«Todo empezó porque quería mi bicicleta personalizada. La personalicé yo mismo y la compuse. Y a la gente le pareció muy chida, así que mis amigos y conocidos me pedían que les diseñara las suyas», cuenta los orígenes de su proyecto Roberto Domínguez desde el stand de velocípedos estrambóticos que presenta en la Semana del Emprendedor de México. «Estudié leyes, pero en realidad he descubierto que esta es mi pasión, así que me dije, wey, ¿por qué no hago de esta afición también mi negocio?»
Cuando alguien compra una bici de su firma, Rock&Ruedas, al cliente no se le pregunta por la marca que está buscando o la serie que le interesa. La consulta es: «¿Cómo serías tú si fueras una bicicleta?», desvela el emprendedor su estrategia de fabricación. La iniciativa de Domínguez es construir bicis autoajustables a la personalidad de su jinete, «es decir, hacer que tu bici sea la única en el mundo como esa».
«Me siento con cada uno de los clientes o me comunico con él y le hago esa pregunta. Ellos empiezan a decir colores, formas, detalles… y nosotros hacemos lo que se imaginan paso a paso. La cosa es recrear tu personalidad, tu creatividad, tu estilo y tu originalidad convertidos en un vehículo de dos ruedas».
Dice que la tarea de diseñarlas cada vez es más difícil porque él mismo se exige más en sus diseños y los clientes en sus pedidos. Hasta el momento ha repartido velocípedos por México y Estados Unidos, pero no tiene problema en hacer llegar sus bicis de pedigrí por el resto de Latinoamérica o Europa. De hecho, tras apenas cinco años de proyecto, ya está pensando en poner una tienda física en Barcelona.
A su clientela, catálogo mediante, les ayuda a que se aclaren sobre el tipo de cuadro que quieren, los accesorios que incluirían, los colores que les agradan y los detalles de personalización, como su nombre o un símbolo. Domínguez se encarga del resto para convertir esa idea en un modelo de dos ruedas.
«El sueño de mi hermano, por ejemplo, era tener una bici de bombero», revela Domínguez intimidades fraternales, «así que se la diseñé. Tiene unos tanques de agua atrás conectados a unas pistolas de agua que tiene instaladas delante. Y para el Fishers (un restaurante de marisco) se me ocurrió que la mejor sería una con un camarón pescando en la parte de atrás, y con un soporte con olas para que parezca que está flotando en el agua».
El nombre de su compañía independiente, que se niega a la serialización de este medio de transporte, se lo puso en honor a un festival de música llamado así que se celebró el 11 de septiembre de 1971. «En aquella concentración iban a dedicar el sábado a conciertos y el domingo a carreras de coches, de ahí lo de rock&ruedas», explica, «pero al final el domingo nadie estaba para conducir y decidieron simplemente seguir la fiesta», cuenta la anécdota que le inspiró para decidirse por el nombre de su empresa. «Aunque en realidad no es por ese suceso por lo que le puse el nombre, sino por la gente que vivió esa época. Era una generación que hacía una propuesta de identidad; eso, exactamente, la identidad, es lo que yo quiero llevar al diseño».
Dependiendo del grado de personalización que cada cliente requiera, el precio de sus vehículos únicos oscilan entre los 3.500 pesos mexicanos (200 euros) y los 13.000 (750 euros). «Hay quien las quiere de una marcha, quien la quiere de seis, quien quiere incluirle lo máximo en detalles…», en realidad tú decides cuánto quieres gastarte.
Domínguez mira al infinito cuando se le pide que se imagine una bicicleta para alguien, parece que la visualiza rodando en el aire. Responde que si tuviera que diseñar una, por ejemplo, para Lionel Messi, lo primero que se le viene a la cabeza es que «sería una bici bajita», dice a media sonrisa, «pero no, ya en serio, debería ser una bici muy rápida, con el marco de color negro y sus colores favoritos en neón. Quizás los colores del barsa». Aunque si existe un personaje por el que muere por hacerle una sería un luchador mexicano: «El asiento sería del mismo color de la máscara, y ataría una capa cortita en la parte de atrás. Que cuando ande, la capa vuele. ¿Te imaginas?», le rejuvenece la voz treinta años. «Y además me encantaría ponerle un muñequito del luchador en la parte de adelante».
Si tuviera que definir sus bicicletas en un tipo, las definiría como «bicis de diseño urbanas». «Lo que yo quiero es que se salgan del cubo, de lo ordinario, de las tres millones de bicicletas iguales. Lo que yo imagino de las bicicletas es que cada una sea única».
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