Marisco desde la lonja al paladar

4 de diciembre de 2011
4 de diciembre de 2011
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A la hora de cocer marisco, las instrucciones son muy sencillas. Pon el agua a hervir, añade sal y laurel. En caso de que el bicho esté vivo, mételo en la olla nada más ponerla al fuego. Si ya es difunto, espera que hierva el agua salada y laureada e introdúcelo en la cazuela. Quizá lo más difícil sea lograr una pieza fresca y de calidad. Aquí entra Sal y Laurel, una empresa de distribución directa de marisco gallego, desde la lonja al consumidor en 48 horas, que puentea a los intermediarios tradicionales.

Sal y Laurel es una idea de Águeda Comesaña y Alfonso Gallardo, vinculados por una empresa familiar de distribución de marisco, que ven en este proyecto un “paso natural” al llegar directo al paladar del consumidor evitando las cadenas de distribución. Según Gallardo, su intención es diferenciarse de la competencia en el negocio de la entrega directa (mariskito.com, norisco…) mediante un diseño potente realizado por gente como Jesús Latuff o María Grande, además de un packaging muy cuidado-en el que se incluyen recetas debidamente ilustradas para el neófito en la materia-, y la garantía de sostenibilidad ecológica.

El origen de su producto hay que buscarlo en las Rías Baixas, trabajando en las lonjas de Panxón, Baiona, Cangas, Vigo y Marín, con escapadas esporádicas a las de Aguiño, O Grove e Illa de Arousa. Precisamente de esa zona es Natalia Laiño, presidenta de la Asociación Gallega de Mariscadores, una organización sindical que agrupa a cerca de 3.000 profesionales de los 9.000 estimados que hay en Galicia.

Laiño explica que la tradición del marisqueo viene del intercambio “entre las aldeas de mar y las de interior, ya que el pan sin pescado no se come bien y el pescado sin pan tampoco”. Según asegura, cuando comenzaron las conserveras pensaron “que allí había negocio” y se comenzó el cultivo en serio, principalmente del berberecho. Se ve que se aplicaron el cuento, ya que en 2007 Galicia produjo 23.000 toneladas de marisco, aproximadamente un 30% de las 69.000 del total español.

Laiño, que está en la cuarentena, todavía recuerda que cuando era pequeña “se andaba a patadas con los erizos de mar en la playa”, que con el tiempo se han convertido en una de las piezas mejor valoradas, y también de la falta de control que había antes: el que más vendía era simplemente el que más capturaba.

Ahora, la preocupación por la sobreexplotación y una eventual desaparición de los recursos ha llevado a la Xunta de Galicia a la puesta en marcha de varias iniciativas para tratar de llevar un mayor control de la forma de capturar el marisco y el pescado. La última es el certificado pescadeRias, ¿de ónde se non?, que se da a los productos que han sido capturados empleando artes de pesca sostenibles.

Gallardo, el emprendedor de Sal y Laurel, explica que “la sostenibilidad no solo es referida al método de extracción, sino que también a respetar las vedas de cada especie, las tallas mínimas…”. Y si además de hacer todo esto el diseño es bonito, ¿hay mejor manera de cocer marisco fresco?

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Patrick Thomas

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