«Me quiero morir». Esta frase escrita por Yo Toshino, el mejor amigo del fotógrafo japonés Hiroshi Okamoto, es la semilla que inspira Recruit, un fotolibro que retrata el desesperado maratón que cada año medio millón de estudiantes enfrentan de forma simultánea para encontrar trabajo.
Es un momento de sufrimiento y angustia, cuando estos jóvenes a punto de licenciarse entran en un juego perverso y convulsionado para poder encaminar sus futuras carreras profesionales. Ataviados con la misma ropa formal y despojados de su personalidad, millares de estudiantes deseosos de saborear el triunfo intentan abrirse camino en un entorno altamente competitivo.
La idea de Recruit surgió en 2012, cuando Okamoto estaba cursando el tercer año de la facultad. «Toshino y yo compartíamos el mismo piso. Al principio empecé a retratar su búsqueda de trabajo por curiosidad. En mi caso, no necesité pasar por eso porque estudié producción cinematográfica», cuenta el fotógrafo desde Tokio. «Al final del tercer año, Toshino de repente se compró un traje negro y una corbata, zapatos negros y un bolso del mismo color. También se pintó el pelo de negro. Esta transformación me resultó drástica y extraña conociendo tan bien su personalidad», añade.
La presión laboral que experimentan los jóvenes en Japón es mucho mayor que en Europa. Tienen un año antes de acabar la facultad para conseguir su primer empleo. Si fallan, les resultará mucho más difícil integrarse en el mercado de trabajo. De allí que sientan desesperación ante la idea de quedarse fuera del sistema.
«Una vez que entran en esta competición, todos los estudiantes se visten de la misma forma, como hizo Toshino. Incluso tienen que cortarse el pelo de la forma adecuada y oscurecerlo. Los estudiantes desarrollan su propia personalidad en la universidad, pero cuando comienza el proceso de selección, tienen que renunciar a ella si quieren convertirse en miembros de la sociedad. Es una contradicción enorme», reflexiona Okamoto.
La paradoja es que los profesores impulsan a sus estudiantes para que construyan su propio yo, del que tienen que deshacerse de repente para pasar por el filtro del mercado laboral. «Necesitan sacrificarse a sí mismos para volverse adultos. Es como si tuviesen que ser anónimos», dice el autor de Recruit. «Los estudiantes llegan a mandar su currículum a más de 100 empresas, sobre todos a las más grandes. La mayoría de ellos falla porque eligen las más competitivas. Ante el rechazo de estas compañías, llegan a sentir que no tienen valor. Es la razón por la que muchos estudiantes desarrollan enfermedades mentales o llegan incluso a suicidarse durante el proceso de búsqueda», agrega.
Las estadísticas muestran que en Japón se registran unos 30.000 suicidios por año, sobre una población de 127 millones de personas. Aunque este dato viene bajando desde 2007, cabe destacar que el número de suicidios entre los jóvenes ha subido de forma constante desde 1990.
Este guion predecible y castrante también pasó factura al protagonista de Recruit. En el medio de su proceso de búsqueda, Toshino mandó un mail a su amigo con una escueta frase: «Me quiero morir». «Para mí fue un shock porque mi amigo no era el tipo de persona que diría algo así, ni siquiera en broma. Fue el momento en el que decidí trabajar en este proyecto en profundidad, aunque todavía estaba estudiando», reconoce Okamoto.
[E]l fotolibro, que ha ganado el premio al mejor Dummy en el festival de Kassel y ha sido incluido en la lista de los mejores fotolibros del año en PhotoEspaña 2016, está organizado en tres bloques. La primera parte retrata la búsqueda de trabajo de Toshino hasta que encuentra su primer empleo. El autor incluye textos originales como el currículum del candidato o los mails que intercambió con algunas empresas. La segunda recrea su infancia y su universo familiar. «O sea, lo que perdió durante el proceso de búsqueda», destaca Okamoto.
El tercer bloque analiza otro momento de cambio, cuando Toshino decide dejar su primer trabajo, después de dos años, porque la empresa no le ha proporcionado lo que realmente quería. «Él necesitó llegar a un compromiso consigo mismo y con su carrera durante la primera fase de búsqueda de empleo. Lo que intento hacer con Recruit es mostrar un ejemplo personal de lo que supone buscar trabajo en Japón y elevarlo a un nivel más universal para todas las generaciones de jóvenes del mundo», explica el fotógrafo.
Desde el principio, los dos amigos han trabajado conjuntamente como si de un proyecto común se tratara. Toshino ha aceptado sin rémoras mostrar su trayectoria profesional en las páginas de un fotolibro. «Lo que no se esperaba es que tanta gente de fuera se interesara por un fenómeno tan japonés y tan común en nuestro país», cuenta Okamoto.
Con imágenes sinceras que destilan sufrimiento y angustia, Recruit intenta mostrar al mundo una organización social claustrofóbica, en la que los estudiantes están sometidos a una presión brutal y deben decidir su futuro a los 22 años. «Sé que en Europa los jóvenes se toman su tiempo para decidir su carrera después de graduarse e incluso viajan al extranjero o realizan pasantías. Si un estudiante japonés hiciese eso, tendría enormes dificultades para entrar en el mundo del trabajo. Además, hay una razón económica detrás de tanto estrés. Los universitarios acaban la facultad con una deuda inmensa y tienen que empezar a pagarla lo antes posible», revela el fotógrafo, que también estudió Antropología y Ciencias Sociales.
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La presión comienza desde el primer año de universidad. Los jóvenes saben que tendrán que pasar por ello y algunos incluso intentan prepararse con cursos específicos, en los que aprenden a desarrollar una estrategia para superar este trance con éxito. «Pasar por este proceso de selección es realmente la única forma de conseguir un trabajo estable y asegurar tu futura carrera. Si un joven pierde esta gran oportunidad, la sociedad piensa que su vida se ha acabado, aunque tenga solo 22 o 23 años».
En el 90% de los artículos sobre Japón, tiran alegremente la estadística de suicidios. Pero, la investigaron un poco o solo repiten lo que escucharon hasta el hartazgo?
El suicidio es un tema serio como para andar tomándolo a la ligera. Como no se pueden hacer comparaciones entre 2 países con distinta población, se utiliza una ‘tasa’, cantidad de suicidios cada 100.000 habitantes. En una tabla estadística con esta tasa, Japón ni siquiera entra en el Top 10 mundial. La tasa más alta del mundo, por mucho margen, se da en Groenlandia. Pero no veo muchas notas sobre el suicidio en Groenlandia.
El suicidio es un problema mundial que, excepto para achacárselo a Japón, no parece importar mucho. La tasa de Japón no es mucho más alta que la de Finlandia o Francia. Y, sin embargo, no veo que esos países sean «atacados» constantemente por sus suicidios.
Creo que el artículo no va de suicidios sino del fotolibro que muestra el punto de vista de un artista. Si quieres, puedes ponerte en contacto con él a través de su página web (http://hiroshi-okamoto.com/?page_id=55) para decirle que en Groenlandia se suicidan más, que no se preocupe.
Hay varios tipos de suicidios; egoísta, altruista o por causas sociales. Este es de este último. Por eso es tan alarmante.
Si eso es todo lo que has podido sacar del artículo, lo siento por ti.
Las razones por las que Japón, Corea del Sur o China SÍ encabezan las tasas de suicidios mundiales son de una índole muy concreta. Responden a un sistema asiático muy cerrado, donde la responsabilidad individual se desvanece para formar parte de un grupo, una masa homogénea, en donde tus sentimientos, pensamientos u opiniones no tienen cabida. No hay lugar para la creatividad, te conviertes en parte de una maquinaria. Gaman shite.
En Groenlandia o en Finlandia habrá muchos suicidios por habitantes, pero serán por otras razones. En Rusia y otros países ex-sovieticos la tasa de suicidios es muy alta también, pero serán, de nuevo, por otras razones que desconozco y que por tanto no voy a ponerme a juzgar.
Sin embargo, llevo tres años viviendo en Japón y te puedo asegurar que el suicidio entre la gente joven es un problema muy grave y muy japonés, ocupe el puesto que ocupe en el ránking.
Aquí, tienes cuatro opciones: tragar mierda, encerrarte en tu cuarto (apróximadamente un millón de hikikomori y subiendo), suicidarte o irte del país. Eso es lo relevante del libro, no el puesto que ocupa en la tasa de suicidio.
Japón no necesita ser protegido.
Pero no se crean que sólo los asiáticos la pasan mal. Encontrar, o mejorar, el empleo que te haga sentir digno y satisfecho contigo mismo es una tarea devastadora.
[…] En Japón, cuando los jóvenes terminan la carrera, se enfrentan a un proceso que han convertido en agónico: la búsqueda de empleo. Se convierten en robots trajeados que se buscan la vida. […]
De vez en cuando informarse no esta de mas.
Os sorprenderia la cantidad de empresas que ya no piden ir a hacer la entrevista de trabajo con traje, y os sorprendería saber la cantidad de empresas que permiten trabajar ya sin traje.
Tampoco hablais de Cool Biz…etc.
El tema de los suicidios? Otra cosa que ya canta. No estaría mal que actualizaseis los datos ya que en 2015 los suicidios disminuyeron por debajo de 25000 personas (llevaban 18 años sin tener tan baja estadística) y lleva bajando desde 2011.
Por otro lado recordaos que en Japon el % de desempleo es menor del 4% y buscar un trabajo en Japon no es una odisea, es mega sencillo. Es mas yo consigo trabajo siempre en menos de 1 mes y siempre hay dos o mas empresas que me quieren contratar.
Asi que el drama para los programas de TV…
[…] millón de estudiantes se enfrentan de forma simultánea para encontrar trabajo. Os dejo aquí el enlace del articulo que más me ha […]