Padilla. «En una ciudad como Madrid sustituyes la actual alfombra de modos de movilidad que la cubre por otra más razonable y el cambio a una ciudad más habitable, más saludable, más inclusiva será inmediato».
La calle de la Palma se cerrará al tráfico el viernes, claro, a las 5 de la tarde. Permanecerá así hasta las 9 de la noche y habrá merendola, bicis y risas. Blu de San Miguel echa un cable a Viernes con el tinglado organizativo.