Seguro que hay uno en tu familia: un tío, un hermano, un primo… Quizá tu propio padre. O tu suegro. Y si no lo hay, debería haberlo. ¿Qué sería de este país sin nuestros Pacos?
No vamos a descubrir nada nuevo aclarando que Paco es el hipocorístico de Francisco. Para aquellos a los que os dé pereza acudir al Diccionario, ‘hipocorístico’ es la forma abreviada y familiar de un nombre propio, muchas veces por imitación del modo de hablar de los niños. Pero ¿por qué a los Francisco se les llama Paco? Difícil cuestión es esa.
En Etimologías de Chile nos dicen que averiguarlo es poco menos que misión imposible. Y pasan a continuación a dar un montón de teorías al respecto, prácticamente todas leyendas urbanas. La más frecuente es la que hace alusión a San Francisco de Asís. Bien porque el santo era llamado Pater Comunitas bien porque sería el acrónimo de Poverello d’Assisi Casto e Obbediente (Pobre de Asís Casto y Obediente). Sea como fuere, y como la búsqueda de respuestas es un derecho de la humanidad, ahí lo vamos a dejar sin entrar en discusiones sobre su veracidad.
Sin embargo, el Diccionario nos guarda una sorpresita que a más de uno dejará con el culo torcido. En el español de España -en otras zonas hispanohablantes tiene un montón de significados más- paco es un francotirador. Cuando España tenía colonias en el continente africano, se trataba de un «moro que, aislado y escondido, dispara sobre soldados». Finalizado el imperio, pasó a ser simplemente un «combatiente que dispara en igual forma».
Y ya que los mencionamos, hablemos de los francotiradores. Estrictamente, el Diccionario lo define como «combatiente que no pertenece al ejército regular» o «persona aislada que, apostada, ataca con armas de fuego». Es decir, sería un personaje tirando a ilegal, que no se casaría ni con Dios ni con el diablo, y por supuesto alejado de cualquier cuerpo militar o policial.
Sin embargo, la última acepción abre la puerta a que un francotirador pueda pertenecer en realidad a alguno de estos cuerpos. Al fin y al cabo, aunque actúen bajo órdenes de algún superior, lo hacen aisladamente y no dentro del grupo. Pero quizá para evitar ese sentido peyorativo de quien abandona la legalidad, los que cumplen esa función dentro del ejército o de la policía prefieren llamarse a sí mismos tiradores de élite. Mucho más bonito, dónde va a parar.
Pero todavía hay un tercer significado más, figurado, eso sí, que abandona todo aire castrense aunque no su instinto guerrero. Hoy también hablamos de un francotirador como la «persona que actúa aisladamente y por su cuenta en cualquier actividad sin observar la disciplina del grupo». Ejemplos de estos los vemos en política a menudo. Nuestra Espe sería una de ellos. Desde fuera quizá haga mucha gracia. Pero habría que preguntarle a Rajoy. Aunque la respuesta es de sobra conocida: «De eso ya… tal».