Mientras la Primera Guerra Mundial se cebaba con el norte de Europa, una familia adinerada paseaba tranquilamente en el mes de agosto por las playas y calles de San Sebastián. Lo sabemos porque estas escenas están recogidas en placas hechas para ver fotografías en tres dimensiones. Tecnología punta en 1914 importada desde Francia que el funcionario de hacienda Juan Chicoy Arreceigor utilizó para retratar estos momentos de ocio con su familia.
Ricardo Sanz Cortiella, ingeniero agrónomo y arqueólogo fotográfico en su tiempo libre, ha tenido el privilegio de poder conectar con sus antepasados con la nitidez de unas imágenes concebidas para verse como la vida misma. Una encarnación más primitiva de una tecnología en tres dimensiones que hoy se sigue intentando introducir en el cine y la televisión con un éxito relativo.
«Cada una de las imágenes está duplicada para producir el efecto estereoscópico. Son dos fotografías tomadas con una cámara de doble objetivo. La placa se introducía en una cajita y se utilizaba un binocular para verlas. Mirabas a contraluz y se veía perfectamente en 3 dimensiones», explica Sanz.
«Lo que nos permite ver en tres dimensiones es la visión binocular, porque nuestros ojos ven la realidad desde dos puntos de vista ligeramente diferentes: cada ojo registra una imagen desde su propio ángulo, y lo que vemos es el resultado de la superposición realizada por el cerebro de estas dos visiones. Para obtener la visión tridimensional de una imagen plana entonces, tenemos que reproducir artificialmente la visión binocular», explica Gabriele Merolli fotógrafo y estudioso de tecnologías fotográficas obsoletas.
La digitalización de estas fotos no ha estado exenta de dificultades. «Lo que veis hoy es fruto del trabajo de 14 años en mi tiempo libre», cuenta Sanz, descendiente de Chicoy Arreceigor. «Las placas eran de mi abuela. Las tenía muy bien guardadas y custodiadas. Cuando falleció en el año 2001 pasaron a mí. Encontré que estaban conservadas realmente bien y empezó el proceso de pasarlas a ordenador con un escáner y con retoque de Photoshop».
La colección recuperada por Sanz está dividida en dos partes. La primera muestra distintas escenas urbanas de la ciudad vasca.
– Una corrida celebrada en la plaza de toros de El Chofre, que fue derrumbada en 1973 por la especulación urbanística.
– El Tranvía Aéreo de Monte Ullía, considerado el precursor del teleférico.
– El Frontón de verano de Jai Alai, diseñado por Pedro Eceiza y que funcionó entre 1887 y 1932 en la ciudad donostiarra.
– El príncipe de Asturias (Tío de Juan Carlos I) viendo las cucañas.
El resto de la colección está dedicada a la familia de Sanz, cuya afición por este tipo de fotografía dejó en herencia estos fascinantes documentos históricos.
Después de distribuirlo entre su familia, Sanz considera que ahora ha llegado la hora de compartirlo con la esperanza de que otros encuentren valor en estudiarlas y analizarlas. «Visitaré San Sebastián pronto para hacer fotos de los mismos lugares ahora. Por el momento he conseguido geolocalizarlas con la ayuda de Google Street View».
«Hay cosas que me han resultado muy interesantes de constatar. El hecho, por ejemplo, de que el Monte Igueldo apareciese pelado cuando hoy está bastante arbolado. Esto, probablemente, tenía que ver con que entonces se cogía la madera para los hogares. También sorprende mucho la diferencia de vestimenta entre las distintas clases sociales».
Para Merolli, «el 3D es muy interesante porque hay una larga historia de tecnologías obsoletas que se han ido desarrollando alrededor de ella, pero ninguna ha entrado realmente en nuestra vida cotidiana. Todas se han quedado un poco al margen, como algo divertido e inusual, con muy pocas aplicaciones comerciales. Esta es su gracia, realmente. Es como un proyecto que sigue abierto, inacabado, que aún sigue buscando su vía».
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La colección completa se puede ver en Flickr.
Gracias a Álvaro Fernández por la pista.