Óscar Llorens y la nostalgia por la infancia, pero sin ponerse intensito

4 de septiembre de 2024
4 de septiembre de 2024
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oscar llorens

El verano es un buen momento para hacer limpieza y hueco en los armarios. Es el momento de donar la ropa que ya no te pones y de reciclar, o directamente tirar a la basura aquellos objetos que nunca supiste por qué guardaste.

Y en medio de esa vorágine, una simple caja de fotografías puede desatar un torrente de emociones. Imágenes de cumpleaños en el jardín, pícnics familiares o navidades rodeadas de seres queridos nos transportan a momentos que parecían olvidados pero que siempre han estado ahí, esperando ser redescubiertos.

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‘Brothers’

Y esa mezcla de alegría y melancolía que nos provocan, y que hace que olvidemos el orden del armario por unos minutos, se convierte en un momento mágico al que llamamos nostalgia. La nostalgia es una emoción compleja. Una mezcla de alegría y de tristeza, de anhelo y de consuelo. Y un recurso muy explorado en la literatura, el arte y la música.

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‘The Forest’

Conocido por sus ilustraciones para la revista The Saturday Evening Post, Norman Rockwell retrata a menudo escenas idealizadas de la vida cotidiana en Estados Unidos, que evocan una fuerte sensación de nostalgia por tiempos pasados y valores tradicionales. Las obras de Edward Hopper capturan la soledad y el aislamiento, pero también una melancólica nostalgia por la América de principios del siglo XX. Marc Chagall se inspiraba con frecuencia en sus recuerdos de la infancia y la vida en su pueblo natal en Rusia.

Aunque es más conocido como un impresionista, muchas de las obras posteriores de Renoir muestran una nostalgia por la vida campestre y los tiempos más sencillos. Y hasta Dalí, uno de los mayores representantes del surrealismo, pintó cuadros que reflejan una profunda nostalgia y preocupación por el paso del tiempo, como El enigma del deseo y La persistencia de la memoria.

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‘Godzila’

«Los sentimientos de la infancia son intensos y poderosos, capaces de dejarnos sin aliento en un instante y hacernos sentir completamente abrumados. La alegría puede ser exuberante, la tristeza puede ser desgarradora y el miedo puede ser paralizante», comenta el pintor e ilustrador Óscar Llorens.

«A medida que crecemos, nuestras emociones se vuelven más sutiles y complejas, pero el sentimiento de nostalgia suele convertirse en un compañero en la vida adulta. Según nos vamos alejando de la inocencia y la simplicidad de la infancia, puede ser difícil no sentir una especie de anhelo por esos días».

La nostalgia es un tema recurrente en la obra de Llorens. Dice que desde que tuvo a su primera hija su obra se volvió más colorida y optimista para recordar su propia infancia. Sus principales influencias son la televisión, el cine y lo videojuegos de los años ochenta. Por eso series de TV como Mazinger Z, películas como Los Goonies o Regreso al futuro y vídeojuegos como Super Mario Bros son protagonistas de algunos de sus cuadros. «En realidad, es una forma positiva y relajada de representar el paso del tiempo y lo efímero de la vida, pero intentando no ser muy intenso».

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‘Garden’

Arte

A lo largo de su carrera ha trabajado para clientes de todo el mundo como Coca-Cola, Washington Post, Le Monde, Cirque du Soleil y Google, entre otros. Pero como casi todos los ilustradores, paralelamente a su trabajo comercial para agencias de publicidad y editorial y prensa, Óscar LLorens siempre ha tenido inquietudes artísticas, sin dejar de ser consciente de que para poder vivir del arte es imprescindible dedicarle el 100% de tu tiempo, y eso no siempre es fácil.

«Siempre he sentido que, al dedicarle tiempo a mi obra personal, estaba descuidando los encargos de ilustración, que son los que realmente me permitían pagar las facturas. Sin embargo, dedicarme al arte siempre ha sido el fin último de mi vida profesional, así que nunca he dejado de intentarlo».

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‘Space Invaders’

Justo después de la pandemia, la galería de arte Ting Ting Art Space de Taiwán se fijó en su trabajo y empezó a pedirle cuadros con regularidad para moverlos en diferentes ferias de arte de Asia. «Así que, poco a poco, he ido quitándole tiempo a la ilustración para dedicárselo al arte».

¿La ilustración no es arte?, le pregunto.

«Cuando hablo de arte diferenciándolo de la ilustración, me refiero básicamente a los encargos comerciales. Es decir, no hay un cliente detrás, yo tengo absoluta libertad para tratar los temas que quiera, hacer las composiciones que me gustan y usar la técnica que mejor se adapte a mi mensaje. Yo soy la única persona responsable de lo que hago y eso no tiene precio. Son sectores muy diferentes, para lo bueno y para lo malo».

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‘Village’

¿Entonces, das por concluida tu etapa en el sector de la comunicación comercial y te pones definitivamente la gorra de artista?, vuelvo a interrogarle

«Nunca se sabe, pero lo cierto es que, cada vez que se vende un cuadro, es un poco más de gasolina para seguir por este camino y, afortunadamente, poco a poco las cosas están saliendo bien. El año pasado me llamó la galería de Londres Maddox para una exposición grupal y vendí los seis cuadros que mandé, así que sigo colaborando con ellos. Y justo este verano inauguré mi primera exposición individual en Asia, concretamente en la galería Caelis de Shanghái».

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‘Troya’

Como la caja de fotos que aparece inesperadamente en el armario, el último trabajo de Llorens es un viaje a la infancia a través de personajes entrañables y coloridos que hacen sonreír y recuerdan lo importante que es disfrutar de la vida.

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