No es posible tener una verdadera visión de un lugar si las únicas referencias que encuentras sobre él son noticias de violencia y asesinatos. En la favela de la Maré, a poca distancia del aeropuerto internacional de Río de Janeiro, el ejército brasileño primero, la Policía Militar despúes, llevan desde 2014 librando un intento de ‘pacificación’ de la zona. Se acercan los Juegos Olímpicos y se impone la mano dura.
Frente a la imagen de violencia y desorden, Antonello Veneri trabaja desde hace más de dos años para retratar a los moradores del barrio en la intimidad. Para hacer visible rostros que permanecen invisibles. Lo hace acompañado en todo momento de Henrique Gomes, productor cultural, músico y residente de la Maré. «Henrique es sin dudas una de las personas que mejor conoce esta área de Río de Janeiro», asegura el fotógrafo.
El deseo de ambos era mostrar otro aspecto de la favela. «La Maré ha pasado por varios procesos en el último periodo. Tras la ocupación del Ejército, se espera la llegada de las UPP (Unidades de Policía Pacificadora). Durante estos dos años he visto varios tipos de violencia, que al fin y al cabo siempre es la misma. Pero creo que la Maré tiene una riqueza cultural y humana, que solo viviendo allí consigues descubrir», asegura Antonello.
Este italiano, que vive en Salvador de Bahía, ha visitado la Maré en varias ocasiones a lo largo de los últimos dos años. En total, se ha hospedado durante más de medio año en el interior de la que es considerada una de las favelas más peligrosas de Río de Janeiro, por la presencia de tres facciones antagonistas del narcotráfico.
«Llegué a la Maré para trabajar con una ONG y me di cuenta de que no existe un registro del interior de las casas de la comunidad. Aquel día, por una casualidad de la vida, conocí a Henrique e iniciamos este proyecto conjunto», cuenta Antonello.
«Como morador, quería mostrar que hay otra Maré dentro de las casas, y que no solo hay la extrema violencia que se suele mostrar en los medios de comunicación», añade Henrique.
Interiores da Maré está inspirado en los tradicionales retratos de familia que, habitualmente, están colgados en las casas del Nordeste de Brasil. «Lo que intento hacer es registrar lo cotidiano. Esta normalidad existe en cualquier lugar del mundo, independientemente de la clase y de las condiciones sociales. Lamentablemente, cuando se retrata la favela, los fotógrafos acaban registrando el lado exterior, la calle, la violencia. Siempre digo que fotografiar la violencia en las favelas es como fotografiar a los niños. Es muy fácil. Mucho más complejo es retratar lo interior», afirma el fotógrafo.
La labor de Henrique ha sido fundamental en este proceso. Por un lado, el hecho de conocer a la mayoría de las familias retratadas ayudó a crear un clima de confianza, para que estos moradores abriesen las puertas de sus casas y aceptasen ser retratados en sus hogares.
Por el otro, Henrique ha colaborado en la composición de las imágenes, aportando su experiencia de morador y sus recuerdos de infancia. «Intenté incluir en cada foto algún objeto de la casa que me recordaba mi niñez y mi propia familia. A la hora de componer, mi familia siempre estaba presente», recuerda Henrique.
Entre todas las sesiones fotográficas, hay una en especial que conmovió a ambos autores. Fue en casa de Dona Jurema, una moradora que les dio cobijo durante un fuerte tiroteo.
«Abrimos la puerta y entramos en el patio de Dona Jurema. Enseguida comenzaron los tiros, muchos tiros. Dentro de la casa, encontramos a una familia maravillosa, llena de belleza. Oíamos los tiros desde la puerta, pero dentro la familia nos transmitía tranquilidad con su belleza africana. Hicimos la foto tal y como estaba planeado. Para mí, este retrato es el símbolo de lo que estamos haciendo en la Maré: registrar el otro lado de la favela», recuerda el fotógrafo.
«En la casa solo había mujeres y niños. La vivienda estaba en frente de la central de la Policía. Había muchos tiros, pero las mujeres estaban muy tranquilas. Todas sonreían, posaron para la fotografía como si nada y nos tranquilizaron», cuenta Henrique. «Creo que en realidad querían ayudarnos. Pero yo no diría que en la Maré hay una normalización de la violencia. Nunca es normal oír un tiro: yo enseguida me tiro al suelo, a nadie le gusta estar en el medio de un tiroteo», agrega este productor cultural.
Ahora su trabajo va a ser expuesto en la Maré dentro de un festival de arte contemporáneo llamado Travessias, que se desarrolla entre el 12 de septiembre y el 14 de noviembre en este macrocomplejo de favelas.
«Para mí es un orgullo inmenso exponer el trabajo en el lugar donde se hicieron las fotos, lejos de los circuitos tradicionales del arte. Lo he hecho con mis anteriores trabajos en Salvador de Bahía y en Fortaleza, y tengo la suerte de poderlo hacer también en la Maré», resalta Antonello. «No soy muy fan de las exposiciones en los lugares institucionales, a donde va la elite. Quiero que mi trabajo tenga un retorno para las personas retratadas», añade.
«La Maré es una marea. Nació con palafitas. Hoy es una marea humana y cultural, con 16 favelas y 130.000 habitantes. Tiene el mismo tamaño que mi ciudad en Italia, Trento. Es un macrocosmos y, al mismo tiempo, una microciudad», resume el fotógrafo, que no escatima palabras críticas en relación al proyecto de pacificación, en vigor desde hace casi siete años en Río de Janeiro.
«El Estado Federal ha gastado millones de reales con una ocupación que, sinceramente, no ha tenido utilidad alguna. Creo que hay formas muchos más productivas de gastar 1,7 millones de reales por día (unos 415.000 euros). Por ejemplo invertir en infraestructuras, sanidad, educación…», concluye Antonello.
Retratos de la favela en la intimidad
