Joel Levin es profesor de informática en una escuela primaria de Nueva York, tiene 38 años y la cabeza en forma de cubo. Entre arista y arista, sus gafas, su barba y su pelo están dibujadas píxel a píxel. Al menos así es como lo ven sus alumnos de unos siete u ocho años: Joel es el ‘Minecraft Teacher’, lleva tres años utilizando el videojuego Minecraft en sus clases como un libro de texto más y su startup TeacherGaming ha desarrollado una versión del juego para docentes, MinecraftEDU.
Minecraft es un juego independiente que mezcla exploración, supervivencia y construcción. Le regala al usuario la sensación de ser el último humano vivo en el mundo, le da libertad absoluta, le entrega una herramienta de construcción con cubos que le saca los colores a Lego y le ofrece la opción de jugar con amigos. La comunidad de jugadores es enorme y se ha encargado de crear miles de modificaciones para alterar las normas del juego. Minecraft empezó a desarrollarse en 2010 y su creador, Marcus ‘Notch’ Parssons, permitió que la comunidad juegue, opine y modifique el juego desde las primeras etapas de su programación. Desde entonces, el juego se ha convertido en una máquina de imprimir billetes para el sueco ‘Notch’ y su pequeño equipo. Solo en el día de Navidad del año pasado vendieron casi medio millón de copias.
Joel Levin comenzó a jugar a Minecraft a finales de 2010 y descubrió del potencial que tiene el juego cuando lo probó su hija de cinco años. “Sacó muchas cosas positivas del juego”, explica Joel, “le daba confianza, le generaba inquietudes, resolvía problemas matemáticos sencillos –cuántas ovejas tengo que esquilar para construir una – incluso aprendió a escribir su primera palabra gracias a Minecraft”. La hija de Joel quería aprender a teletransportarse a su casa del juego y para eso tienes que escribir la palabra ‘home’, cuenta el profesor, “un día llegó y me preguntó cómo se deletreaba ‘home’, así que esa fue la primera palabra que aprendió a escribir.
Esta buena experiencia con su hija lo animó a llevar el juego al aula. Asegura que los resultados fueran estupendos desde la primera clase. “Nunca he sentido nada así. Nunca he visto a los niños tan emocionados por venir a mi clase ni tan entusiasmados con el contenido”, dice el Minecraft Teacher, “No estaban emocionados solo por jugar. Estaban emocionados por ver las lecciones y por hablar de ellas”.
Joel ya había probado con otros juegos comerciales, como Civilization o los cartuchos de la vieja Atari 2600, pero ninguno ha conectado tan bien con los niños y con él mismo como Minecraft. Cuenta que siempre ha tenido que cambiar su temario para incrustar en él los juegos usaba en clase, pero Minecraft es el primer juego que se amolda a sus lecciones.
Ahora dedica una unidad completa a Minecraft en su programa, unas ocho semanas. Lo utiliza para que los niños cojan soltura con el ratón y con el teclado o para enseñarles a buscar información en internet. Para construir muchas de las herramientas de Minecraft hace falta conocer las recetas, y esas fórmulas son la excusa perfecta para que los críos tengan sus primeros idilios con Google.
Joel también usa el juego para abordar con ellos temas complicados como la privacidad en internet o cómo se debe tratar a los demás en la Red. “Esto es algo difícil de enseñar”, reconoce el profesor, “pero cuando los niños se meten en su rol y se enfrentan a las situaciones dentro de un juego que les encanta, conectan con el contenido”. “Gracias a esto he conseguido tener conversaciones muy sofisticadas sobre este tema con niños pequeños. Eso es muy útil para mí”, concluye.
Joel insiste mucho en la flexibilidad de Minecraft. La posibilidad de modificar el juego a placer permite que lo utilicen profesores de Lengua, de Historia, de Matemáticas, de idiomas o de cualquier otra asignatura. Hay decenas de ejemplos de profesores exprimiendo el juego a su manera. El Minecraft Teacher menciona a un profesor danés que daba clases de inglés a un grupo de alumnos de diversificación, un grupo difícil. Los llevó al aula de informática, los metió en una partida y les marcó unos objetivos que debían completar con una única condición: solo podían hablar en inglés. Otro profesor, cuenta Joel, dejaba que sus alumnos jugaran durante 20 minutos y les pedía que escribieran sobre lo que habían hecho durante la partida. No son unas lecciones elaboradísimas, pero demuestran que el juego sirve como estímulo para que los alumnos hagan lo que el profesor les pide.
¿Y hay deberes y exámenes en el mundo Minecraft? Joel no los pone, pero hay profesores que sí lo hacen. Menciona a un profesor de Historia que ha creado sus propios mundos ambientados en la Antigua Grecia o en Roma e invita a sus alumnos a visitarlos desde casa y resolver los puzles que propone como actividad complementaria.
También hay casos de estudiantes que utilizan el juego como soporte para sus trabajos del colegio. “Hay un gran edificio llamado El Álamo en Texas. Todos los alumnos de Texas tienen que construir una maqueta de El Álamo antes de acabar primaria y normalmente la hacen con palillos o con Lego, pero hay un vídeo de un alumno que lo hizo con Minecraft”, cuenta Joel, “el nivel de detalle era alucinante, se puede visitar todo el edificio y tiene carteles con información sobre cómo vivía la gente de la época”. Otro grupo de chavales tenía que grabarse interpretando una escena del Macbeth de Shakespeare y lo hizo en el juego: modificaron sus avatares, construyeron el escenario, leyeron sus textos y lo montaron en vídeo.
«Esto es lo que quiero como profesor», asegura. «Me da igual que sea un libro, una película o un juego. Quiero que los niños disfruten aprendiendo».
Los resultados hablan solos y los profesores y los padres están contentos con el juego. Joel reconoce que algunos compañeros suyos todavía ven los juegos como una pérdida de tiempo y cuenta que algunos padres se han quejado porque su hijo juega a Minecraft más de lo que debe, pero el balance es positivo. MinecraftEDU, la versión educativa del juego desarrollada por TeacherGaming entre Nueva York y Finlandia, ya se usa en más de 1.000 colegios de todo el mundo, en seis continentes (“todavía estamos intentando llegar a la Antártida”, bromea Joel), en todo tipo de asignaturas y en todos los niveles de enseñanza.
Esta versión permite a los profesores crear contenido para sus clases con más facilidad y controlar a sus alumnos mientras juegan. Joel también explica que hay muchos maestros que comparten sus lecciones y que cualquiera puede aprovechar el trabajo de la comunidad para sus propias clases. Su objetivo ahora es conseguir esto mismo con otros videojuegos. “MinecraftEDU es nuestro gran producto, pero creemos que hay mucho potencial en tomar un juego de éxito y adaptarlo para las escuelas”, afirma el profesor. “Es algo que queremos hacer en el futuro y ya hemos hablado con algunas compañías”.
Joel no es el único que se ha dado dado cuenta. La todopoderosa EA pondrá a la venta en marzo su nuevo SimCity con una versión escolar: SimCity EDU. “Sospecho que nos han copiado el nombre”, sentencia.
Más:
Entrevista a otro miembro del proyecto MinecraftEDU en febrero de 2012
Web de MinecraftEDU
Profesores cúbicos del mundo de Minecraft
