Pasearte: arte contemporáneo en los escaparates 

Quienes pasasen durante el mes de abril por el Ensanche de Santiago de Compostela, la que aún se llama «zona nueva» a pesar de que tiene unas cuantas décadas, se encontraron con una sorpresa al mirar los escaparates. Porque, además de ropa, joyas, libros, zapatos o anuncios de inmobiliarias, también se cruzaron con arte contemporáneo.

En alguna edición anterior, el arte llegó a convivir con los productos de calidad que mostraba al mundo en su vitrina una popular carnicería de la ciudad. Esta curiosa mezcla de arte contemporáneo y productos no es exactamente casual, sino que es el efecto de un sorprendente festival de arte. Se llama Pasearte y ocupa los escaparates de la zona más comercial de la capital gallega.

Pasearte

Javier Blanco, responsable de la Galería Metro y comisario del festival, explica que llevan celebrando Pasearte ya unos cuantos años —esta es la cuarta edición, aunque en las anteriores se celebraba en la temporada de Navidad—, y que es una idea que «plantean desde el mundo del arte» para convertir los «escaparates en escaparates de arte contemporáneo».

Por supuesto, la idea no hubiese llegado muy lejos sin contar con el apoyo del tejido comercial de la ciudad. Además del respaldo de varios organismos públicos, en la iniciativa colabora Santiago Centro, Área Comercial, que ha abierto sus escaparates a las obras de arte. Pero no se hacen con todo el protagonismo del espacio, sino que se integran en lo que la tienda quiere mostrar. «Hay comercios de todo tipo — apunta Blanco—. «Funciona en todos».

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Pero ¿por qué llevar el arte contemporáneo a los escaparates de las tiendas? En cierto modo, la idea convierte a las calles comerciales de la ciudad en una especie de museo al aire libre, uno que, además, es completa y absolutamente gratis y que, quizás lo más llamativo, está abierto las 24 horas del día: los escaparates siempre están abiertos y, con ellos, las obras de arte siempre están disponibles.

Pasearte

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Puedes hacerte con el mapa que ubica todas las muestras —y todas las intervenciones artísticas, porque el festival también las ha organizado en diferentes espacios— y seguirlo fielmente, o puedes simplemente callejear y sorprenderte con lo que te encuentras.

La exposición ha sido curada con el mismo mimo y cuidado que una muestra que hubiese estado destinada a un espacio más formal, por así decirlo, dentro del arte. «Es una exposición que podría estar en un museo de arte contemporáneo», explica Blanco. Por las calles de Santiago hay medio centenar de obras de artistas importantes del momento (en Pasearte no tiene cabida el arte aficionado) que podrían encontrarse en cualquier galería o museo.

ARTE CONTEMPORÁNEO PARA TODO EL MUNDO

Por otro lado, poner el arte contemporáneo en espacios tan comunes consigue que logremos vencer las reticencias frente a estas obras. «Sí, sigue pasando. Hay una puerta invisible», explica Javier Blanco ante la pregunta de si todavía tenemos una cierta reticencia a acercarnos como público no especializado al arte más reciente.

Hay quien siente que se necesitan unos conocimientos especiales para comprender qué se ve o para disfrutarlo (el galerista deja claro que no), o quien asume que este tipo de obras solo son para «gente con mucha pasta» o que resultan «inaccesibles» (y nuevamente Javier Blanco desmiente estas ideas). Son obras que todo el mundo puede disfrutar.

Pasearte

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Y si nos encontramos este tipo de obras en la calle, en un lugar tan fácilmente localizable y visible, quizás se logre saltar ese tipo de sesgos sobre el arte contemporáneo. Los organizadores apuntan que entre quienes se recorren las calles viendo las obras hay «gente de todas las edades».

El público interesado en el arte contemporáneo está ahí, como era casi esperable, pero no son los únicos. De hecho, suele haber mucha «gente mayor» y familias con niños a las que la iniciativa llama la atención.  Estas últimas suelen protagonizar las actividades paralelas que se organizan, como talleres con artistas, en los que se cubren todas las plazas posibles. «Conseguimos que el arte llegue a todos los públicos», apunta Javier Blanco.

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Quizás, una vez que hemos visto arte contemporáneo en sitios tan comunes, le perdamos el miedo a estas obras y a los espacios en los que se muestra al público. Quizás, el siguiente paso, tras ver cuadros o esculturas en las tiendas que conocemos y en las que compramos, sea el de ya no solo entrar en un museo de arte contemporánea (solo hay que cruzar a la zona antigua de la propia Santiago para encontrarse el Centro Galego de Arte Contemporánea, con su entrada gratuita), sino también en las propias galerías de arte.

Pasearte

La exposición invita a dejar de sentir que esos no son lugares para nosotros. «Estamos encantados de que la gente venga», insiste el comisario de Pasearte. No hay que ir con la billetera cargada de billetes para acceder a una galería, aunque el galerista explica que hay obras para todos los bolsillos y que al final comprar arte es algo que se hace por pasión y disfrute.

Puedes entrar, simplemente, a admirar las obras que se muestran. Es como un museo más, pero uno en el que, si quieres, te puedes llevar lo que hay en sus paredes.

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