¿La explotación en la publicidad se escribe con B de becario?

16 de mayo de 2017
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Hace unas semanas los periódicos se hicieron eco de unas declaraciones de Jordi Cruz en las que el chef reconocía la precaria situación de los becarios de su restaurante. Poco después, la polémica se acentuó al conocerse las condiciones en las que vivían los becarios del chef Ángel León en un «piso patera».

La situación de los cocineros es bastante semejante a la que viven los creativos publicitarios según una agrupación de jóvenes que trabaja en el sector. La diferencia es que, hasta ahora, nadie ha conseguido que aparezca en las portadas de los periódicos.

«El mundo de la publicidad es relativamente pequeño. Aunque les pese, los creativos no son personajes reconocidos fuera de esta burbuja, como sí ocurre con los cocineros. Sin embargo e independientemente del sector, esta debería ser una causa con la que todos deberíamos estar de acuerdo y hacer lo que cada uno pueda, sepa o quiera para defenderla».

Esta es la explicación que aportan desde La cara B de la publicidad, una iniciativa que busca concienciar a la opinión pública de la precariedad que viven los becarios de las agencias de publicidad.

«Los becarios tienen contratos precarios, jornadas de trabajo interminables y la promesa de un futuro brillante a cambio de un salario ridículo, en el mejor de los casos. Malas prácticas que hacen la situación insoportable y convierten al sector en algo elitista. Ya no sobrevive el mejor sino el que puede permitírselo. Es una especie de selección natural en la que no prima el talento, sino la pasta y la rentabilidad para las agencias», explican desde La cara B de la publicidad.

Aunque siempre ha sido así. El becariado era la fórmula que tenían las agencias de publicidad para seleccionar a sus creativos. La novedad es que la precariedad del mercado laboral ha propiciado que las condiciones, que ya eran malas, empeoren según la agrupación.

«El problema es que ese precio a pagar esconde demasiada letra pequeña, de la que te vas dando cuenta conforme empalmas contratos en prácticas: incumplimiento del convenio a placer, contrataciones al peso, rotación infinita, incongruencias económicas… Cuéntame las reglas y yo decidiré si juego no, pero no me las cambies a mitad de partida. Estamos tan engañados… Cuando sales de una escuela de creatividad, ni siquiera de la universidad, en el mejor de los casos te esperan ‘dos añitos de tragar y cobrar mierda’. Esto no lo decimos nosotros, sino el director de una de estas escuelas y director creativo. Dos largos años trabajando como uno más, pero cobrando el que menos».

Para intentar revertir esta dinámica, un grupo de creativos ha creado La cara B de la publicidad. Una campaña con apariencia de crowdfunding para publicar un libro que en realidad descubre las remuneraciones que las agencias dan a sus becarios. Desde los cero euros de McCann a los 300 de DDB, por citar solo dos de las agencias que aparecen en la serie Mad Men.

«Hemos decidido hacer una campaña y no una denuncia en Inspección de Trabajo porque es la manera en que sabemos hacer las cosas. A través de la creatividad y utilizando un idioma que los creativos conocen. Nos parece la forma más directa de llegar a ellos y conseguir ‘zarandearles’ para que nos escuchen. Veremos si es también la más eficaz».

Eficaz o no, la agrupación afirma que la publicación de los sueldos de los becarios (cuando los hay) no ha gustado a la cúpula de las agencias.

«El listado de ‘aportaciones’ es demoledor. Es lo que más controversia está generando porque supone una bofetada de realidad en toda regla. La campaña puede gustar o no, todo es susceptible de ser criticado, pero los sueldos que mostramos son datos objetivos y, por desgracia para los que los cobran, son los que son».

Ante los datos, algunos cargos creativos han mostrado su vergüenza ante una realidad que han calificado de preocupante. Otros, lejos de sentirse interpelados, han negado conocer el problema e incluso han hecho mofas al respecto.

«En algunos casos, los creativos desconocían los sueldos de sus propios becarios y lo que se pagaba en otras agencias. En otros, algunos han bromeado, con bastante mal gusto, que si hubieran sabido antes que otras agencias pagaban menos, ellos también lo hubieran hecho».

A los promotores de La cara B de la publicidad no les sorprende esta actitud. Según ellos, tal y como está planteado el modelo actual, es previsible que los responsables de las agencias actúen de esa manera.

«Es un negocio redondo. La universidad no te prepara para funcionar “modo agencia”. Por eso es casi imprescindible pasar por una escuela de creatividad para entrar en el mundillo. Mientras tanto, asociaciones como el Club de Creativos o la Asociación Española de Agencias de Publicidad lo consienten, convirtiéndose en cómplices y perpetuando el modelo».

Consultados a este respecto, algunos de los aludidos han querido matizar estas informaciones y dar su opinión ante la campaña La cara B de la publicidad. Para Gonzalo Sánchez-Taíz Revenga Director General Ejecutivo de McCann, una de las agencias mencionadas en la lista de «aportaciones», la campaña es una muy buena iniciativa. Según este profesional, «la empleabilidad entre los jóvenes es un tema que nos preocupa a toda la sociedad, y las empresas debemos ser capaces de ofrecer experiencias laborales que enriquezcan la formación de los jóvenes de la mejor forma posible. La crisis ha obligado a no siempre remunerar estas experiencias como se debe. Lo deseable es que todos los becarios trabajen de forma remunerada».

Según Sánchez-Taís Revenga, McCann ya remunera a los becarios en varias de las compañías del grupo y espera que esa dinámica se extienda a todas las demás empresas de forma progresiva. «Mientras tanto siempre estamos pendientes de cumplir la normativa y no incorporamos a ningún becario que no esté estudiando en alguna de las universidades o centros con los que hayamos suscrito el correspondiente convenio», explica.

Por su parte y aunque sin entrar a valorar expresamente la campaña de La cara B de la publicidad, el Club de Creativos (c de c), también ha querido aprovechar la ocasión para exponer su punto de vista sobre la incorporación de los jóvenes creativos al mercado laboral.

Según Concha Wert, gerente de esta asociación, «un año después de fundarse el c de c inauguró un programa que se llamaba Tour, que buscaba ser un puente entre la universidad y la empresa». En virtud de ese programa, el c de c seleccionaba una serie de jóvenes, les proponía reuniones con seis agencias donde se les daba un brief y, en función de las puntuaciones que recibían, los mejor calificados podían hacer un training sin remunerar de dos meses en la agencia que hubiesen elegido. «Ha habido fracasos, por supuesto», explica Wert, «pero una gran mayoría de turistas están trabajando y desde luego no como becarios, ni gratis».

En todo caso, ese programa puente entre la universidad y el mundo laboral surgido en una coyuntura distinta a la actual acabó revelándose poco adecuado. «Un tiempo después de ponerlo en marcha nos dimos cuenta de que las agencias, muchas veces a petición de los propios becarios, nos pedían extender los contratos de prácticas en las mismas condiciones, es decir a coste cero. Eso nos llevó a pensar en que había que actuar», explica Wert.

La solución elegida por el Club de Creativos fue acudir a un abogado laboralista para definir cómo y de qué manera podían contribuir a cambiar la situación. «Nos tachó de ingenuos y nos dijo que legalmente no teníamos ni capacidad ni poder, pero que al menos podíamos dejar clara la postura y solicitar un compromiso por parte de las agencias», recuerda Concha Wert. «Redactamos un documento que visó ese mismo abogado y, desde el 2006, se lo entregamos a las agencias, a los becarios y les pedimos que lo cumplan», concluye.

Además de intentar comprometer a las agencias con documentos como el mencionado, el Club de Creativos ha resuelto no volver a incluir en su bolsa de trabajo ofertas laborales no remuneradas, una decisión destinada a poner fin a la precariedad laboral tal y como demandan desde La cara B de la publicidad.

«Nuestro deseo es que todo esto no sea algo puntual, que hace ruido durante un tiempo y luego desaparece. Estamos convencidos de la causa que defendemos y queremos que se materialice en acciones concretas que generen cambios reales», afirman los responsables de la campaña, que no ocultan cuáles son sus deseos al respecto: «Ojalá algún día, la B por la que hoy damos la cara sea de bueno y bonito y no de barato».

4 Comments ¿Qué opinas?

  1. Si sólo fueran los becarios… pregunten incluso cuánto pagan a los juniors (a los que aún tienen que mantener sus padres, o sea, los «trabajan» los que se pueden permitir hacerlo sin ganar un sueldo real o mantenerse)

    Y se extiende, incluso en proporción, a los seniors. Todo por jornadas de 10 y 12 horas mas muchas de los fines de semana sin vida personal. Becarios, no pringuéis que la explotación no tiene fin.

    Pese a los flagrantes desmanes horarios nunca hay inspecciones de trabajo y no existen los sindicatos, aunque es ilegal cuando se alcanza cierto tamaño. Si eres mujer y te quedas embarazada, ya sabes lo que te espera a la vuelta. Si eres senior y protestas, acabas en la calle.

    Cuando encuentran un becario o junio nativo de otros países sale corriendo en cuanto ve el percal, por mucho que hayan pensado pasarse una temporada disfrutando del solecito español.

    Y todo para, la mayoría de las veces, perder el tiempo en campañas sin criterio y mal planificadas, cambiando de objetivo cada 5 minutos.

    Huid hacia otras profesiones, que la publicidad tradicional está muerta

  2. […] La explotación en la publicidad se escribe con B de becario   […]

  3. En mis inicios en el mundo de la publicidad fui a caer en Grupo Publip`s, en Valencia. Allí estuve 2 años como becario con un sueldo de 230 euros mes. Mi paso por allí se puede resumir en una frase dicha por el Director de cuentas: para que voy a hacerlo yo si tengo un tontín que me lo haga. Es decir, yo por aquél entonces. En esos dos años trabajé para grandes empresas como Carrefour, Valor, Ayuntamiento de Valencia, etcétera. Se aprovecharon de mí, por supuesto. Como de la horda de becarios que siempre había allí. Lo que empezó siendo un sueño entrando en una agencia referente para mí, se convirtió en un accidente con la realidad que me ha llevado a, en la medida de lo posible, no contar con agencias de publicidad en las empresas donde he dirigido el departamento de marketing y comunicación, y llevo ya 12 años en el sector. La época del tontín se acabó Publip’s.

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