La corrupción acabó con la reputación de los números arábigos. Estaban pegajosos, manchados de negro, atrincherados en cajas fuertes y tumbados a la bartola en un paraíso fiscal. Los dígitos nacidos en India perdieron su credibilidad y fueron declarados aliados de un sistema que, haciéndose pasar por democracia, en realidad, era una Gran Profunda Estafa.
Un día el cielo amaneció rojo y los científicos tomaron el poder. Los matemáticos anunciaron que el nuevo mundo no podía arrastrar el peso de unos números colaboracionistas con la Vieja Guardia y los arrojaron, en bloque, por el sumidero. En la espiral de adiós se oyó un grito. Era el 7. Había tomado la estaca de su vientre con sus manos y se la había clavado hasta atravesar su espalda. Ese harakiri era una especie de poema visual cantado al fin de una etapa.
Los matemáticos tenían que reconstruir el mundo pero sin números no sabían hacerlo. Entonces pidieron ayuda a los superhéroes. Eran los únicos en los que podían confiar en un planeta de cenizas institucionales.
Linterna Verde llegó el primero y dijo que ofrecía su anillo de poder como el nuevo 0.
Después apareció Superman y donó su vuelo de palo tieso para representar el 1.
Flash utilizó su velocidad ultrasónica para crear el 2.
Lobezno prestó su esqueleto recubierto de Adamantium para construir el 3.
El Capitán América entregó su escudo a la causa del 4.
Spiderman usó sus telas de araña para diseñar el 5.
Batman utilizó sus conocimientos científicos y tecnológicos para armar el 6.
Thor empleó su martillo y su dominio sobre los rayos para montar el 7.
Hulk invirtió su fuerza bruta en modelar el 8.
Y Iron Man cedió su armadura para completar, con el 9, el nuevo sistema numérico.
Detrás de la construcción de los nuevos dígitos estaba David Serrano. El diseñador convirtió a los superhéroes en números desde el estudio Comoon Lab. Lo que no sabía es que muy pocas semanas después acabarían escapando de sus manos y cada individuo que los viera inventaría una historia distinta para esta colección de personajes.
Los superhéroes habían aparecido ante él en forma de bocetos. «Estaba hablando con unos amigos de estos personajes y pensé hacer algo con ellos. Comencé a abocetar y se fueron convirtiendo en números», indica el diseñador. «Mi idea era simplificar las formas al máximo y hacer a estos personajes reconocibles por sus líneas y sus colores».
Ese fue el principio. El final, como hace este relato, depende de ti. De la historia que tú te inventes.