‘Mamia’: la cocina se escribe en femenino plural

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El papel de la mujer vasca en el campo ha sido histórico, silencioso y determinante. Ellas han cultivado, criado, vendimiado, cocinado, conservado. Han sostenido los caseríos y las lonjas, han alimentado a generaciones, han pasado saberes y recetas. Pero cuando una mujer ha querido salir de ese rol tradicional y asumir el liderazgo de un proyecto propio, el camino ha sido, y sigue siendo, mucho más empinado.

Sandra Bravo es un ejemplo claro. Formada en regiones vinícolas como Burdeos, Toscana, Nueva Zelanda, California o Priorat, regresó a Rioja Alavesa para levantar su bodega, Sierra de Toloño. Hoy es una destacada enóloga que se ha ganado el reconocimiento cultivando variedades como tempranillo, garnacha, viura y malvasía, siguiendo prácticas orgánicas y biodinámicas. En este camino se encontró con una reticencia sutil pero constante: desconfianza por ser joven y, sobre todo, por ser mujer. En un entorno donde se aceptaba que una mujer trabaje la viña pero no necesariamente que dirija una bodega, Bravo tuvo que demostrar el doble.

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Sandra Bravo. Bodega Sierra de Toloño

Su historia revela un patrón: las mujeres son bienvenidas mientras ocupen el lugar que se les ha asignado durante siglos (trabajo manual, acompañamiento, continuidad de la tradición…), pero cuando intentan romper ese marco aparecen los muros. Por eso nace Mamia, un libro que lleva por subtítulo Mujeres que han transformado la gastronomía vasca. Impulsado por el Basque Culinary Center, en colaboración con Hazi Fundazioa y otras entidades del ecosistema gastronómico vasco, la obra rinde homenaje a mujeres de diversas generaciones y profesiones que han contribuido significativamente al desarrollo y transformación de la gastronomía del País Vasco.

A lo largo de más de 300 páginas, Mamia, que en euskera significa ‘esencia’, presenta perfiles de cocineras, agricultoras, ganaderas, pescadoras, viticultoras, investigadoras, comunicadoras y emprendedoras, entre otras. «Estas mujeres han sido fundamentales en la preservación y evolución de la cultura culinaria vasca, a menudo desde roles poco visibles o reconocidos», señaló Jose Mari Aizega, director general del Basque Culinary Center, en el acto de presentación del libro en Madrid, en el que estuvo acompañado por una representación de estas mujeres.

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En estas páginas se retrata solo a algunas de las gastrónomas más transformadoras del último siglo, pero los 50 relatos de que consta se vertebran como un reconocimiento a todas las mujeres que han trabajado, trabajan y trabajarán en tantos sectores de la gastronomía vasca.

«Este libro es un homenaje a todas las mujeres que han hecho grande la gastronomía vasca, que con su trabajo y entrega han dejado una marca en nuestra tierra», señala la diseñadora gastronómica Luisa López Tellería, una de las 50 protagonistas del libro. «Lo que hacen va más allá de un oficio. Es una forma de mantener viva la cultura, mezclando tradición e innovación. Ellas cuidan lo que hemos heredado y dan forma a la esencia de nuestra cocina».

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Entre las protagonistas se encuentran figuras como Elena Arzak, chef del restaurante Arzak; Angelita Alfaro, cocinera y divulgadora; Mari Mar Churruca, presidenta de la Academia Vasca de Gastronomía; Amaia Arguiñano, bodeguera de Bodega K5; Ana Vega, periodista gastronómica. También la pastelera Jone Markaida, la agricultora Leire Etxaide, la enóloga Sandra Bravo, la conservera Mila Aranguren o la nutricionista Gabriela Uriarte, que en su intervención en la presentación del libro recordó la gran cantidad de mujeres que tendrían el mismo derecho de haber estado en estas páginas.

«Mamia no solo es un reconocimiento a estas 50 mujeres, sino también un paso hacia la visibilización y valoración del papel de las mujeres en la gastronomía vasca, inspirando a futuras generaciones a continuar su legado».

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Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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