Buena parte de lo que ocurre en tu casa y en tu trabajo se decide fuera de tu casa y de tu trabajo, en despachos blindados con paredes opacas a los que se accede pulsando los números más altos del ascensor. Las caras que acompañan a esas manos que trazan el camino de la sociedad son desconocidas para la mayoría. Sin embargo, son reales y, por ello, visibles.
El fotógrafo Daniel Mayrit (Madrid, 1985) comenzó de manera casi accidental una carrera que ha terminado con la edición de You Haven’t Seen Their Faces (Ed. Riot Books), un fotolibro que ha querido señalar a los que accionan los engranajes de la economía desde la City londinense, el centro financiero de Reino Unido.
Mairyt comenzó en la fotografía tarde. Su historia se aleja del tópico en el que el fotógrafo se enamoró del arte a través de una vieja y romántica cámara heredada cuando era pequeño. Comenzó haciendo cine, pero su huesos acabaron en la londinense Universidad de Westminster donde, ahí sí, se especializó en fotografía.
Sufrió de cerca las revueltas del verano de 2011 —vivía en Tottenham— y ese acontecimiento condicionó su manera de mirar a la sociedad que le rodeaba. «Unos meses después de los disturbios, cuando la cosa ya estaba calmada, la policía de Londres distribuyó por los buzones del barrio unos panfletos con unas fotografías de cámaras de seguridad que mostraban a un puñado de personas y en los que se pedía ayuda ciudadana para identificarlos», explica.
Las fotografías tenían de todo menos la capacidad para identificar claramente a las personas que se mostraba en ellas. Mayrit pensó que la descontextualización de esos rostros, la ignorancia acerca de sus circunstancias que les rodeaban y el hecho de que fuera la policía quien las distribuyera arrojaba sobre esos sujetos un irremisible halo de culpabilidad.
En un contexto de crisis como el que vivía Reino Unido, esos rostros eran los candidatos perfectos a erigirse como cabezas de turco de la crisis que sufría el país. «Resulta que teníamos en el buzón de casa las caras de unos chavales que, incluso si son culpables, habrían robado como mucho unas zapatillas de marca o una tele de plasma», explica.
El fotógrafo cayó en la cuenta de que en todo eso había un lado aún más escabroso. «Hay otro sector de la población que es percibido en el imaginario colectivo como el responsable de la actual crisis social y económica. Está formado por banqueros, políticos y empresarios y ni siquiera les podemos poner cara», cuenta el madrileño.
Por eso, Mayrit quiso gritar los nombres y mostrar las caras de las personas que marcan la política económica desde uno de los pulmones financieros del mundo. «La idea es denunciar el anonimato del que goza el mundo de la política y las altas finanzas, ya que gracias a él pueden hacer lo que hacen sin estar expuestos al escrutinio público», explica.
La selección de rostros se ha prolongado durante varios meses, a los que hay que sumar el trabajo de retoque y edición de las imágenes. «Las fotos han sido extraídas de archivos, buscadores y, a veces, incluso de vídeos y entrevistas. Las manipulé para que tuvieran ese look característico de las imágenes de videovigilancia». De esa manera, Mayrit conseguía el objetivo que se propuso al comienzo del proyecto: «que parecieran culpables solo por el hecho de estar retratados de esa manera, sin más información acerca de ellos».
La sociedad ha cambiado de manera palpable durante la era de internet. Hace 20 años, el usuario anónimo valoraba esa condición y se escondía tras avatares que ocultaban su identidad real. Hoy, la tendencia mayoritaria es la contraria. Las redes sociales se han convertido en el vehículo perfecto para el exhibicionismo y el narcisismo.
Mayrit, sin embargo, advierte que no ocurre lo mismo en las clases más poderosas. «Dice Fred Ritchin que, hace una década, el éxito social se basaba en el reconocimiento público de la propia imagen. Todo el mundo quería ser famoso. Ahora, con las cámaras y las imágenes omnipresentes, ese éxito se basa precisamente en lograr que nadie te reconozca. Eso te da libertad para actuar casi a placer».
Por eso, el fotógrafo considera que You Haven’t Seen Their Faces es casi una herramienta de activismo. «Queríamos que el libro fuera un material que el espectador pudiera utilizar». Por eso, al catálogo de rostros culpables, el autor ha añadido otra información adicional: un mapa con las direcciones de las compañías para las que trabajan las personas señaladas en el fotolibro. «El espíritu era siempre ser fieles a lo que decimos en la portada del libro: estas son las caras de las 100 personas más poderosas de la City de Londres. Utiliza estas imágenes como creas oportuno».
Los villanos de la City londinense
