No haga trampas con la trama de su vida

Sin duda ustedes han disfrutado de pelรญculas, libros o piezas teatrales en los que el recurso conocido como Deus ex machina ha resuelto la trama. Sucede incluso en tragedias griegas.

En la Medea de Eurรญpides el dios Helios salva a la heroรญna enviรกndole un carro desde el Sol, en el que logra escapar. Por eso se puede traducir como ยซDios desde la mรกquinaยป, en aquel caso, desde la grรบa de la tramoya que hacรญa descender el carro. Su equivalente en los westerns serรญa la apariciรณn in extremis del Sรฉptimo de Caballerรญa librando a los protagonistas de un cerco desesperado al que les tenรญan sometidos los pieles rojas.

Aclaremos cuanto antes que la expresiรณn no se refiere a un dios en el sentido mitolรณgico del tรฉrmino, sino a una fuerza totalmente exterior a la trama que brinda al lector o al espectador todas las respuestas que sin esa intervenciรณn jamรกs hallarรญan acomodo en una lรณgica cartesiana.

Matrix (Hermanos / Hermanas Whachowski, 1999) es un buen ejemplo, y no digamos El show de Truman (Peter Weir, 1998). El universo de Matrix estรก controlado por una fuerza superior, en este caso alienรญgena (a veces se olvida que Matrix es una peli de marcianos, en el sentido clรกsico del tรฉrmino). Y en El show de Truman un atribulado Jim Carrey vive una existencia que estรก absolutamente dirigida desde un estudio de televisiรณn, verdadero germen de algunos programas de telerrealidad tipo Gran Hermano y otras variantes mรกs o menos ingeniosas (y enojosas).

Woody Allen lo emplea a menudo, como remedo de una religiosidad latente contrapuesta a un ateรญsmo inconfeso y a un judaรญsmo descreรญdo que le hace hablar de Dios como una especie de mecรกnico perezoso que la mayorรญa del tiempo estรก ausente del taller, pero que a veces interviene para enderezar la trama, o para desbaratarla.

La imaginaciรณn del lector o del espectador debe ser libre para sobrevolar el patio de butacas o el sillรณn de su sala de estar. Es maravilloso que alguien sea capaz de llevarnos a lo mรกs alto para finalmente dejarnos caer en una realidad alternativa, tejiendo una teorรญa que justifique todo lo disfrutado hasta el momento, por descabellado que sea.

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El problema es cuando el guionista o el escritor hacen trampas, y esto solo se puede detectar viendo la pelรญcula otra vez y conociendo la explicaciรณn, su Deus ex machina. Si todo encaja y no nos sentimos estafados, es que hay un gran trabajo detrรกs; pero si descubrimos los trucos, la decepciรณn es muy grande.

Les pondrรฉ un ejemplo de cada caso con dos pelรญculas firmadas por el mismo director: David Fincher. Cuando se ve El Club de la Lucha (1999) con la mirada virgen nos sentimos fascinados al descubrir el desenlace que explica todo lo anterior, que podemos resumir como ยซBrad Pitt nunca estuvo realmente allรญยป. Y en el segundo visionado nos rendimos ante el talento de Fincher (que en este caso tambiรฉn reposa en el de Chuck Palahniuk y su novela homรณnima).

Pero al ver The Game (1997), la pelรญcula nos atrapa de manera irremisible desde el comienzo a costa de forzar determinadas secuencias hasta lo inverosรญmil, como la caรญda final de Michael Douglas sobre la cristalera. Cuando se nos revela el sorprendente Deus ex machina de la pelรญcula nos quedamos boquiabiertos, pero al poco tiempo las primeras grietas comienzan a surcar nuestra memoria reciente y tenemos la tentaciรณn de repasar algunas escenas y secuencias que invalidan totalmente el final. A ambas cintas les separan solo dos aรฑos, y desde entonces Fincher no ha vuelto a emplear el recurso que nos ocupa, porque el pรบblico le pillรณ con el carrito de los helados.

Otro caso paradigmรกtico de Deus ex machina es el manido final del tipo ยซTodo era un sueรฑoยป, que de pronto justifica cualquier anomalรญa o incongruencia de la historia pues los sueรฑos no estรกn sujetos a las leyes de la razรณn. Aquรญ el concepto de โ€˜sueรฑoโ€™ puede extenderse a otros modos de desdoblamiento, como el que sucede en Desafรญo total (Paul Verhoeven, 1990). Allรญ es una simulaciรณn de realidad virtual la que corrige de un plumazo cualquier objeciรณn que el espectador quisquilloso pudiera plantear a determinadas situaciones embarazosamente mal formuladas.

Se dice que Alejandro Amenรกbar llorรณ amargamente en el estreno de El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999) donde, como es bien sabido, Bruce Willis al final resulta que estรก muerto y es un fantasma, en uno de los finales mรกs sorprendentes del cine de aquellos aรฑos. Amenรกbar llorรณ porque le acababan de pisar el final de Los otros, que estaba en fase de preproducciรณn y que se estrenarรญa en 2001. En honor a la verdad hay que admitir a los dos directores que pasan la prueba del algodรณn del Deus ex machina, y sus pelรญculas soportan un segundo visionado conociendo previamente el desenlace.

Permรญtanme terminar con una reflexiรณn que aplica el Deus ex machina a nuestras vidas. Este es un recurso que no pocas personas aplican al argumento de sus existencias, como si de ficciones escritas por un tercero se trataran. En una flagrante falta de responsabilidad, unos lo llaman Destino, otros Azar, pero la mayorรญa atribuye los sucesos de sus biografรญas a la voluntad de uno u otro dios, dependiendo de las coordenadas geogrรกficas y sociales en que les ha tocado vivir.

El artificio Deus ex machina solo funciona en las ficciones. La trama de su vida solo depende de usted, no lo olvide. Asรญ que no haga trampas, porque le pillaremosโ€ฆ

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Patrick Thomas

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