Prohibido hacer el amor, ¿es que no sabéis leer?

prohibido hacer el amor

Existe una playa diminuta en la península de Nusa Dua, en la isla de los dioses, en Indonesia, en la que hay un cartel en el que está escrito «Prohibido hacer el amor en esta playa» en cuatro idiomas diferentes (Forbidden to make love on this beach, Interdit de faire l’amour sur cette plage, Vietato fare l’amore su questa spiaggia, Dilarang bercinta di pantai ini).

En solo una noche, Kadek y Ni Luh hicieron el amor en ella en todas y cada una de las posturas que recoge el Kamasutra, más otras tres o cuatro de cosecha propia. Ni Luh pudo contar hasta trece orgasmos antes de perder la cuenta, y Kadek eyaculó seis veces. Se dijeron tres mil cuatrocientas doce palabras de amor, y aullaron como lobos a la luna durante toda la noche. Ni Luh gritó sin pudor en cada uno de los trece orgasmos que recordaba (siete clitoidales y cinco vaginales), mientras Kadek le susurraba al oído todo tipo de obscenidades, muchas de las cuales Ni Luh no sabía ni lo que querían decir.

Se dieron placer por todos los resquicios y con todos los apéndices. Ni Luh acabó con marcas de dientes en el pecho izquierdo (como una segunda aureola del pezón), la cara interior del muslo derecho, el cuello, el lóbulo de la oreja izquierda (el de la derecha también, pero menos) y ambas nalgas. Kadek presentaba arañazos paralelos, en forma de garras felinas, por toda la espalda y en las nalgas, chupetones por todo el pecho y un mordisco que le hizo brotar unas gotas de sangre en el hombro, junto al nacimiento del cuello. En cuanto a los besos y las caricias, fueron incontables, y es imposible conservar un registro ni siquiera aproximado de su número.

Cuando, a la mañana siguiente, los agentes de policía les encontraron, estaban profundamente dormidos, absolutamente exhaustos. Yacían abrazados a los pies del cartel (como en un desafío) en un ovillo tan compacto y enrevesado que hacía difícil discernir qué parte del cuerpo correspondía a cada uno. Cuando les despertaron, no entendieron nada de lo qué pasaba. Y aún entendieron menos cuando los metieron, desnudos como iban, en la trasera del furgón policial. Les prestaron unas mantas ásperas para cubrirse, que contrastaban desagradablemente con la suavidad reciente de sus pieles.

El jefe de policía, un hombre pequeño y con cara de haber mordido un limón, se burló de ellos desdeñosamente. Los tres agentes de policía le hicieron un coro de risas mostrando sus dentaduras negras, tan diferentes de los dientes blancos de los jóvenes amantes. Los ojos atónitos de Kadek y Ni Luh seguían sin entender nada y demandaban una explicación. Eran unos analfabetos y unos estúpidos, les espetó el agrio jefe de policía. Si hubieran sabido leer, habrían entendido claramente que en el cartel ponía «Prohibido hacer el amor en esta playa», y en cuatro idiomas diferentes.

Al oír esto Kadek y Ni Luh cruzaron una mirada cómplice. Se sonrieron con dulzura y resignación, y después se encogieron de hombros: la detención hubiera sido inevitable de todos modos.

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Ilustración por

Imagen creada con IA por Carlos Sanz de Andino

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Patrick Thomas

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